Con motivo de la subasta de la colección personal de arte contemporáneo de Mario Testino, Oliver Barker y los directores de Sotheby’s invitaron a los más importantes coleccionistas de Londres a una cena en New Bond Street, para un private viewing de las piezas a subastar. Los 8,7 millones de libras recaudados en la subasta de la importante casa internacional serán donados a la fundación MATE, para apoyar a la educación y promover la creatividad.
Por Isabel Miró Quesada
Dime qué tipo de arte coleccionas y te diré quién eres. No existe un genuino coleccionista de arte cuya obra conjunta no refleje su personalidad. En el caso de Mario Testino, las cuatrocientas piezas que presentó en Londres para la subasta con Sotheby’s eran estéticamente impactantes, pero con contenido intelectual, atrevidas, apasionantes, que no podrían pasar desapercibidas. Un Sterling Ruby del tamaño de un billboard de Los Ángeles coronaba la lista de piezas a ser vendidas, selección que también incluyó obras de Richard Prince, Georg Baselitz, Wolfgang Tillmans, Rudolf Stingel, Gilbert & George y Cindy Sherman.
“El mundo del arte es del que me nutro. Me abre los ojos a cosas nuevas y altera mi conciencia”, explica Mario. “La gente dice que uno debe comprar lo que le gusta, pero yo no estoy tan convencido de que deba ser así. Yo creo que uno tiene que comprar lo que le intriga y lo que le atrae, pero que al mismo tiempo lo confunde. ¡Uno tiene que agitar las cosas!”. De ahí que la muestra y subasta del célebre fotógrafo lleven ese nombre: “Shake it up!” (“¡Agítalo!”).
Para Mario, el diálogo con otros artistas es tan importante que ha colaborado con muchos de los grandes nombres contemporáneos, como Cecily Brown, Paul McCarthy, Urs Fischer, Vik Muniz y Albert Oehlen. Es también el motivo por el cual parte del dinero recaudado será destinado a mantener el programa de residencias Delfina, que permite a artistas peruanos pasar unas semanas al año en Londres y conocer a sus contrapartes en la capital británica. Además, Testino acaba de adquirir una casa en Lima, que cumplirá el mismo rol en nuestra capital, acogiendo a artistas de todas partes del mundo, con el objetivo de fomentar el diálogo entre nuestro país y la escena de arte internacional. “¿Por qué Lima no puede ser una gran capital del arte?”, pregunta desafiante. “Si he logrado estar en la posición de poder apoyar, es algo que tengo que hacer”, sentencia.
Mario empezó a coleccionar hace treinta años, a los treinta y tres. Lo hizo para satisfacer un doble impulso, el de nutrirse de nuevas influencias que lo ayudaran a luchar contra los parámetros que todo artista busca redefinir y romper, y para aplacar el impulso de consumo (tan íntimamente relacionado con la moda), a la vez que iba construyendo un legado. Está claro que nunca imaginó que dicho legado nutriría algún día a uno nuevo, el de la fundación MATE. Pero así fue.
“El arte ha tenido un efecto transformativo en mi vida, y quiero dar a otros esta misma oportunidad. Espero que esto se pueda lograr a través de MATE”, explicó Mario a los invitados. Luego de una consultoría con una empresa estadounidense especializada en fundaciones, Testino y Jan Olesen –pareja de Mario desde hace casi veinte años, y que también está enormemente comprometido con apoyar la escena cultural peruana– han conseguido establecer un mapa de ruta preciso de cuáles deberán ser las funciones de la fundación para generar, de la manera más eficiente, un impacto real. “MATE está comprometido con nutrir la escena de arte peruano, crear posibilidades para las artistas en Perú y exponerlos a una comunidad más amplia del arte internacional; ayudar a poner a Lima en el mapa como un destino cultural y despertar en los jóvenes la curiosidad por el poder de la creatividad”.
El catering de la cena estuvo a cargo de Martín Morales, el restaurateur peruano más importante en Londres, quien preparó un cordero a la maca y una puca picante. Además de importantes coleccionistas de todo el mundo y artistas, asistieron a la cena el director creativo de Burberry, Christopher Bailey, la diseñadora de zapatos Charlotte Olympia Dellal y algunos peruanos, entre ellos, Marcela Ganoza y Juan Carlos Verme.