Aunque en diciembre apenas cumplirá veinte años, después de llevar cursos de teatro con Mariana de Althaus, David Carrillo y la fundadora de Yuyachkani, Rebeca Ralli, Paloma tiene clara su vocación de actriz. El próximo año está decidida a hacer realidad un sueño: viajar a Buenos Aires para continuar sus estudios de actuación.

Fotos de Javier Falcón

Paloma Guinand

Actualmente lleva clases intensivas de canto con el cubano Andrés Arriaza. “Quisiera tener un piano, tocarlo y cantar”, comenta.

Lo primero que veo al llegar a su casa es un enorme Buda de piedra, una serie de adornos y cuadros heredados de su tatarabuela y un gato de color blanco –tiene un perro y cuatro gatos–. Lo primero que Paloma me muestra es una oxidada lata sin abrir de una marca de leche que hace poco dejó de ser considerada “leche”, y la contratapa de una descontinuada revista local. En ambas aparece ella, muy sonriente, en la que fue su primera sesión de fotos para una campaña publicitaria. Tenía ocho años y aún no había descubierto su gusto por la actuación, pero, por primera vez, se sentía famosa. 

Paloma Guinand

Paloma mide un metro setenta y cinco. “Si por mi contextura y estatura tengo la posibilidad de hacer fotos, aprovecho”, admite.

Así empezó todo. “Me comenzó a gustar estar rodeada de gente, delante de la cámara, y me metí a un curso de teatro con Mariana de Althaus y Lourdes Velaochaga en el Club Regatas”, recuerda. La experiencia le encantó, tanto que después se sumó a un grupo de teatro juvenil en el mismo club y, cuando tenía doce años, debutó en las tablas como la Bruja del Oeste en la puesta en escena de “El mago de Oz”. Desde entonces, no paró. Continuó actuando en las obras que se montaban en el teatro del Regatas e interpretó a personajes muy diferentes: desde el hada madrina de “Shrek” a la Cenicienta. “Todo el mundo me decía: ‘Cuando subes al escenario, transmites algo especial’”.

En los últimos años, además de mantener el modelaje como hobby –y como fuente de ingresos–, continuó reforzando sus primeros pasos como actriz. Obtuvo un papel en la teleserie “Ven, baila, quinceañera” (Paloma hizo de una universitaria llamada Alondra) y, a la par, fue admitida en el taller de actuación de David Carrillo, donde alternó con actores más experimentados y mayores que ella. “He aprendido muchísimo”, admite. “Una cosa es pararse en el teatro y otra, frente a cámaras: tienes que actuar diferente”.

Paloma Guinand

Entre las actrices peruanas, destaca a Anahí de Cárdenas. Su cantante favorito es Justin Bieber y es amante de los animales.

Dice que no sirve para la universidad y su madre, Lupe Orrego, apoya al cien por cien su vocación de actriz. La misma Lupe es una apasionada del teatro, así como Lucero Puyó, abuela de Paloma, quien vive enamorada de la ópera. 

Paloma tiene claro hacia dónde vuela. No le interesa ser candidata a Miss Perú –pese a que se lo han ofrecido–, ni ingresar a un reality de la tele –pese a que en un momento la llamaron para la versión teens de uno–. “Mis amigas me dicen que voy a terminar en ‘Esto es guerra’ . No hay forma. Soy totalmente anti farándula”, confiesa. Paloma quiere dedicarse a la actuación, pero sabe que el camino fácil para optar a un protagónico no necesariamente es el más adecuado.