“Para el ruso, el primer valor es la unidad debido a la extensión de su territorio y el no tener defensas naturales que lo resguarden. La libertad viene en segundo o tercer lugar”, manifiesta Francisco Tudela. Con la precisión y erudición que lo caracterizan, el excanciller y analista internacional, comenta la actualidad europea.
Por Sebastián Arrieta Fotos Briam Espinoza
El panorama internacional cambia continuamente y el análisis de los distintos acontecimientos es una tarea compleja que Francisco Tudela sabe llevar a cabo con gran rigurosidad y profesionalismo. COSAS conversó con el experimentado analista internacional sobre la compleja escena mundial. Desde las elecciones estadounidenses, pasando por los recientes acontecimientos políticos en Reino Unido, Francia y Rusia, Tudela brinda respuestas didácticas y concisas.
Reino Unido: un cambio de mando y su impacto
La victoria del laborista Keir Starmer supone una derrota aplastante para los conservadores y su actual ministro Rishi Sunak. Los laboristas obtuvieron 411 caños frente a 121 de los Tories en la Cámara de los Comunes. ¿Cómo explicar esta situación catastrófica para los conservadores?
Las últimas administraciones conservadoras fueron francamente deficientes. Vino el Brexit, que significó la salida de Cameron del cargo de primer ministro. Theresa May planteó un esquema que era viable, que era que salían del Brexit para regirse por su constitución, dijo ella en su discurso de toma del cargo, sus leyes y la defensa del libre comercio y la economía de mercado.
El siguiente paso lógico, que todo el mundo pensó que se iba a dar, era un tratado o acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos que fuese muy amplio y que compensara la salida de Europa. Pero vino el COVID y fue catastrófico; además, coincidió con la elección de Boris Johnson, un hombre poco empático y que vaciló frente a lo que se tenía que hacer con el COVID. Hubo mucha mortandad en el Reino Unido y no tuvo una buena gestión. No fue un hombre que logró comprender y, sobre todo, conectar con la población de Gran Bretaña. Después de Boris Johnson, vino Liz Truss que duró apenas sesenta días, con lo cual se bate un récord histórico de duración del premierato en el Reino Unido. Finalmente, vino Rishi Sunak, que evidentemente no dio la talla. Entonces, no hay nada que explicar, la mala gestión o la gestión pobre o mediocre. No es otra cosa que eso.
El partido conservador británico ha perdido el rumbo. Primero, David Cameron abandona las grandes líneas maestras heredadas de Margaret Thatcher, debido al éxito del primer ministro Tony Blair. Entonces, Cameron buscó una línea intermedia entre Thatcher y Blair, lo que no es posible. Son, digamos, aproximaciones ideológicas diferentes a la realidad. De esta manera, el partido conservador británico se hunde en una confusión ideológica hasta el día de hoy. No sorprende que Starmer haya tenido una victoria que no tiene precedentes en 120 años.
Keir Starmer es un personaje discreto y a su vez curioso. Por un lado, es miembro de la Sociedad Fabiana, lo que implicaría un acercamiento al rey Charles III. Por otro lado, su carrera como abogado ¿Cuál es el perfil que usted haría del señor Starmer?
En primer lugar, ha sido, para ponerlo en términos nuestros, Fiscal de la Nación del Reino Unido. Toda su carrera como abogado graduado de la Universidad de Leeds con un posgrado en Oxford ha sido hecha en el campo de los derechos humanos. Defendió a la viuda de Aleksandr Litvinenko, agente de la KGB que fue envenenado en Inglaterra. Este fue, digamos, el caso emblemático que lo coloca en escena. El ser de la Sociedad Fabiana lo coloca en las filas del ‘socialimperialismo‘, o sea, del socialismo, digamos, de un socialismo que, de alguna manera, tiene una base capitalista. Yo estudié en el London School of Economics, que dicho sea de paso fue fundado por miembros de la Sociedad Fabiana. Se trata de una combinación ideológica muy curiosa que en su época se llamó el socialimperialismo. O sea, hay que ser capitalistas e imperialistas hasta que se alcance el grado de desarrollo para ser socialistas. Entonces, la mentalidad de Starmer está claramente en el mando socialista, puesto que ya no se puede hablar de socialimperialismo. Un socialismo basado además en la defensa de los derechos humanos y situado a la izquierda del partido laborista, de tal manera que no es un moderado. Pero el régimen inglés es en general un régimen moderado.
¿Cuál es el futuro que usted vislumbra en la relación entre Inglaterra o Reino Unido y la Unión Europea? ¿Podría reintegrarse o con el panorama político actual eso es imposible?
El problema no es si Inglaterra podría reintegrarse. El problema es si la Unión Europea los acepta de regreso. Evidentemente la salida de Inglaterra fue muy difícil porque la Unión Europea decidió castigar al Reino Unido en el proceso de salida del Brexit.
No hay que olvidar que cuando se funda la Unión Europea no se incluye al Reino Unido deliberadamente. El general de De Gaulle, que era un gran apologista de Europa al igual que Adenauer y que en plena guerra fría decía Europa desde el Atlántico hasta los Urales, siempre se opuso a que el Reino Unido forme parte de la Unión Europea. Finalmente en 1970, con la salida de De Gaulle con el referéndum del 69, el Reino Unido logra entrar a la Unión Europea, adopta el sistema decimal, etcétera, para adaptarse. Pero la realidad es que son psicologías muy diferentes la de lo que los ingleses llaman el continente y la del Reino Unido. Y entonces el continente está, digamos, enormemente fastidiado porque la entrada del Reino Unido fue una concesión de la Unión Europea al Reino Unido. Fue un acto de magnanimidad y el que el Reino Unido se haya salido, pues es de alguna manera una cosa muy complicada desde el punto de vista histórico, político.
Es difícil que el Reino Unido pueda regresar a la Unión Europea. Por lo tanto el Reino Unido tiene que encontrar su propio destino, digamos replanteando sus posiciones ideológicas a la derecha y a la izquierda en su interior y luego tiene que definir cuál es su proyección exterior respecto al Commonwealth y sobre todo respecto a la relación especial que tiene con los Estados Unidos. Desde mi punto de vista el futuro del Reino Unido sólo estaría garantizado en términos positivos si es que el Reino Unido tiene un acercamiento más efectivo a los Estados Unidos de América.
Francia: un panorama incierto
Tras perder las elecciones de los eurodiputados, Emmanuel Macron anunció el 9 de junio la disolución del Parlamento francés. ¿Qué pudo motivar esta medida? ¿Se trataría de un intento desesperado de recuperar el poder?
No, yo creo que él pensó que podía recuperar parte del caudal de votos, porque sacó 13%, que es espantoso. Mientras que la Agrupación Nacional (RN) –el partido de Marine Le Pen– obtuvo treinta y uno por ciento. Entonces, tras estos resultados de las elecciones europeas, el convocar a elecciones anticipadas para el Parlamento Francés buscaba revertir esa situación. Sin embargo, el resultado fue inesperado, porque haciendo ya la contabilidad final, Renacimiento (RE) –el partido de Macron– perdió un porcentaje importante de votos. El Nuevo Frente Popular (NFP) de Mélenchon, que en el fondo es una coalición de izquierdas y extremas izquierdas, ni incrementó ni perdió su caudal electoral, que es la cosa más curiosa, es decir, ni subió ni bajó, se mantuvo en el 28%, que lo dejaba en segundo lugar.
En las elecciones parlamentarias, Macron consiguió parte del voto de la RN y, así, subió del 13% al 24%, quedando así en segundo lugar. De tal manera, Macron queda en una situación muy complicada. Aunque el RN quedó en primer lugar en las europeas y en tercer lugar en las parlamentarias, su porcentaje se mantuvo en torno al 30%. Por otro lado, queda la izquierda y la extrema izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP) en primer lugar. Lo que obligaría a una cohabitación de RE con las demás fuerzas políticas. Ahora, el nuevo Frente Popular es muy radical. Jean-Luc Mélenchon, su líder, es extremadamente radical, hace recordar a los líderes del Frente Popular de 1934-1935. Sucede que hay un sector de la izquierda mundial minoritario que no se ha reconciliado con el siglo XXI, que quiere volver al siglo XX, quiere volver a la década del 70 del siglo XX y Mélenchon está en ese grupo y, por lo tanto, es un aliado que permite pronosticar una cohabitación dificilísima con el gobierno de Macron que no tiene una mayoría consolidada. Nada garantiza que el NFP se mantenga unido en el Congreso, puesto que tiene posiciones que van desde la extrema izquierda pasando por los verdes, hasta el socialismo clásico, tradicional, francés. Naturalmente, eso representa un problema que en la práctica deja al RN como la primera fuerza orgánica dentro del Parlamento Europeo, porque los votos de Macron no van a un partido consolidado. Macron, para elegirse presidente, tuvo que crear un partido improvisado para poder llegar y porque todos los partidos antiguos en Francia colapsaron, igual que en Italia. Entonces, tuvo que crear un partido tipo Cambio 90 – Nueva Mayoría, para hacerse elegir presidente.
Además, la gestión de Macron tuvo graves problemas; sin embargo, yo creo que su impopularidad en las elecciones al Parlamento Europeo se debió a su posición frente a la guerra de Ucrania. Para cualquier presidente de un país perteneciente a la OTAN era temerario plantear poner soldados en Ucrania. Eso significaría la confrontación directa con Rusia y, por lo tanto, la guerra mundial. A ello cual, se refirió Trump en la Convención Republicana de Milwaukee, en Wisconsin, cuando dijo que lo que hay que evitar es la Tercera Guerra Mundial, una guerra que, con el armamento de esta época, significaría simplemente la obliteración de todo el mundo.
Mélenchon es profundamente anti-alemán y antisemita…
Antisemita, anti-israelí. Ser anti-alemán es una cosa grotesca, puesto que la Unión Europea fue la unión de Alemania y de Francia. Fue una iniciativa de esos dos países. Bueno, primero estuvo el Benelux, antes de la Segunda Guerra Mundial, o sea, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Pero luego ya es la unión de Adenauer y De Gaulle que deciden crear la Comunidad Europea del Acero y del Carbón, la Comunidad Europea de la Energía Nuclear, luego la Comunidad Económica Europea. Todo ese proceso es un proceso franco-alemán y, claro, tiene enemigos. Los ha tenido en Inglaterra, con Nigel Farage a la cabeza. Ese proceso tiene enemigos en los Estados Unidos. Los neoconservadores son enemigos de cualquier fortalecimiento franco-alemán dentro de la Unión Europea. Y entonces, evidentemente, Mélenchon –digamos, siendo europeo– está en el lado, equivocado en la historia. Estamos terminando el primer cuarto del siglo XXI, y él está pensando en términos de 1954.
¿Usted cree que tiene futuro a Marine Le Pen tras esta derrota?
Creo que tiene un enorme futuro, porque creo que no se trata de tenerle simpatía o no tenerle simpatía. Es una mujer muy controvertida. Pero sí creo que la cohabitación entre el Nuevo Frente Popular y Macron va a ser extremadamente complicada y tiene pocas probabilidades de éxito.
¿Ve a Jordan Bardella como el nuevo representante de Agrupación Nacional?
Sí, porque Bardella es un hombre sensato. Es un político probado y, por lo tanto, digamos, más dúctil para cogobernar que Mélenchon. De hecho, yo dudo mucho que el nuevo Frente Popular o que Macron le dé el primer ato a Mélenchon. Y si lo hace, cometería un grave error. Hay una pregunta que le estuve pensando.
Rusia: unidad y poder en la política global
¿Vladimir Putin depende de Xi Jinping para mantener su guerra en Ucrania?
Bueno, creo que depende de varios estados porque Rusia ha redirigido su comercio exterior para evadir las sanciones y lo ha logrado con éxito. Porque la gente cree que el mundo se acaba en Rusia, pero detrás de Rusia está toda el Asia Central y, al término de todos los países del Asia Central, está la China y el resto de Asia. Rusia ha comerciado con todo el mundo, incluso con el Japón, sea a través de interpósitas personas, sea a través de lo que se llama la flota fantasma para el petróleo, sea a través de gaseoductos, y no solo con la China sino también con la India. Esta última mantiene una posición equidistante en el conflicto ruso-ucraniano porque la India ha sido tradicionalmente un aliado de Rusia por sus contenciones y sus fronteras no resueltas con la China. De tal manera que no se puede ver la relación entre Rusia y China como una relación de dependencia exclusiva como hubiera sido la de Cuba en relación a la Unión Soviética o la de Israel en relación a los Estados Unidos de América. Acá hay mucho más.
Además, Putin tiene una retórica que captura multitudes, una masa de votantes garantizada…
Existe un mundo detrás de Rusia que no se ve en la prensa. Gallup, que es una empresa norteamericana, hizo encuestas para las elecciones rusas que coincidieron con la votación. Efectivamente, Putin obtuvo el ochenta y tantos por ciento de los votos porque su apoyo es del ochenta y tantos por ciento. Hay una entrevista que Tucker Carlson le hace a Viktor Orbán –el primer ministro húngaro– que es muy interesante y el tema surge del sistema político ruso y la mentalidad de la población rusa. Los centroeuropeos estuvieron dominados por la Unión Soviética y conocen la mentalidad rusa. Orbán le dice, fíjese usted, Rusia no es como nosotros. Para el europeo, el principal valor de la política es la libertad. Para el ruso, el primer valor es la unidad debido a la extensión de su territorio y el no tener defensas naturales que lo resguarden. La libertad, dice Orbán, viene en segundo o tercer lugar. Siempre fue así a lo largo de toda la historia de Rusia.
Hay dos experiencias traumáticas que fortalecieron este paradigma ruso: la invasión nazi de la URSS y la invasión napoleónica de Rusia. Mientras que el paradigma europeo es el Múnich de 1938. Si uno cede a los reclamos de una gran potencia respecto a sus minorías nacionales fuera de su país, uno va camino a la guerra. La consecuencia de ceder los Sudetes y Danzig, en Polonia, fue la guerra. Entonces ese paradigma es el que genera la gran oposición a Rusia de los anglosajones y en menor intensidad del resto de Europa.
Por otro lado, al no tener defensas naturales, Rusia tiene que poner el mayor espacio posible entre Europa y ellos. Porque sus paradigmas son la invasión napoleónica y la invasión hitleriana. Entonces estamos frente a dos psicologías diferentes. Téngase en cuenta que los estados occidentales son estados que han tenido un proceso de secularización profundo a lo largo de todo el siglo XX, un proceso de democratización después de la Segunda Guerra Mundial, el mayo del 68, los hippies, la revolución sexual, etc. Nada de eso ha ocurrido en el espacio centroeuropeo y ruso. No hay que olvidar que Rusia es un estado que nace en el año 1000 después de Cristo, entre el 700 y el 1000 después de Cristo. Alrededor de la iglesia ortodoxa, que es la creadora de Rusia, con misioneros bizantinos como Cirilo y Metodio. Por eso el alfabeto ruso se llama cirílico porque Cirilo hizo ese alfabeto. Catequizaron estas tribus de la estepa y formaron Rusia, que consiguió cristianizarse con Vladímir alrededor del año 988. Entonces lo que ha hecho Putin es simplemente mantenerse fiel a esa esencia.
Rusia nunca fue democrática. Bajo los zares estuvo la Duma, pero con un zar efectivo y casí en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Durante la Primera Guerra Mundial, caído el zarismo, está el breve periodo de Kerensky, pero él gobierna con poderes de guerra, porque están en guerra bajo la ley marcial. No se puede hablar de un sistema democrático que anteceda al comunismo soviético. Con los bolcheviques viene el totalitarismo de Lenin y Stalin. En fin, la Unión Soviética, que representa un estado absolutamente encerrado, vertical y totalitario donde no hay democracia. Tras la disolución de URSS, viene la era Yeltsin, donde sí hay democracia. Finalmente, viene la era Putin, donde también hay democracia. Pero es una democracia que se basa en un estado que tiene lo que oficialmente se llama la vertical del poder: el Kremlin. Este es el punto de referencia de la política rusa y de la empresa rusa y de la vida rusa en general.
Entonces claro, se ha generado un régimen que es una invención nueva que toma aspectos de los regímenes pasado. Es como cuando Napoleón crea el imperio, pero hace una síntesis de la revolución francesa como un orden imperial con instituciones nuevas como la Bolsa de Valores, el Banco de Francia, la Asamblea Nacional Francesa, etc. Son reformuladas por Napoleón, el Consejo de Estado, el Código Civil. O sea, son invenciones nuevas.Putin ha inventado un estado basado en la tradición rusa precomunista. Ha cedido a la izquierda, mirando de la Plaza Roja al Kremlin, a la izquierda a Kirill, el metropolitano de la iglesia ortodoxa rusa. Digamos, la constitución rusa prohíbe el gobierno ideológico de Rusia y por lo tanto hay un acercamiento a la iglesia ortodoxa como el pilar de apoyo del estado ruso de Putin.
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