El esperado matrimonio que unirá al príncipe Harry con Meghan Markle se realizará este 19 de mayo en Windsor, ante seiscientos invitados y millones de espectadores a través de la televisión e Internet. A continuación, todo lo que necesitas saber sobre la ex actriz que conquistó al menor de los hijos de Carlos de Gales y, de paso, al resto del mundo.

Por Manuel Santelices 

Días antes de la boda, Meghan Markle ha estado totalmente dedicada a afinar sus últimos preparativos. Amy Pickerill, la asistenta privada de la novia, se ha encargado de manejar su ocupada agenda, mientras un ejército de profesionales diversos la asisten con todas las tareas pendientes. Ya se llevó a cabo la prueba final de vestido y, de acuerdo con Vanity Fair, Meghan está muy contenta con el resultado. Ha trascendido que costaría 100 mil libras esterlinas (S/440.000, aproximadamente) y habría sido comprado por la familia real británica.

Además, la novia ha sacado cita con Nichola Joss, en quien confía para hacerse faciales; habría pactado con Miguel Pérez, estilista de las celebrities, para que la peine el día de la ceremonia, y ha reservado a su manicurista para que esté presente en el Palacio de Kensington, donde más de un fotógrafo buscará la mejor foto de su anillo de matrimonio.

También se ha preparado físicamente para la cita (y para vencer el estrés que genera): ha estado entrenando tanto en el Palacio de Kensington como en Heartcore Pilates, con su amiga e instructora Heather Dorak. “Sale a correr alrededor del parque la mayoría de los días, y empieza las mañanas con un poco de yoga y meditación”, reveló una fuente de su entorno. En la misma línea, ha moderado su consumo de alcohol, si bien se dice que bebe una copa de vino tinto por las tardes (otra medida para combatir el estrés).

Ya no queda nada para la boda que Jessica Mulroney, su mejor amiga, habría preparado al detalle junto con ella. Aparentemente, Meghan tiene todo bajo control.

Su familia:

La familia de Meghan ha sido objeto de numerosos comentarios y escrutinio periodístico. Y con razón. Su historia es complicada. Sus padres, Doria Ragland y Thomas Markle, se conocieron en el set de la teleserie General Hospital a fines de la década de los setenta, cuando ella trabajaba como asistente de maquillaje y él como iluminador.

Casado y con dos hijos –Thomas Jr. y Samantha–, Thomas se enamoró rápidamente de la atractiva joven afroestadounidense, se divorció de su primera mujer, y poco después se casó con Doria en una corte de Los Ángeles. Meghan nació en 1981 y sus padres se separaron seis años después.

La actriz se ha referido en numerosas ocasiones a la experiencia de crecer en una familia birracial, diciendo que se siente tan orgullosa de su herencia caucásica como de la afroestadounidense. Al momento de definirse, ha dicho, aprendió a crear su propia categoría y apreciar la mezcla de su etnia. Por supuesto, aun en la California de los años ochenta, no fue fácil.

En entrevistas con la prensa ha contado, por ejemplo, cómo ciertas personas en su colegio hacían comentarios racistas sin darse cuenta de que ella era mitad negra. Su media hermana ha confesado incluso que miembros de su propia familia, “ya viejos, no tan evolucionados”, hicieron comentarios de ese tipo cuando Meghan nació.

Meghan Markle cuando asistía al Immaculate Heart High School, en Los Ángeles.

La relación de la futura princesa con su madre es, a todas vistas, excelente. La considera su “roca”, la persona más importante en su vida. Doria, ahora de sesenta y un años, profesora de yoga y funcionaria en una clínica non profit, hizo enormes esfuerzos por criar a su hija de la mejor forma posible, trabajando hasta catorce horas al día para costear exclusivos colegios privados.

Meghan, como agradecimiento, pagó años más tarde la carrera universitaria de su madre, carrera que terminó en 2016, cumpliendo así su sueño de convertirse en terapeuta. A pesar del magnífico futuro de Meghan, Doria ha dicho que continuará viviendo en el pequeño bungalow cercano al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, donde se encuentra actualmente, y que, inmediatamente después del matrimonio en Londres, regresará al trabajo.

Meghan Markle con su madre, Doria Loyce Ragland, a principios de los ochenta.

Thomas Markle, por su parte, no tiene una relación tan estrecha con su hija menor. Originario de Pensilvania, vive ahora semiretirado en México, pero, según ha dicho Meghan, el contacto entre ellos es permanente. Con ocasión del Día del Padre del año pasado, la actriz publicó una foto de ella recién nacida en los brazos de Thomas.

“Tus abrazos siguen siendo los mejores del mundo”, escribió. Thomas, por su parte, asegura que se siente feliz respecto al muy anticipado matrimonio de su hija: “Harry es un verdadero caballero”, declaró.

Meghan Markle con su padre, Thomas Wayne Markle, cuando acababa de nacer, en 1981.

Las cosas son más complicadas con los dos medio hermanos de Meghan. Thomas Markle Jr., un instalador de ventanas de cincuenta y un años que vive en Oregón, fue arrestado en una oportunidad por violencia doméstica contra su novia. Y Samantha Grant, de cincuenta y dos, es quizás el peor dolor de cabeza para Meghan. Amarga y con una peligrosa tendencia a la falta de discreción, ha descrito a su hermana como una “trepadora social” y al príncipe Harry como un “hipócrita”.

El romance con Harry

Que Harry siempre sintió atracción por Meghan no es un misterio. Incluso antes de conocerla, cuando solo la había visto como actriz en la serie Suits. Una amiga en común, Violet von Westenholz, relacionista pública de Ralph Lauren, organizó una cita a ciegas para ellos. Según dijo la propia Meghan en una entrevista el día de su compromiso oficial, no estaba muy informada sobre Harry ni sobre la monarquía británica. “Lo único que pregunté fue si era un hombre amable”.

A mediados de 2016 se reunieron en Londres a tomar un trago y la conexión fue inmediata. Antes de despedirse, quedaron de acuerdo en juntarse nuevamente al día siguiente. Dos semanas después, Harry la invitó a África, un viaje que, según ambos, resultó fundamental en su relación porque fue entonces cuando pudieron finalmente “conocerse”, sin cámaras alrededor ni el peligro de que su incipiente romance se hiciera inmediatamente conocido.

Cuatro meses más tarde, el Sunday Express de Londres filtró la noticia y, poco después, molesto por los comentarios racistas y sexistas en las redes sociales y los tabloides, el príncipe emitió un comunicado a través del Palacio de Kensington pidiendo respeto y privacidad para Meghan, a la que llamó por primera vez su “novia”. En una entrevista posterior, ambos señalaron haber quedado “sorprendidos” por las reacciones ante su noviazgo.

 

En diciembre de 2016, Meghan fue fotografiada en Toronto luciendo un colgante de oro con las iniciales M y H. Para entonces, la actriz ya había conocido a la reina, quien, según Us Weekly, estaba “encantada con ella y feliz por su nieto”. Después de pasar ese Año Nuevo juntos en Londres, la pareja viajó a Noruega, para pasar unos días en una remota cabaña arrendada a través de Airbnb.

En agosto de 2017, ella y el príncipe viajaron nuevamente a África para celebrar el cumpleaños número treinta y seis de la actriz, y dos meses después, en octubre, Meghan ocupó la portada de Vanity Fair bajo el título Wild about Harry. El noviazgo era un hecho, y quedó oficialmente confirmado con el anuncio de su compromiso el 27 de noviembre de 2017.

Sus relaciones pasadas

Para haber sido una starlet de Hollywood, Meghan mantuvo siempre una muy discreta y sorprendentemente corta lista de novios. Hasta donde se sabe, hubo solo tres hombres en su vida antes de Harry: el golfista Rory McIlroy, con el que mantuvo un corto romance en 2014; Cory Vitiello, un chef y restauranteur canadiense que salió con ella entre 2014 y mayo de 2016, justo antes de que Harry apareciera en escena; y, por supuesto, el productor de Hollywood Trevor Engelson, con el que se casó en una ceremonia realizada en Ocho Ríos, Jamaica, en 2011, y del que se divorció en 2013.

Según tabloides, Meghan le anunció que quería poner fin al matrimonio a través de un mensaje de texto. Engelson, informó el portal Deadline hace un tiempo, piensa producir ahora una serie sobre un productor de cine que pierde a su esposa en los brazos de un príncipe.

Trevor Engelson, con quien Meghan Markle se casó en 2011 y se divorció dos años después.

Su filantropía

A pesar de todas sus diferencias, Meghan y Harry crecieron con algo en común: su interés en la filantropía y las causas humanitarias y sociales. A los once años, por consejo de su padre, Meghan escribió una carta a Procter & Gamble protestando por un aviso de detergente en televisión que llevó a que sus compañeros de colegio dijeran que “las mujeres pertenecen a la cocina”.

La firma cambió luego su publicidad, evitando desde entonces hacer cualquier alusión al género. Fortalecida por esa experiencia, en los años siguientes Meghan escribió cartas a algunas de las mujeres más poderosas de Estados Unidos, incluyendo a Hillary Clinton y la periodista Linda Ellerbee. En 2015, en la cúspide de su fama por su papel en la serie Suits, dio un poderoso y emotivo discurso en las Naciones Unidas durante el Día Internacional de la Mujer.

Meghan Markle estuvo en la India en junio del año pasado, defendiendo la igualdad de género.

Como embajadora de World Vision –una organización canadiense que promueve la paz, el progreso y la justicia para los niños en situación precaria–, la novia de Harry ha viajado a Ruanda e India, viajes que, según ha dicho, han dejado una importante huella en su corazón.

Como embajadora de la organización humanitaria World Vision, Meghan Markle visitó Ruanda en 2016.

Su carrera

Meghan siempre quiso ser actriz. Videos de niña la muestran a menudo disfrazada de princesa, con una corona de papel, dando órdenes a sus amigas. Después de estudiar en Northwestern University, en Chicago, donde obtuvo doble diploma en Teatro y Estudios Internacionales, se mudó a Los Ángeles, donde consiguió roles pequeños en la teleserie General Hospital y en CSI: NY. También trabajó como modelo, especialmente en un programa de concursos llamado Deal or no Deal, donde su labor principal fue lucir bien en un ajustado y corto vestido y abrir una maleta que podía o no estar repleta de dinero.

Su siguiente paso fue mucho más satisfactorio. En 2011 obtuvo el rol de la abogada Rachel Zane en la serie Suits, un personaje que la hizo mundialmente conocida y que, además, llamó la atención del príncipe Harry. Incluso antes de conocerla, él confesó que “Rachel” era su mujer ideal. Meghan completó la sétima temporada de la serie a mediados del año pasado y luego renunció, al mismo tiempo que los rumores de su romance con Harry comenzaron a crecer.

Con Patrick J. Adams, uno de los compañeros de elenco en la serie “Suits”.

Meghan también fue la fundadora y editora de un sitio web llamado The Tig, donde, con un estilo muy personal, mezcló asuntos como moda y belleza con llamados a causas humanitarias y feminismo. Jessica Alba e Ivanka Trump estuvieron entre sus columnistas invitadas. El sitio cerró al hacerse oficial la noticia del noviazgo de la actriz.

Ícono de estilo

Desde que se dio a conocer su noviazgo con el príncipe Harry, Meghan pareció destinada a convertirse no solo en princesa, sino también en un ícono de la moda internacional. ¿Y cómo no? Su espectacular figura y su muy personal estilo la hacen un colgador ideal para cualquier diseñador. Durante sus años como actriz, se hizo conocida por un guardarropa que, aunque siempre elegante, tenía claros toques de seducción: escotes reveladores, faldas cortas, stilettos y cinturas entalladas.

Durante el día, prefiere jeans, polos y chaquetas estructuradas o trenchs acompañados casi siempre por una bufanda o foulard. Sus carteras son pequeñas o medianas, pocas veces se la ha visto con un gran tote.

Por supuesto, su nuevo rol como novia y futura esposa de un miembro de la monarquía ha afectado también su clóset. Aconsejada por su estilista y mejor amiga, Jessica Mulroney y, según se rumorea, por su futura concuñada, Kate Middleton, Meghan ha adoptado rápidamente el estilo royal sin perder su glamour hollywoodense.

En las últimas semanas ha ido sumando nuevas marcas a su repertorio: Stella McCartney para asistir al concierto de cumpleaños de la reina; Alexander McQueen y Roland Mouret para una celebración de los futuros Invictus Games en Australia; Altuzarra para el Foro de Jóvenes del Commonwealth; Burberry para una visita a Edimburgo, y elaboradas boinas de Philip Tracey para ocasiones especiales.

Nadie sabe a ciencia cierta quién diseñará su vestido de novia, y la incógnita no será revelada hasta el día de su matrimonio, pero, según los editores de moda de The Guardian, Stella McCartney, Erdem y Christopher Bailey, ex director creativo de Burberry, estarían en la competencia. A ellos hay que agregar a Sarah Burton, directora creativa de Alexander McQueen y diseñadora del recordado vestido de novia de Kate Middleton.