A propósito del matrimonio del primo de la reina Isabel II, Lord Ivar Mountbatten, con el director de servicios aéreos, James Coyle, repasamos la historia de otros royals que se opusieron a los prejuicios de su tiempo. 

1. Felipe I de Orleans (1661 – 1701):

El hermano menor de Luis XIV, rey de Francia y de Navarra, jamás ocultó su homosexualidad, a pesar de que tuvo dos esposas, Enriqueta Ana Estuardo (1661-1670) e Isabel Carlota del Palatinado (1671-1701), y siete hijos que hoy son antepasados de las principales casas reales de Europa. Según diversos historiadores, su gran amor fue el noble Felipe de Lorena y se los conocía en el Palacio Real de París como «los dos Felipes». 

2. Ludwig de Habsburgo (1842 – 1919):

Hermano del emperador Francisco José I de Austria y cuñado de la célebre ‘Sissi’, el archiduque Ludwig de Habsburgo jamás se casó ni tuvo descendencia. Hasta el fin de sus días, se opuso a contraer matrimonio con una mujer.

Su homosexualidad no era un secreto: durante su niñez, su madre lo vestía con túnicas de princesa y esa afición perduró en él toda su vida. Cuando su hermano lo desterró de Viena por un escándalo homosexual, el príncipe se refugió en un palacio de Salzburgo y se dedicó a obras de caridad hasta el día de su fallecimiento. 

3. Luis II de Baviera (1845 – 1886):

El rey Ludwig II de Baviera es recordado por sus excentricidades, especialmente por el castillo que construyó en Alemania, Neuschwastein. Gran amante de la ópera, fue mecenas de Richard Wagner: existen más de 600 cartas de amor entre los dos que muestran que tuvieron una relación. El rey también mantuvo un romance con el caballerizo de la casa real, Richard Hornig, la estrella de teatro húngara Josef Kainz y el cortesano Alfons Weber.

A pesar de sus romances homosexuales, Ludwig II de Baviera deseó que nunca se revelaran sus amoríos con el deseo de mantenerse fiel a los dogmas católicos. 

Sus últimos días fueron oscuros: lo declararon incapacitado para gobernar (el diagnostico fue esquizofrenia) y murió ahogado en un lago junto a su psiquiatra. Según el diario ABC, existe la teoría de que el rey fue asesinado para que su primo, el príncipe Luitpold, liderara el reino. 

4. Jorge de Grecia (1869 – 1957): 

El segundo hijo del rey Jorge I de Grecia y de la reina Olga fue un miembro muy querido de la familia real griega y llegó a ser Alto Comisionado de Creta durante el período de transición de la soberanía otomana a su unión con Grecia. Cuando tenía 14 años, sus padres lo enviaron a Dinamarca para que continúe su formación con su tío, Valdemar de Dinamarca, comandante de la marina.

Según Vanity Fair, el príncipe mantuvo una relación sentimental con su tío que duró décadas. A pesar de que llegó a casarse con Marie Bonaparte, princesa Napoleón, no dejó de lado a su «gran amor». «Jorge y su mujer no tuvieron un matrimonio feliz, pero sí se profesaron una profunda y sólida amistad. En sus memorias, María Bonaparte confesó que su marido siempre la besó en la frente, jamás en los labios», explica la publicación. 

5. Félix Yusúpov (1887 – 1967):

Hijo del conde Félix Félixovich Sumarókov-Elston, gobernador de Moscú, y de la princesa Zinaída Yusúpova, una de las mujeres más ricas de Rusia. En la infancia, Félix reveló su homosexualidad: utilizaba la ropa de su madre y acudía a varios eventos vestido como mujer. «Abiertamente gay, mantuvo relaciones sexuales con aristócratas como el gran duque Demetrio, quien años después sería amante de la diseñadora Coco Chanel», cuenta Vanity Fair

Yusúpov es recordado por liderar el asesinato de Grigori Rasputín. Algunos historiadores sostienen que Rasputín estaba interesado en el príncipe y que el príncipe había acudido a él para que curara su condición homosexual. Lo cierto es que el asesinato fue totalmente político. 

6. Luis Fernando de Orleans y Borbón (1888 – 1945):

Primo de Alfonso XIII de España, el infante fue desposeído de su condición en 1924 por «conductas inmorales». El rey de España tomó la decisión al ser informado de un asunto escabroso: el fallecimiento de un marinero durante una de las orgías homosexuales organizadas por su primo. Ante ello, Luis Fernando de Orleans y Borbón fue repudiado por toda su familia.

El «infante maldito» se refugió en el París de La Belle Époque al cobrar su herencia. Se dedicaba a frecuentar, junto a su amante Antonio de Vasconcelos, las más brillantes fiestas, mientras dilapidaba su fortuna. Cuando se le acabó la herencia, se refugió en la millonaria estadounidense Mabelle Gilman, con quien no pudo llegar a un acuerdo económico. Finalmente, se casó con la mujer más rica de Francia, la princesa viuda de Broglie, cuyo patrimonio liquidó en cuatro años. Murió en París con 56 años.