El investigador de la fotografía peruana Andrés Garay ha estudiado durante más de veinte años a las figuras fundacionales de la fotografía artística en nuestro país: desde el arequipeño Max T. Vargas hasta su discípulo, el genial Martín Chambi, sobre el que ha publicado cinco libros. En setiembre inaugurará en Santiago de Chile una exposición que muestra la obra que Chambi produjo en esa ciudad en 1936.
Por Renato Velásquez (@velasquezrenato)
En 1908, Martín Chambi dejó su natal Coasa (un pueblecito congelado a casi cuatro mil metros de altura en Carabaya, Puno) para trabajar como asistente en el estudio fotográfico de Max T. Vargas, un retratista ambicioso y visionario que se movía por todo el sur peruano y que dirigía dos estudios en simultáneo: uno en La Paz (Bolivia) y otro en Arequipa, el principal, al que llegaría el aprendiz de diecisiete años.
Arequipa, el origen:
Este es un momento determinante en la historia de la fotografía en el Perú. Arequipa era entonces una sociedad con un gusto sofisticado por la fotografía, que había visto florecer dos estudios que rivalizaron en talento. Uno era el de Max T. Vargas. El otro, el de Emilio Díaz, quien en 1900 había recibido una medalla de bronce en el Salón de París por un magnífico retrato de una dama arequipeña. Ambos hombres habían fundado sus respectivos emprendimientos en el mismo año: 1896.
Chambi bebería de este acervo, y su obra es inexplicable sin el aprendizaje de una estadía en la Ciudad Blanca que se prolongó por nueve años. “Mi arte es arequipeño”, aseguraría décadas más tarde, “porque ahí aprendí a hacer retratos y paisajes”.
Casi cien años después, el investigador Andrés Garay (doctor por la Universidad de Navarra y catedrático en la Universidad de Piura) visitaba Arequipa junto a su colega Jorge Villacorta en busca de los orígenes de la genialidad de Martín Chambi, a quien ya había consagrado su tesis doctoral.
“Solo contábamos con unos cuantos datos y un par de contactos. Por descendientes de Max T., sabíamos que no existía su archivo fotográfico”, recuerda Andrés. “Pero gracias a amigos arequipeños que nos presentaron a familias locales, empezamos con nuestro método de revisión de álbumes y archivos fotográficos. Y ahí encontramos un tesoro, una cultura fotográfica sólida y fascinante, especialmente en el terreno del retrato. Llegamos a visualizar cerca de tres mil fotografías originales de época que tenían una fuerza visual sobrecogedora”.
En 2005, Villacorta y Garay montaron una exposición en el Icpna, donde presentaron sus hallazgos sobre la obra de Max T. Vargas y Emilio Díaz. Los fotógrafos, adversarios en su tiempo, ahora compartían galería y elogios. En 2007 se publicó el libro sobre la muestra.
Chambi llega a Cuzco
Luego de formarse en Arequipa, Martín Chambi se instala en Cusco en 1920, y allí desarrolla su obra inmortal. “La producción del retrato fue la base de la empresa fotográfica, la cual funcionaba en su estudio de la calle Márquez y atendía pedidos fuera de él con retratos en exteriores que se pueden leer como verdaderos discursos humanos”, apunta Garay. “Y la fotografía documental, que realizó libremente, fuera de contratos, fue su gran obra construida acorde a su gran ideal de comunicar al mundo los valores de su identidad”.
En una entrevista de 1958, Chambi explica el propósito de su arte: “Desde que me tomé la fotografía en serio, mi ideal ha sido solo uno, dar a conocer al mundo la belleza natural de mi patria y la imagen tan hermosa de las ruinas que hablan de nuestro pasado histórico”.
Materializó ese ideal de todas las formas que pudo: exposiciones fotográficas a nivel local, nacional e internacional; contribuciones frecuentes en los principales medios impresos del Perú y varios del mundo, producción y venta de postales que hoy son muy apreciadas; venta de vistas especiales para viajeros, turistas y científicos; participación en concursos de arte y fotografía…
“Chambi fue un hombre de ideales que quiso comunicar los motivos por los cuales habría que estar orgullosos de la identidad peruana”, subraya Andrés Garay. El académico ha publicado cinco libros sobre su obra a lo largo de veinte años de investigación ininterrumpida, algo que lo ha llevado por caminos insospechados.
Hallazgos en Berlín
A raíz del libro sobre Emilio Díaz y Max T. Vargas publicado en 2007, Andrés Garay fue contactado por la antropóloga alemana Annika Buchholz, quien estudiaba a Vargas a partir de fotos suyas que custodiaba el Instituto Iberoamericano de Berlín (IAI, por sus siglas en alemán).
Garay fue becado para indagar en ese archivo, y lo que encontró fue asombroso. “Constaté la existencia de más de ochenta fotografías originales de Max T. Vargas exclusivamente de vistas andinas. Ante la pérdida del archivo de Max T., este conjunto era el que más fotos reunía de su producción documental, material que Jorge Villacorta y yo habíamos visto muy poco en diferentes colecciones privadas”, explica el investigador. Además, encontró cuarenta fotografías originales de Martín Chambi.
Pero ¿de dónde provenían esas fotos? ¿Y cómo habían ido a parar allá? Andrés Garay cuenta que en 1897, Max T. Vargas (a la sazón, de veinticuatro años) pasó cuatro meses en Cusco fotografiando vistas de la ciudad y ruinas, imágenes que luego pondría a la venta en las vitrinas de su estudio de Arequipa. El arqueólogo alemán Max Uhle le compró la serie en 1905 y luego la legó al Instituto Iberoamericano de Berlín.
Las fotos de Chambi recorrieron un camino parecido. Por su gran contenido documental y estético, fueron compradas en Cusco en 1929 por el investigador alemán Walter Lehmann, y luego entregadas al IAI.
El resultado de esta investigación se publicó el año pasado en el libro “Cusco revelado”. Ahora Andrés Garay se encuentra embarcado en un proyecto de investigación que se enfoca en el viaje que Martín Chambi hizo a Chile en 1936, justo cuando se encontraba en su apogeo artístico. Sin duda, el maestro sigue vivo.
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