El fallecimiento de Rafael Hastings ha dejado esta semana un gran vacío, quizás acrecentado por la distancia física de la cuarentena. Este vacío, sin embargo, lo llena su legado en el mundo del arte peruano.
Por Fátima Poppe
Su obra, pionera en introducir en los años sesenta la vanguardia y las prácticas dadaístas en la plástica peruana, fue tan amplia como los diversos soportes y técnicas que utilizó: “Siempre creí que eran distintas caligrafías de un mismo proceso”, decía el artista. Pintura, acuarela, fotografía, video, escultura o poesía fueron algunos de los recursos que utilizó para crear el universo en el que interpretaba diversas realidades o mostraba a ese “Hastings, el arte de los mil rostros”, como se tituló su recordada retrospectiva en el año 2000 en el ICPNA.
Estudió en Lovaina, Bélgica, en la Academia de Bellas Artes y en el Royal College of Art de Londres, en Inglaterra. Su primera muestra personal en Bruselas fue presentada por el bailarín y coreógrafo Maurice Béjart y por Jean-Luc Godard, y fue ahí que el famoso director de cine describió su obra señalando que se trataba de “piezas de vida que escapan del sistema, de lo bueno y lo malo, de la belleza y la fealdad, lo correcto e incorrecto. Al conectar con un momento de la vida, deja de insistir en los ‘valores’. Me doy cuenta de esto, quizás solo porque soy consciente de que lo que más disfruta es el acto de pintar”.
La obra de Rafael Hastings se encuentra en museos como el MoMA de Nueva York, el Museo de arte de Berlín, el Museo de Arte Moderno de París o el Museo de Arte de Lima y en reconocidas colecciones privadas.
Fotografió a Jorge Eduardo Eielson y fue retratado por Baldomero Pestana. En los últimos años pudimos conocer de cerca sus versos con la publicación de sus “Poemas mentales” (2017). Fue el encargado de realizar el gran mural de la Universidad Nacional de Trujillo (considerado uno de los más grandes de Latinoamérica), en el que plasmó en más de un kilómetro de mosaicos de cerámica, el contenido de sus diversos cuadernos de viaje o bitácoras.
Su incalculable obra plástica se puede conocer en volúmenes como, “Rafael Hastings: pinturas, esculturas y bocetos” (2000), “Los diarios secretos” (2013), “El futuro es nuestro y/o por un pasado mejor 1983-1964” (2014), y los mencionados “Poemas mentales” (2017). Hasta siempre, maestro.