Dayner Tafur-Díaz, de tan solo 26 años, es el primer peruano en ocupar el puesto de director asistente en la Filarmónica de Berlín que es una de las mejores del mundo. Este es solo uno de los tantos éxitos en la música clásica que ha tenido en los últimos años.
Por Ariana Cortez
Este mes, Dayner Tafur-Díaz volvió a ser noticia por uno de sus tantos logros en el mundo de la música clásica. El director de 26 años compartió en redes sociales que ganó la Siemens Conductor Scholarship 2024, y será el director asistente de Kirill Petrenko durante la temporada 2024-2025. Recordemos que esta no es la primera vez que representa al Perú en las competencias más importantes de música en el mundo. Hace dos años, fue el primer peruano en ganar el Concurso Internacional de Directores de Ópera en Bélgica. En esta entrevista con COSAS, nos brinda algunos detalles sobre sus inicios como director, el apoyo de sus padres y otros proyectos que tiene pendientes.
Sabemos que tu carrera como director de orquesta en Alemania empieza a los 19 años. ¿Qué sucedió antes? ¿Cómo te diste cuenta de que tenías una sensibilidad para la música?
Me di cuenta en el colegio. Tocaba trompeta en ese tiempo, así que solía tocar música popular: cumbia, salsa, merengue. Siempre sentí que me gustaba, aunque tenía otras opciones, como Medicina. Sin embargo, recien a los 14 años comencé con la música clásica en los proyectos DaCapo y Arpegio, donde tuve mi primera experiencia como director. Estuve un tiempo muy breve en el Conservatorio de Música de Trujillo, y en 2017 me mudé oficialmente a Alemania.
Además de optar por el camino complicado de la música, te fuiste muy joven. ¿Qué papel jugaron tus padres durante esta experiencia?
Desde el inicio me apoyaron, aunque hubo momentos en los que intentaron convencerme de que estudiara otra cosa, por seguridad. Para mí, siempre fue claro que el plan A era la música, y tener un plan B no era una opción. Aun así, el apoyo fue firme. Me ayudaron, por ejemplo, haciendo un concierto benéfico antes de que viniera a Alemania, con la orquesta sinfónica infantil juvenil de Chimbote.
¿Y cómo fue la experiencia de irte tan joven e intentar abrirte paso en el mundo de la música en Europa?
Compleja. Cuando llegué a Alemania conocía a muy pocas personas. Además, llegué con un voluntariado en un colegio en Berlín en el que me prohibían trabajar, por lo que vivía de lo poco que me daban para solventar mis gastos. Después de un año, entré a una academia llamada Berufsfachschule für Musik y empecé a buscármelas por mí mismo. La vida en Europa es muy cara, y no quería generar ese gasto a mis padres.
¿Qué sientes cuando estás parado frente a la orquesta y la guías?
Varía dependiendo de si es un ensayo o un concierto. En los ensayos, intento trabajar con más concentración, y en los conciertos, ser lo más libre posible. La mano derecha en dirección de orquesta marca patrones de tiempo, es como si fuera un metrónomo o un reloj. En el concierto, me libero un poco de ese patrón, e intento expresar con todo mi cuerpo lo que quiero mostrar. Obviamente, es importante que lo haga lo mejor posible, pero prefiero tomar riesgos. Prefiero una entrada que suene bien a una entrada que sea técnicamente perfecta.
¿Qué espacio ocupa la música en tu vida?
Gran parte, diría que un 50%, pero hago otras cosas también. Intento planear actividades fuera de casa, me gusta escribir y leer, trato de mantener el equilibrio. Ahora, por ejemplo, estoy escribiendo un libro de autoayuda para músicos que me gustaría publicar, y una novela policiaca a modo de hobby.
Una característica que siempre se atribuye a los artistas es que están en este constante vaivén de rechazo y seducción con su propia obra. ¿Cómo funciona esto cuando eres director de orquesta, por ejemplo?
Siempre tengo presente que he mejorado en comparación a cuando comencé a estudiar Dirección. Muy rara vez pienso que algo está muy mal, prefiero enfocarme en el progreso. Obviamente, hay cosas que se pueden hacer mejor siempre, pero nunca dejo que el rechazo tenga protagonismo.
¿Ganar este premio y ser nombrado director asistente en la Filarmónica de Berlín no te genera cierta presión?
Además de alegría, cuando gané, sentí una carga grande. Esta va a ser mi primera orquesta profesional y voy a entrar como director asistente, lo que implica grandes responsabilidades. Los primeros dos días fueron los más difíciles para mí. Parte importante de mi trabajo es detectar cuáles son los errores que se están cometiendo, pero, a diferencia de orquestas no profesionales o intermedias, en la orquesta de la Filarmónica de Berlín, que es una de las mejores del mundo, el error es mucho más fino y difícil de detectar. Esto me complicó un poco el trabajo, porque me costaba señalar qué mejoras se necesitaban.
Ahora que eres director asistente de la Filarmónica de Berlín, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Qué otros sueños te quedan por cumplir?
Mi sueño siempre ha sido dirigir la Filarmónica de Berlín, y ahora que soy director asistente de Kirill Petrenko, estoy al 50% de ese camino. Otras metas importantes son seguir mejorando y seguir asistiendo. Además de la Filarmónica, hay otra orquesta que voy a asistir y que se anunciará este año. También me gustaría seguir ayudando a las personas a través de mis videos de YouTube y aconsejarlas en lo que pueda con respecto a su camino musical.
¿Hay algún plan para dirigir en el Perú?
La última vez que visité el Perú fue hace un año, y antes de eso habían pasado cinco desde que no ponía un pie en el país. Me han ofrecido algunos proyectos; hasta ahora no hay algo concreto, pero sí me gustaría que suceda. Es una buena excusa para volver.
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