El 16 de noviembre de 1533, se divisó a un escuadrón blanco y rojo formar parte de la guardia del inca Atahualpa. Durante los siguientes tres siglos, con España en Perú, estos colores estuvieron presentes en la bandera del reino de Castilla y León, en el batallón de Cazadores de Fernando VII, así como en la Cruz de Borgoña.

Por: Ítalo Sifuentes 

La primera bandera del Perú tiene más de doscientos años de creación, pero en la historia nacional los colores que la identifican forman parte de la cultura peruana siglos antes de haberse proclamado la independencia. En antiguos documentos consta información de la utilización del blanco y rojo en actividades cotidianas y excepcionales de tiempos prehispánicos, virreinales y, naturalmente, republicanos.

Por decreto del 15 de marzo de 1822, esta es la bandera y el estandarte establecidos por el Supremo Delegado de Gobierno, José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle.

En este artículo se mencionará la data más relevante, no sin antes precisar que, si bien en los libros de los siglos XV y XVI el blanco y otros colores primarios figuran mencionados en cientos de páginas, no es así en el caso de rojo/roja, siendo el origen de esta palabra hasta la fecha un misterio, según se coteja en el “Diccionario histórico de la lengua española”. Para describir objetos de esa tonalidad, en las crónicas figuran los sinónimos carmesí, bermeja, encarnada, entre otros. Muy revelador es el testimonio de un cronista referido al uniforme llamado librea, utilizado por los integrantes de uno de los escuadrones del inca Atahualpa, cuyo diseño era blanco y colorado con escaques o casas de ajedrez, como llamaban a toda figura ajedrezada. Esa vestimenta bicolor que identificaba a la guardia real del Imperio incaico fue vista y registrada el 16 de noviembre de 1533, es decir, unos doscientos ochenta y ocho años antes de ser creada la primera bandera nacional.

El 21 de octubre de 1820 fue creado el primer pendón nacional por José de San Martín, modificado el 15 de marzo de 1822 por el Supremo Delegado del Gobierno, José Bernardo de Tagle, quien el 31 de mayo de ese año dispuso una nueva modificación. Otro cambio se produjo el 25 de febrero de 1825, fecha en que el Congreso Constituyente dispuso: “El pabellón y bandera nacional se compondrán de tres franjas verticales, las dos extremas encarnadas, y la intermedia blanca, en cuyo centro se colocará el escudo de las armas con su timbre, abrazado aquel por la parte interior de una palma a la derecha y una rama de laurel a la izquierda entrelazadas”. Con la ley N° 32251, publicada el 19 de enero de 2025, se unificó y armonizó la regulación de los símbolos de la patria, del Estado y emblemas nacionales (figuras, insignias, objetos, divisas y obras poético-musicales).

El 28 de julio de 1921, Doña Mariana Micaela Ana de Echevarría y Santiago Ulloa, Marquesa consorte de Torre Tagle, dirigió una carta a Don José Francisco De San Martín y Matorras, felicitándolo como su Generoso Libertador.

Durante los casi trescientos años que se prolongó la presencia española, el territorio peruano formó parte de la gobernación de Nueva Castilla (adjudicada en 1529 a Francisco Pizarro) y del virreinato del Perú (creado en 1542). El estandarte de los españoles, utilizado en la Conquista, era colorado, y blanco y colorado era el emblema de su ejército. La bandera del reino de Castilla y León era blanca y roja. La marina utilizaba un pabellón tricolor: blanco, rojo y amarillo. Recién el 28 de mayo de 1785 Carlos III dispuso como bandera nacional una de color rojo y amarillo, que antes utilizaban sus fuerzas navales. Una de color rojo y blanco era la bandera del batallón de Cazadores de Fernando VII, así como la bandera de la Cruz de Borgoña. Todas dejaron de ser utilizadas en el Perú desde la proclamación de su independencia, el 28 de julio de 1821 (la resistencia de los realistas fue hasta 1824, año del triunfo patriota en la batalla de Ayacucho).

 

El 16 de noviembre de 1532, dos personajes que estuvieron presentes en Cajamarca durante la reunión de Atahualpa y Francisco Pizarro dejaron en sus respectivas crónicas valiosa información referida no solo a ese hecho histórico, sino también de los escuadrones imperiales que acompañaron al inca y los colores de sus uniformes. Uno de ellos es Francisco de Jerez, quien escribió “Verdadera relación de la conquista del Perú”, y el otro es Miguel de Estete, autor de “Noticias del Perú”. El primero era el secretario de Pizarro, y el otro, un combatiente que estuvo a su servicio participando en la conquista del Tahuantinsuyo. Ambos dejaron su testimonio respecto a la vestimenta utilizada por la guardia del inca, así como de la población civil.

La primera bandera del Perú independiente fue establecida por el libertador José de San Martín, a través del decreto que se dio en Pisco el 21 de octubre de 1820.

Es Miguel de Estete quien brinda en su obra información específica referida al día de la reunión en Cajamarca: “Comenzaron a entrar por la plaza hasta trescientos hombres como mozos de espuela, con sus arcos y flechas en las manos, cantando un cantar no nada gracioso para los que lo oíamos; antes espantoso, porque parecía cosa infernal; y dieron una vuelta a aquella mezquita, amagando al suelo con las manos, a limpiar lo que por él estaba, de lo que había poca necesidad, porque los del pueblo le tenían bien barrido, para cuando entrase. Acabada de dar su vuelta, pararon todos juntos, y entró otro escuadrón de hasta mil hombres, con picas sin hierros, tostadas las puntas, todos de una librea de colores: digo, que la de los primeros era blanca y colorada, como las casas de un ajedrez. Entrado el segundo escuadrón, entró el tercero, de otra librea, todos con martillos en las manos, de cobre y plata que es un arma que ellos tienen; y así de esta manera, entraron en la dicha plaza muchos señores principales, que venían en medio de los delanteros y de la persona de Atabalica detrás de éstos, en una litera muy rica, los cabos de los maderos cubiertos de plata, venía la persona de Atabalica; la cual traían ochenta señores en hombros; todos vestidos de una librea azul”.

“El blanco y rojo fueron colores simbólicos utilizados por los incas en sus rituales”.

Francisco de Jerez es quien, en su obra, proporciona la siguiente información complementaria: “llegó el gobernador (Pizarro) a este pueblo de Cajamarca, viernes a la hora de vísperas, que se contaron 15 días de noviembre año del Señor de 1532”, agregando que los emisarios acordaron realizar la reunión al día siguiente, fecha en que “hasta la tarde duró el venir la gente por el camino, venían repartidos por escuadrones… La delantera de la gente comenzó a entrar en la plaza. Venía adelante un escuadrón de indios vestidos de una librea de colores, a manera de escaques… Todos venían repartidos en sus escuadras con sus banderas y capitanes que los mandan, con tanto concierto como turcos… Traen sobre la ropa las mujeres unas reatas muy labradas, fajadas por la barriga. Sobre esta ropa traen cubierta una manta desde la cabeza hasta media pierna, que parece mantillo de mujer… Los hombres visten camiseta sin mangas y unas mantas cubiertas”.

El emblema del ejército español conquistador era blanquirrojo.

Del blanco y rojo como colores simbólicos utilizados por los incas en sus rituales dejaron testimonio varios cronistas. Uno de ellos es Juan Diez de Betanzos, quien estuvo en la conquista con Pizarro. Publicada en 1551, en su obra “Suma y narración de los incas” informó cómo, según lo dispuesto por Inca Yupanqui, debían realizarse en “los ayunos, ceremonias y sacrificios al sol durante la fiesta (raymi)”. El mandato imperial era: “Vistan al novel una camiseta colorada y con una lista blanca de abajo arriba por medio de la camiseta, con cierta flocadura según por el remate de la camiseta, y pónganle en la cabeza una cinta colorada con una lista de cualquier color”.

Otro cronista que se refirió al valor simbólico del blanco y rojo fue Bernabé Cobo, quien en su obra “Historia del nuevo mundo” brinda esta información: “Tenían los de cada nación y provincia, hombres y mujeres, sus señales y divisas por donde eran conocidos, y no podían andar sin ellas ni trocarlas con las de otra nación, so graves penas. Esta señal traía en el vestido con diferentes listas y colores; y los hombres otra en la cabeza más señalada, diferenciándose cada nación en el tocado…”. En el capítulo referido a las fiestas y sacrificios que los incas hacían en el segundo mes del año, refiere que “El primer día de este mes salía el Inca a la plaza… Tornábanse a juntar en el mismo lugar el primer día de la luna llena, en que sacrificaban al sol diez carneros de todos colores, por la salud del Inca; y la noche que se seguía a este día velaban todos hasta la mañana, bailando y cantando por todas las calles de la ciudad del dicho baile yaguayra, y quemaban en la plaza diez vestidos de ropa muy fina, colorada y blanca, que contribuían todas las parcialidades: dos ofrecían al sol, dos a la luna, otros dos al trueno, al Viracocha otros dos, y a la tierra otros dos”.

 

 

El MUCEN posee alrededor de 28 mil piezas de arte y numismática, además de objetos de la cultura Chimú y Lambayeque.

Escudo Nacional del Perú. Óleo sobre madera de José Leandro Cortés. Colección del Museo Central-MUCEN.

Diego de Castro Titu Cusi Yupangui fue entre 1563 y 1570 monarca en Vilcabamba, reducto de la resistencia inca contra la monarquía española. En su obra “Relación de la conquista del Perú y hechos del inca Manco Segundo”, expresó: “El sétimo mes respondía a junio y llamábase Auca-Cuzqui. En él se hacía la fiesta principal del Sol, que se decía Inti-Raymi… Acabando de hacer el baile, enviaban las estatuas del Sol dos carneros grandes hechos de cierta confección, y dos corderos, a este cerro de Manturcalla; llevábanlos con grande acompañamiento puestos en unas andas y en hombros de Señores principales ricamente vestidos; iban delante las insignias Reales del Sunturpaucar, y un carnero blanco vestido de una camiseta colorada, y con zarcillos de oro. Llegados al dicho cerro, los ofrecían al Viracocha y quemaban con muchas ceremonias”.

“Quemaban en la plaza diez vestidos de ropa muy fina, colorada y blanca”.

Respecto al uso del color rojo durante el incanato, escribió el cronista mestizo Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), quien en su obra “Historia General del Perú” refiere que: “Se llamaba Miguel Astete, fue después vecino de la ciudad de Huamanga, donde tuvo indios de repartimiento. Al caer, Atahualpa le quitó este soldado la borla colorada que en la frente traía en lugar de corona, y se quedó con ella”. En su obra “Comentarios Reales”, informó que de las insignias que el Inca Manco Cápac traía en la cabeza, reservó una solo para sí y para el uso de los reyes, la cual era una borla colorada. Lo dijo así: “El rey traía esta misma borla; empero, era colorada. Sin la borla colorada, traía el Inca en la cabeza otra divisa más particular suya, y eran dos plumas de los cuchillos de las alas de un ave que llaman corequenque”.

Francisco López de Gómara publicó en 1554 su obra “Historia general de las Indias”, en la que se lee respecto a la mascaipacha: “Tardó Atabalipa en andar una legua cuatro horas, de reposo iba, o por cazar los enemigos. Venía en litera de oro chapada, ya forrada de plumas de papagayos de muchos colores que traían hombres en hombros, y sentado en un tablón de oro sobre un rico cojín guarnecido de muchas piedras. Colgabale una gran borla colorada de lana finífisima de la frente, que le cubría las cejas y sienes, insignias de los Reyes del Cuzco”. La mascapaicha [no mascaipacha] era la corona real, color rojo para los reyes, y amarilla para ser utilizada por el príncipe heredero.

Impresión en metal del siglo XIX que presenta la pintura Mariano Alejo Álvarez y su hijo, de alrededor de 1834 de José Gil de Castro

Mariano Alejo Álvarez y su hijo Mariano, 1834. Museo de Arte de Lima.

Respecto al uso del color blanco como bandera, escribió el cronista mestizo Guamán Poma de Ayala, la cual portaban los chasquis en esos años del siglo XVI. “En la cabeza una cruz y su bandera tafetán blanco, un cuarto, que parezca de lejos, y una corneta para tocar, y que dé un grito grande para que sepa todo el mundo como ha llegado el chasqui”. De qué imágenes colocaron en sus banderas los españoles durante la guerra civil, también dejó valiosa información este cronista: “Alférez general de estandarte Antonio Altamirano, ciudadano y regidor del Cuzco, con ochenta caballeros y sacaron en campañas sus banderas, doctor Cepeda en su bandera puso una imagen de Nuestra Señora, el doctor Carbajal una imagen del señor Santiago, el capitán Carbajal la misma que había llevado contra el virrey Blasco Núñez Vela, el capitán Guevara figuró unos corazones con unos montes y unas letras que decía Pizarro”.

La revisión de las crónicas también permite reconocer que, aparte de rojo y blanco, los incas vestían de trajes ajedrezados de blanco con negro, y de blanco con azul. Según figura en “Arte y vocabulario de la lengua quichua general de los indios del Perú”, publicado en Lima en 1754, la palabra “puca” en español significa “colorado, bermejo”.

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