Las encuestas anticipan que Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga disputarán el balotaje, dejando a MAS, partido que dominó Bolivia desde 2006, fuera de la carrera presidencial. En tanto, hay temor de un golpe de Estado luego de que el presidente Luis Arce cambiara toda la cúpula militar a tres días de los comicios.
Por Daniel Crespo Pizarro
Este domingo 17 de agosto, Bolivia podría cerrar una era política que marcó a toda una generación. Desde que Evo Morales asumió en 2006, el Movimiento al Socialismo (MAS) se mantuvo como fuerza dominante, extendiendo su influencia bajo la gestión de Luis Arce y alineándose con los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Hoy, los sondeos apuntan a un giro sin precedentes: la centroderecha lidera las preferencias y el MAS se aleja del poder.
El empresario Samuel Doria Medina encabeza las mediciones con 21,2 % de respaldo, seguido muy de cerca por el exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga, con 20 %. Si ninguno logra el margen exigido para ganar en primera vuelta, ambos se enfrentarán en una segunda ronda programada para el 19 de octubre. El único aspirante de izquierda con cierta visibilidad, Andrónico Rodríguez, ha caído al quinto lugar con 5,5 %, mientras que el candidato oficialista, Eduardo del Castillo, apenas llega al 1,5 %.

Las elecciones en Bolivia se realizarán este domingo 17 de agosto.
Doria Medina, dueño de empresas cementeras, hoteleras y de franquicias, promete frenar la inflación —hoy en 25,8 % interanual—, estabilizar la moneda y poner fin a los subsidios a los combustibles en sus primeros cien días de gestión, siguiendo ejemplos de ajustes drásticos en la región. Quiroga, ingeniero y expresidente entre 2001 y 2002, anuncia un “cambio radical” para atraer capitales, firmar acuerdos de libre comercio y romper con lo que llama “tiranías regionales”.
En un país golpeado por la escasez de combustibles, alimentos y divisas, y con un tercio del electorado entre indecisos, votos nulos y blancos, las cifras muestran que la hegemonía socialista está más cerca que nunca de llegar a su fin. El 17 de agosto, Bolivia decidirá si rompe un ciclo que ha definido su política interior y exterior durante dos décadas.
Arce cambia la cúpula militar a tres días de las elecciones
A solo 72 horas de las urnas, el presidente Luis Arce decidió reemplazar por completo a los mandos de las Fuerzas Armadas, una medida que eleva la tensión en medio de un escenario político inédito. El contralmirante Gustavo Anibarro asumió como comandante general, acompañado por Mario Sempertegui en el Estado Mayor, Pablo Delgadillo en el Ejército, Marco Choquehuanca en la Fuerza Aérea y Freddy Pozo en la Armada.

El presidente Luis Arce cambia el alto mando de las Fuerzas Armadas y crece el temor por un posible golpe de estado en Bolivia.
Aunque se teme que esté allanando el camino para un golpe de estado, Arce aseguró que el relevo busca garantizar paz y respeto al proceso electoral. El momento elegido genera interpretaciones sobre su impacto en una contienda donde las encuestas apuntan a la salida del MAS tras casi dos décadas en el poder.
La última renovación del alto mando fue en octubre de 2024, cuando enfrentó bloqueos y protestas por parte de simpatizantes de Evo Morales. Esa crisis se extendió por más de tres semanas y puso en riesgo la gobernabilidad del país.
La renovación de la cúpula castrense llega en un contexto de alta tensión y con un 33,1 % del electorado repartido entre indecisos, votos nulos y en blanco, un margen capaz de modificar cualquier proyección. Mientras tanto, la inflación récord y la escasez de bienes básicos mantienen la presión social en niveles inusuales, con la seguridad electoral bajo la mirada de todos los actores políticos.
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