Las piezas peruanas de cerámica y cubiertos se transforman en protagonistas de la alta gastronomía, elevando las mesas de restaurantes renombrados gracias a talleres de diseñadores y artesanos locales.

Por: Micaela Simón

Virgilio Martínez ha sido uno de los principales impulsores de incorporar la vajilla al relato gastronómico, partiendo por su colaboración con Null Lab. Este taller, fundado por Sergio Murga en Barranco, desarrolla piezas a medida para espacios como Central, Mérito o Mauka, donde cada soporte se concibe como una extensión del territorio peruano.

Desde Central hasta proyectos como MIL o Mayo, la cocina de Virgilio Martínez requiere piezas que traduzcan ecosistemas, alturas y paisajes. Aquí te contamos cómo otros estudios como Cotto Design, Altamar, Pájaro Loco y Polen Studio —algunos de los recomendados por el— crean hoy piezas únicas para algunas de las mesas más destacadas del Perú y del extranjero.

COTTO

Corinna Silva-Rodríguez Bonazzi, dueña de Cotto

Cotto nació del espíritu creativo de Corinna Silva-Rodríguez Bonazzi, diseñadora peruana formada en Otis/Parsons (Los Ángeles), quien fusionó su sensibilidad familiar con su formación gráfica y su experiencia en Estados Unidos y México.
Hablando con Camila, marketing manager de la marca, la historia adquiere claridad: “Corinna creó Cotto en 2008; empezó haciendo piezas personales”.

El punto de quiebre llegó cuando Virgilio Martínez las buscó al abrir Central. “Ahí comenzamos a hacer piezas exclusivas para restaurantes y hoteles”, contó. Ese vínculo con la alta gastronomía se consolidó durante años, posicionando a Cotto como un aliado de la industria.

La pandemia abrió una nueva etapa: “Creamos una línea diseñada por nosotros para clientes directos; ahora también vendemos para casas”. Actualmente, la marca opera con tienda online y un display en su estudio de Barranco.

Vajillas de Cotto

La estética de Cotto tiene una raíz íntima. “Somos una familia que cocina muchísimo; la mesa es un punto de referencia”, explicó. Por eso, sus piezas responden a un estilo minimalista, moderno, con inspiración Bauhaus, pensado para perdurar: “Tenemos piezas de cuando mi ella empezó que hoy siguen vigentes”. Para esta temporada, la firma apostó por una paleta más vibrante: “Estamos lanzando colores vivos, pensados para el verano y las casas de playa”.

Cotto mantiene también su línea de hospitality, donde todo se diseña a medida. “Hemos hecho piezas para Carnaval, Marcelo Wong, Abel Ventín, restaurantes y cafés”. Su esencia permanece intacta: “La mayoría de las piezas son hechas a mano; ninguna es igual a otra”.

ALTAMAR

Nagib Zariquiey, dueño de Altamar

Altamar, fundado por Nagib Zariquiey, ha construido una estética reconocible a partir de la naturaleza, el mar y la investigación de texturas. “Tenemos tres ejes: clases, vajilla personalizada para hoteles y restaurantes, y piezas limitadas para nuestra tienda”, explicó.

Cada pieza se elabora a mano en su taller, incluyendo los esmaltes. “Formulamos todos nuestros esmaltes; nos encanta jugar con forma y textura”. Su identidad se cristaliza en un tono insignia: el Azul Altamar, presente en tazas, vasos y piezas utilitarias.

Tono Azul Altamar

La marca ingresó a la gastronomía en 2019. “Nuestro primer cliente fue Central”, recordó. Luego llegaron Astrid & Gastón y, con el tiempo, la cadena Belmond: Monasterio (Cusco), Sagrado (Urubamba), Miraflores Park (Lima). La continuidad de estos encargos consolidó a Altamar como una referencia en vajilla para hoteles de lujo.

Nagib complementó su línea creativa con una base formativa particular. Aunque estudió diseño en la PUCP, su aprendizaje en cerámica fue autodidacta. “Todo lo que sabemos de utilitario y esmaltes lo aprendimos experimentando con nuestro horno”. Esa investigación constante le permitió desarrollar un lenguaje visual propio, donde conviven forma, función y un fuerte vínculo con el paisaje peruano.

PÁJARO LOCO

Pablo y José Carlos Fernández, los dueños de Pájaro Loco

Detrás de Pájaro Loco están Pablo y José Carlos Fernández, dúo creativo que combina cerámica y madera para dar vida a menaje y mobiliario con sello propio. En solo cinco años, su estudio se volvió favorito del circuito gastronómico: han desarrollado piezas a medida para referentes como Central, Maido y Osaka, y también para cafeterías clave como Punto Café, Latente, Monótono y Three Monkeys.

El trabajo de Pablo Fernández, fundador de Pájaro Loco, está profundamente ligado al sector gastronómico. “El 99% de lo que hacemos es para restaurantes, hoteles y cafeterías”, afirmó. Su showroom en Barranco funciona como vitrina y tienda, pero cada pieza nace de encargos específicos: platos, contenedores y objetos diseñados para distintas propuestas culinarias.

Piezas de Pájaro Loco

En los últimos años, la marca encontró una fuerte demanda en el mundo del café. “Hay mucha innovación en piezas para cafeterías; los baristas buscan objetos que acompañen su servicio”, explicó. Además de la cerámica, gestionan un taller de madera en Villa El Salvador donde producen bandejas y mobiliario complementario.

Parte de la identidad de Pájaro Loco se construye en Casa Rocaverda, la casona barranquina que comparten con una cafetería y una artista visual. “Es un espacio donde puedes ver la cerámica, tomar un café y explorar propuestas creativas”, comentó. El resultado es un ecosistema creativo que refleja la intersección entre diseño, arte y gastronomía contemporánea.

POLEN STUDIO

Elizabeth Vásquez, dueña de Polen Studio

Polen Studio, liderado por Elizabeth Vásquez, se ha consolidado como un referente de la cerámica actual. Con casi una década de trayectoria, el estudio creció desde una práctica inicialmente escultórica hacia piezas utilitarias y producciones hechas a medida. “Mi propuesta es cerámica hecha a mano, inspirada en la naturaleza, con un enfoque en diseño”, dijo.

Orquídea Lamp de Polen Studio

El taller trabaja para restaurantes peruanos e internacionales: Central, Maita, cafeterías artesanales y proyectos en Dubái (NASCA) y Los Ángeles (Monarch, del exdirector creativo de Kenzo). La variedad responde a una investigación técnica que es parte del ADN del estudio. “Usamos técnicas locales como el paleteado de Chulucanas, y orientales como el nerikomi. También combinamos procesos artesanales con otros semiindustriales”, explicó Elizabeth.

La identidad visual de Polen proviene de referencias precolombinas, colores de la naturaleza y el estudio profundo de materiales. El resultado son piezas de carácter expresivo pero funcional, que pueden escalarse sin perder su esencia manual. “Lo nuestro es un laboratorio constante”, resumió.

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