Mientras algunos críticos la catalogan como un desastre, el público encuentra en «Megalópolis» una experiencia que, aunque imperfecta, no deja a nadie indiferente.
Por Redacción COSAS
Cuando Francis Ford Coppola, el legendario director detrás de «El Padrino», decidió vender su bodega de vino en el Valle de Napa para financiar su ambicioso proyecto “Megalópolis”, pocos creían que una película tan arriesgada y personal vería la luz. Con un presupuesto de $120 millones de dólares y sin respaldo de ningún gran estudio, Coppola puso en juego su legado, y el resultado es una película que ha encendido pasiones y desatado críticas como ninguna otra en 2024.
De las sombras a la polémica
Desde el inicio, la producción de «Megalópolis» estuvo envuelta en controversias. Los rumores de un set caótico, con Coppola comportándose de manera errática y con acusaciones de acoso sexual, pintaron un cuadro preocupante. A esto se sumó una campaña publicitaria plagada de errores, incluyendo un tráiler que tuvo que ser retirado por usar citas incorrectas.
Sin embargo, para Coppola, este proyecto era más que una simple película; era su visión, su sueño. Ambientada en una versión alternativa de Nueva York llamada «New Rome», donde el Imperio Romano sobrevivió hasta la modernidad, la cinta es una exploración de la decadencia, el poder y la ambición.
Una obra maestra incomprendida
Aunque los críticos han sido duros, describiendo la película como un «desastre absoluto», la respuesta del público ha sido sorprendentemente más positiva. En San Francisco, por ejemplo, los espectadores que asistieron a las funciones en IMAX salieron del cine con opiniones divididas, pero todos coincidieron en algo: «Megalópolis» es una película que requiere ser vista más de una vez.
«Es confusa, sí, pero tiene una profundidad que solo aprecias con un segundo visionado», comentó Neil Saxana, un apasionado de la historia clásica. «Las referencias a la antigüedad y la ambición de Coppola son innegables.»
Otros, como Ryan Coughlin, admitieron haberse perdido en la narrativa por momentos, pero no dudaron en calificarla como una experiencia única. «Es absurda, incoherente por momentos, pero fantástica en su esencia. Definitivamente volveré a verla», afirmó.
Por su parte, Adam Rolseth, quien la ha visto dos veces, describe la película como «tonta pero entrañable». Para él, aunque la cinta falla en muchos aspectos, la audacia de Coppola merece admiración.
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