Monseñor Paolo Rocco Gualtieri, nuncio apostólico en nuestro país, reflexiona sobre la figura del sumo pontífice, su magisterio, los desafíos de la Iglesia y el vínculo especial del Papa con nuestro país.
Por Daniel Crespo Pizarro
La partida del Papa Francisco marca el final de un pontificado que transformó la Iglesia católica con su apuesta por una fe más cercana, solidaria y comprometida con los signos de los tiempos. Monseñor Paolo Rocco Gualtieri, Nuncio Apostólico en el Perú, recuerda al Santo Padre como un hombre sencillo, de profunda humanidad, y repasa el impacto de su visita al país, el camino de reformas que impulsó y su mensaje de fe puesta en práctica.
¿Cómo describiría usted al Papa Francisco como persona y como pontífice?
Tuve la oportunidad de conocerlo más de cerca cuando visitó Madagascar en 2019. Era una persona muy sencilla, muy discreta. Me fascinaban su estilo, su santidad y su magisterio. No imponía muchos protocolos, y su concepción de la Iglesia fue central: una Iglesia que no debía estar distante del pueblo, que no debía “balconear” –como él decía–, sino acompañar, sufrir y celebrar con su pueblo. Esa fue la característica de su magisterio: una Iglesia evangélica, pobre, sinodal, en comunión. Tocó temas como la ecología, el pacto educativo, la dignidad de la mujer. Su magisterio fue muy rico y dejó un gran legado para la Iglesia.
¿Cree que el próximo Papa debería seguir la línea de Francisco o podría tener un estilo distinto?
Cada Papa tiene su formación y su experiencia, pero no creo que se pueda mirar hacia atrás. Lo importante es continuar el camino iniciado.

“La fe no puede quedarse solo en lo emocional: debe convertirse en cultura, en acción cotidiana”, menciona el nuncio apostólico, Monseñor Paolo Rocco Gualtieri.
¿Y las reformas impulsadas por el Papa , deberían continuar, incluso en casos como el del Sodalicio?
El santo padre tomó las medidas que consideró necesarias.
¿Qué impacto tuvo la visita del Papa Francisco al Perú? ¿La Iglesia cambió tras su paso por el país?
No se puede cambiar la Iglesia de un día para otro, no hay milagros en ese sentido. Pero sí creo que inició un proceso de renovación. En Italia, en Alemania y también aquí. Fue un proceso que requería tiempo, una maduración de su eclesiología.
¿Cuál cree usted que fue el legado más importante que dejó el Papa Francisco?
Una Iglesia que caminó con su pueblo, con atención especial a los pobres, que son la parte más sufriente del cuerpo eclesial. Una Iglesia que miró a Jesucristo como modelo y se renovó contemplándolo. Francisco decía que la Iglesia debía caminar con el tiempo, interpretar los signos de los tiempos, leer la realidad presente y preguntarse: ¿cuál es la realidad a la que debo llevar el Evangelio?
¿Los líderes sociales estuvieron a la altura del llamado del Papa Francisco a una “mejor política”?
Él hablaba de una “mejor política” como una de las formas más altas de caridad, no solamente para los políticos del Perú, sino de todo el mundo. En “Fratelli tutti”, hizo ese llamado muy claro. La pregunta sería: ¿fueron capaces de recibir su mensaje?

Recuerdo del Papa Francisco ofreciendo una misa en la Nunciatura Apostólica, en su visita en 2018.

Solideo que utilizó el Papa Francisco durante su visita al Perú en 2018. Recuerdo se encuentra en la Nunciatura Apostólica.
¿Asimilamos realmente su mensaje sobre la familia, la sinodalidad y la Iglesia en salida?
Creo que tanto como Iglesia como sociedad aún nos faltó profundizar más en su magisterio. Hubo muchos temas –la familia, los pobres, la fraternidad– que todavía debíamos asumir con más seriedad.
Monseñor Castillo viajó a Roma para el próximo cónclave. ¿Cree usted que podría tener el perfil para ser Papa ?
Todos los cardenales tienen el perfil. Dejemos trabajar al Espíritu Santo.
¿Cómo evalúa la labor de monseñor Castillo al frente de la Iglesia en el Perú?
Creo que aplicó el magisterio del Papa , especialmente en aquello que Francisco insistió con más fuerza.
¿Qué mensaje le dejaría usted al pueblo peruano ante el fallecimiento del Papa Francisco?
En esos días se rezó mucho por el Papa . Él tenía un afecto especial por el Perú, siempre se interesó por este país. Recuerdo que decía: “¿Y el Perú? ¿Y el Perú?”, preguntaba cómo estaba, qué pasaba. Le impactó profundamente la devoción de los peruanos al Señor de los Milagros, a la Virgen, a los santos. Pero esa devoción debía traducirse en práctica. La fe no podía quedarse solo en lo emocional: debía convertirse en cultura, en acción cotidiana.

Fieles firman el libro de condolencias en la Nunciatura Apostólica.
¿A qué se refiere cuando habla de esa traducción a la práctica?
A vivir los valores evangélicos en la vida diaria. A veces parecía que la devoción iba por un lado y la vida por otro. El Evangelio no es teoría: es vida. Ese fue el mensaje que él quiso dejar. Ir más allá de la devoción: vivir el Evangelio cada día.
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