Una casa elegante y conectada a la bahía de Connecticut. Así es el espacio que ideó la interiorista peruana Patricia Barbis en el noreste de Estados Unidos. Su propuesta, sin embargo, también encierra un manifiesto: la decoración en las construcciones de playa puede ser versátil sin darle la espalda a su entorno, ni resignar identidad.

Por Gloria Ziegler / Fotos de Per Tomas Kjaervik

Barbis

Ya no se trata siquiera de esquivar los clichés. Las decoraciones temáticas para las casas de playa y las propiedades de fin de semana nunca resultaron tan añejas. Pero los motivos no se limitan a las nuevas tendencias. Hay algo más profundo: un reflejo de las nuevas formas de ocupar el espacio, en un mercado con precios en auge. Y esta casa, ideada por la interiorista Patricia Barbis, parece empeñada en demostrar que la versatilidad no implica desligarse del entorno o recurrir a propuestas sin personalidad.

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Los dueños, explica la especialista peruana en hotelería y residencias de lujo, habían adquirido esta propiedad de estilo Nantucket con la idea de transformarla en su residencia de verano. Pero, a la vez, querían utilizarla como casa de fin de semana durante el resto del año. Por eso, los espacios interiores debían adaptarse a las distintas estaciones, bajo un estilo sofisticado y coherente con la bahía de Connecticut.

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Así, la propuesta de esta casona de 644 metros cuadrados se basó en dos esquemas cromáticos: uno de tonos fríos –que remite al agua– en las áreas sociales y el dormitorio principal. Y otro con mobiliarios y acentos de color más encendidos, que delineó la identidad de los ambientes de descanso y recreación. “El objetivo era lograr una sala elegante y otros espacios más casuales y acogedores que invitaran a relajarse”, explica la interiorista peruana.

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Un diálogo con la bahía

El trabajo, en esta construcción de dos pisos, se centró especialmente en el amueblamiento y la decoración. Sin embargo, incluyó además el rediseño de algunos elementos, como la puerta principal para transformarla en dos hojas grandes con ventanas, un juego de paneles de madera en el área de ingreso, la incorporación de un bar, la renovación de una chimenea con un marco de mármol de Carrara en la sala, y nuevos revestimientos con planchas de mármol Calacatta para la cocina.

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Con eso listo, el punto de partida fue una alfombra a medida de The Rug Company –con un diseño de la firma inglesa adaptado al esquema de colores azules, ideado por Barbis– y la elección de telas para las cortinas, con un patrón dinámico, que ocuparían un lugar protagónico de la sala. Las paredes, por otro lado, se revistieron con un papel tapiz en la misma gama cromática. Y el dinamismo se completaría, poco después, con la selección del mobiliario: un sofá de Vladimir Kagan, junto a un juego de mesas Minotti, y otras dos butacas de la diseñadora estadounidense Kelly Wearstler. “La idea era romper con la rigidez del techo, a través de una distribución ágil y referencias al movimiento del agua, en el exterior”, cuenta Barbis.

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El hall de ingreso, en la misma línea, se caracteriza por las formas orgánicas y una paleta de colores fría a través de tres piezas: una consola de tonos oscuros, con una alfombra de patrones geométricos, y una banca conceptualizada por la diseñadora peruana con vigas antiguas de madera y patas de acero brillante, que ofrecen un contraste potente y reflejan el diseño de la alfombra. Más adelante, el estilo beach chic se refuerza en el comedor principal de la casa. Allí, el minimalismo y la luminosidad toman fuerza, de la mano de una mesa en madera de acacia con efecto white-wash, un juego de sillas y un dúo de lámparas contemporáneas.

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Las reminiscencias a la bahía son retomadas, nuevamente, en la sala secundaria –donde se encuentra una mesa de billar– y, por último, en el dormitorio principal de la segunda planta. Con esa premisa, este espacio combina una pared revestida con un papel trabajado en estuco veneciano y pan de plata, una cabecera retroiluminada que destaca las texturas del muro, mesas de noche diseñadas por Barbis, y una alfombra con líneas dinámicas. “La clave en estos ambientes fue combinar hights and lows en el mobiliario y las piezas de decoración, para conseguir atmósferas sofisticadas, sin escaparse del presupuesto que tenían los propietarios”, explica la interiorista.

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Ambientes con personalidad

Los constrastes mencionados por Barbis se manifiestan, también, en los esquemas cromáticos planteados para otros ambientes de la casa. Tal como ocurre en una de las habitaciones infantiles –con una paleta de colores luminosos y acentos rojos, además de una cabecera colgante que permite separar o unir dos camas individuales, de acuerdo a las necesidades–, el cuarto de huéspedes principal –inspirado en el trabajo del fotógrafo Slim Aarons–, o el cuarto de lavandería en la planta inferior, con un estilo retro y juvenil.

“Fuimos desarrollando las temáticas de cada espacio a partir del mobiliario o piezas decorativas que queríamos destacar. Y, así, hemos conseguido que cada uno tenga su propia personalidad”, dice Barbis. El mayor logro, sin embargo, radica en el lenguaje general del interiorismo. Con una propuesta que ensaya diversas armonías y complementos, sin perder de vista el paisaje exterior.

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Artículo publicado en la revista CASAS #264