Es un estilo incomprendido por parte del gran público. Sus edificios no responden a criterios convencionales de rehabilitación. Sin embargo, es una parte integral de la historia de las ciudades. ¿Qué sucede con el legado de la arquitectura moderna en Lima? 

Por Rosabella Álvarez-Calderón

arquitectura moderna

Centro Cívico, Administrativo y Comercial de Lima, un proyecto de José García Bryce, Miguel Ángel Llona, Adolfo Córdova, Jacques Crousse, Guillermo Málaga, Oswaldo Núñez, Simón Ortiz, Jorge Páez, Ricardo Pérez León y Carlos Williams. Foto del Fondo José García Bryce / Archivo de Arquitectura PUCP.

A mediados del siglo XX, algo interesante y disruptivo ocurría en Lima. En una ciudad que seguía siendo mayormente tradicional y conservadora, apareció una arquitectura que expresaba una nueva identidad y forma de vivir, como el art déco en las viviendas y cines de Lince, el indigenismo en el Museo Nacional de la Cultura Peruana, y edificios audaces como el cine Tauro. Sin embargo, este modernismo no representaba una verdadera modernidad. Como comenta el historiador Gabriel Ramón en su obra “El neoperuano”, se celebraba la estética indígena, mientras que muchos de los descendientes de las personas que inspiraron dicha estética aún carecían de derechos y libertades.

Presidentes como Leguía desarrollaron grandes proyectos para modernizar Lima, pero la diferencia con el resto del mundo seguía siendo notable. Mientras que en Alemania la Bauhaus construyó una sede impactante con grandes muros cortina de vidrio para educar a los artistas y profesionales del futuro, en Lima aún predominaba el estilo neocolonial. Inspirado por el Movimiento Moderno y la realidad local, un grupo de jóvenes publicó el manifiesto de la Agrupación Espacio (1947). En las siguientes décadas, sus integrantes desarrollaron una agenda de modernización desde la arquitectura, el urbanismo y la política, representada principalmente en la figura de Fernando Belaunde Terry. Es un legado complejo, a veces oscuro, como el bombardeo a comunidades Mayoruna y la destrucción de edificios históricos, y a veces más brillante, como la creación de unidades vecinales y residenciales, innovaciones en la relación entre vivienda, densidad, servicios de calidad y áreas verdes comunes.

Un problema de este legado es que muchos edificios diseñados para ser innovadores, experimentales y disruptores han envejecido y se han transformado en patrimonio vulnerable. Igualmente, la mayoría son poco comprendidos, percibidos como “feos”, y no responden a criterios convencionales de restauración, rehabilitación. Sin embargo, son una parte integral de la historia de las ciudades. ¿Cómo respetas la integridad y autenticidad de edificios en donde la preservación de lo material es menos importante que las ideas y visión que guiaron el diseño, la forma de entender el espacio, el uso y los materiales, y el valor de la innovación, de verse “nuevos”?

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La Residencial San Felipe, de Enrique Ciriani, Mario Bernuy, Jacques Crousse, Oswaldo Núñez, Luis Vásquez, Nikita Smirnoff. Foto de Gonzalo Cáceres Dancuart.

Considerando estos retos y sus posibilidades, en agosto de 2018 el grupo de investigación Patrimonio Arquitectónico de la Pontificia Universidad Católica del Perú invitó al arquitecto David Fixler, director de Docomomo-Nueva Inglaterra (organización internacional que vela por la documentación y conservación de este legado), a participar del evento “El futuro de lo moderno”, que contó con el apoyo de Dirección Académica de Relaciones Institucionales, la Facultad y Departamento de Arquitectura de la PUCP, el Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC) y la Oficina de Unesco-Lima.

Más que patrimonializar, Fixler planteó la necesidad de aprender de estos edificios para poder intervenirlos correctamente. ¿Cómo adaptar estos edificios a las nuevas necesidades de sostenibilidad y eficiencia en el uso de energía y ventilación, de accesibilidad universal, de seguridad ante sismos, y avances de comodidad y tecnología, sin que estos pierdan su identidad? ¿Qué podemos aprender sobre la relación que plantean con las personas y la ciudad?

El futuro de lo moderno implica repensar nuestras ideas sobre conservar, valorar, rehabilitar, y sobre las lecciones positivas y negativas que ofrece cada momento histórico y sus obras. Implica un reto fascinante para los diseñadores, arquitectos, ciudadanos, gestores y transformadores urbanos de la necesidad de entender estos edificios y espacios para obtener inspiración para nuevas ideas, nuevos diseños, tanto para la intervención de este legado como para obra nueva. Como dice la periodista Inga Saffron, “la adaptación exitosa de la arquitectura moderna requiere la reconciliación apropiada entre la conservación y la invención”.

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El edificio Ajax-Hispania, de Emilio Soyer, y el antiguo Ministerio de Pesquería (hoy, Ministerio de Cultura), diseñado por Miguel Rodrigo Mazuré, Emilio Soyer y Miguel Cruchaga. Fotos de Pepe Casals.

Artículo publicado en a revista CASAS #264