Con el Museo Nacional de Catar, el arquitecto francés Jean Nouvel, Premio Pritzker en 20o8, ha entregado una de sus obras más logradas.

Por Laura Alzubide / Fotos de Iwan Baan

Nouvel

La inauguración del Museo Nacional de Catar es, quizá, uno de los eventos arquitectónicos de la década. No solo porque se trata de un proyecto esperadísimo, sino también porque el diseño acompaña al resultado. Su autor, Jean Nouvel, ha conseguido un edificio que representa culturalmente al lugar en que se ubica, al cual se integra de manera armoniosa.

El arquitecto francés ya tenía experiencia con Oriente Medio, con la Torre Doha (2011) y el Louvre de Abu Dhabi (2017), donde reinterpretó los elementos tradicionales de la cultura islámica. Pero esta vez el reto ha sido mayor. Aquí ha logrado, según sus propias palabras, mostrar lo que está oculto, revelar una imagen que se desvanece, anclar lo efímero, poner en palabras lo no dicho, revelar una historia que no ha tenido tiempo de dejar una huella mental. Ha logrado, en definitiva, plasmar la historia y la fuerza del joven pueblo catarí.

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El edificio abraza el histórico palacio de Abdullah bin Jassim Al Thani (1880-1957), hijo del fundador del país. Se trata de un marco de acero que sostiene 539 discos de hormigón cuya silueta evoca la forma de una gigantesca rosa del desierto. “Imaginar una rosa del desierto como base para el diseño fue una idea muy novedosa, incluso utópica. Para construir un edificio con grandes discos curvados, intersecciones y ángulos en voladizo, nos encontramos con enormes dificultades técnicas”, ha confesado Nouvel. “Este edificio es una innovación tecnológica, como la misma ciudad de Catar. Y, como resultado, es un objeto total: una experiencia que es a la vez arquitectónica, espacial y sensitiva, con espacios interiores que no existen en ningún otro lugar”.

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Con sus más de ocho mil metros cuadrados de espacio expositivo, el Museo Nacional de Catar cuenta la historia de un pueblo nómada recolector de perlas convertido en un país próspero dedicado a la exportación de petróleo y gas natural. “Este museo es un ‘caravanserai’ moderno. Desde allí te vas al desierto y regresas trayendo tesoros: imágenes que permanecen grabadas para siempre en tu memoria”, ha explicado el arquitecto.

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Fotos: cortesía de Ateliers Jean Nouvel
Artículo publicado en la revista CASAS #268