El liderazgo arquitectónico de MASUNOSTUDIO logró crear un edificio multifamiliar autoconstruido en el que fachada y visuales se funden con el parque más emblemático de San Isidro.

Por Gloria Montanaro / Fotos de Per Tomas Kjaervik

MASUNOSTUDIO

En la obra de un arquitecto hay momentos de milagrosa epifanía: ocurre cuando un diseño logra transformar menos en más. La parábola de la multiplicación de los espacios, diremos.

Algo así ocurrió con el último proyecto de MASUNOSTUDIO, con Peter Seinfeld y Maya Ballén a la cabeza. Un terreno con dos casas ubicado en esquina, frente al parque El Olivar, en San Isidro, devino por obra y gracia de la arquitectura en un edificio con once departamentos de entre ciento ochenta y doscientos metros cuadrados. “Una de las casas estaba cerrada hace mucho tiempo. Era muy bonita, de los años cincuenta, con buena arquitectura”, cuenta Seinfeld. “Nos daba pena derrumbarla, pero sabíamos que la ciudad sigue avanzando”. A veces, para construir hay que destruir, pero antes es cortés reconocer el brillo de lo que se esfumará. La antesala de este proyecto fue la celebración de la arquitectura preexistente.

MASUNOSTUDIO

Con ese objetivo, el estudio se unió a Pablo Bravo Arquitectos y Claudine Gruenberg para montar en una de esas casas una pop-up gallery que duró cuatro días. La propuesta, que se realizó en 2015, buscó recuperar los espacios en desuso para activarlos y acondicionarlos temporalmente para albergar exposiciones. “La casa se abrió al público no solo para que la gente viera su buena arquitectura, sino también para que la pudieran conocer a través del buen arte”, dice Seinfeld.

MASUNOSTUDIO

Lo siguiente fue la demolición y el renacer de la arquitectura a través de un planteamiento singular: la autoconstrucción. Un grupo de personas, entre ellos los propietarios de las dos casas, se unieron para desarrollar esta obra destinada a la vivienda propia. “El tema de autoconstrucción hace que el proyecto no sea inmobiliario, para la venta, y genera una complejidad: construir once departamentos, que son como once casas por separado”, explica Seinfeld. Para poder lidiar con esta situación, el estudio propuso un diseño y dos opciones para la implementación de acabados. Así, los propietarios podrían escoger a su criterio, se mantendrían ciertos márgenes y los costos no se elevarían. “Tuvimos la mejor intención de hacer un proyecto bien organizado y eficiente. Pero en la etapa de acabados finalmente cada persona optó por sus propios proveedores, lo cual demoró mucho el proceso”, añade.

MASUNOSTUDIO

Los desafíos

Pero ese no fue el único desafío del estudio. Al momento de diseñar, las normativas de la Municipalidad de San Isidro y el Ministerio de Cultura limitaban la construcción a cuatro pisos y exigían, por ser un terreno en esquina, una serie de retranqueos que fueron los que terminaron por definir la forma del edificio. Lo que estuvo claro desde el comienzo fue la intención de que en la fachada se utilizaran materiales que se lograran integrar con el entorno y no compitieran con él. El éxito lo dio el concreto. “Es un material natural, que no tiene un color, que no resalta mucho, pero que permite generar una volumetría con masa, tener texturas a partir de los despieces que se hacen de los encofrados propios del sistema constructivo”, explica Seinfeld. “A eso le sumamos toda la carpintería metálica –ventanas, barandas, rejas– en un color verde oscuro que se usó para todo lo que fuera metal. En todas las jardineras se colocaron plantas para darle un poco de vida a estos materiales, que si bien son naturales, necesitaban el verde que los acerque al parque”.

El diseño de las plantas se dividió en tres departamentos, dos en los laterales y uno en la esquina. La propuesta fue minimizar los corredores para dar sensación de mayor amplitud y generar tres barras por departamento que ayudaran a ordenar y separar el área privada de la social. En una de ellas se desarrollaron dos dormitorios; en la del centro, sala comedor y estar; y en la tercera, cocina, cuarto de servicio y lavandería. Para reforzar la relación con el exterior, todos los departamentos laterales tienen terraza o balcones. El caso del departamento de la esquina es distinto: se priorizó la vista a El Olivar a través de unas mamparas grandes flanqueadas por jardineras que se comunican con el parque, casi atrayéndolo hacia el interior de la sala comedor.

“El Olivar es un parque que nos gusta mucho por su carácter. Es uno de los pocos abiertos en Lima, heterogéneo en su uso. Tiene esos olivos y toda esa antigüedad… Toda esa información se usó para hacer la propuesta”, resume Seinfeld. Y la cercanía y el cariño del arquitecto con este proyecto se hace más que evidente hacia el final del camino, cuando confiesa: “Yo también vivo allí”. 

MASUNOSTUDIO

Artículo publicado en la revista CASAS #269