Irvine Torres, socio del estudio JSa Lima, reconfiguró la espacialidad de un penthouse para crear encuentros de luz y cierta continuidad de la materialidad, con ambientes transparentes que se conectan y límites establecidos a través de estilizadas celosías y mamparas. La propuesta, lúdica y sobria, transmite una sensación vital de libertad.

Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart

Irvine Torres

Hace siete años, una pareja remodeló su departamento en San Isidro, en un edificio con una arquitectura atemporal. Concluida la intervención, el arquitecto Irvine Torres supo que algo quedaba pendiente. “Los dueños se quedaron con la ilusión de hacer una terraza, de conectar el interior con el exterior”, cuenta el socio del estudio JSa y director de la oficina en Lima. La vista a los campos del Lima Golf Club lo ameritaba. Por eso, cuando se enteró de la venta del penthouse que se encontraba en el mismo edificio se lo contó a su cliente. Así, unos años después, la pareja pasó a ocupar los dos últimos pisos y a concretar su deseo de disfrutar la vida al aire libre estando en casa.

Irvine Torres

El proyecto de remodelación partió del deseo del cliente de difuminar los límites entre interiores y exteriores y conectar los ambientes. El arquitecto puertorriqueño logró la continuidad de las áreas de forma lúdica, buscando la luz para transformar los espacios. Para romper con la formalidad creando siempre esa sensación vital de libertad.

Irvine Torres

“Trabajamos todo el departamento para reconfigurar la espacialidad existente, que no explotaba sus posibilidades, y generar amplitud, mejores entradas de luz y transparencia de los espacios, con intervenciones puntuales, como teatinas”, explica Torres. De esa manera, la escalera, que antes estaba escondida, cobró protagonismo cuando se abrieron los espacios. “Antes te movías por el departamento y no te enterabas de que era un dúplex. Se dio conectividad al área social con el nuevo bar y la escalera, permitiendo una secuencia vertical”, apunta.

Irvine Torres

Calidez y comodidad

La elección de los acabados también permite esa fluidez natural entre exteriores e interiores. Pisos de madera para la sala, el comedor, los espacios de tránsito y los dormitorios, y piedra gris para la escalera, la cocina y las terrazas. “Se da este encuentro entre la madera y la piedra, con grandes tapetes que configuran el espacio”, explica el arquitecto.

Irvine Torres

La paleta elegida resulta cálida y sobria, con un gran trabajo en la iluminación.  Hay un gran uso de la luz indirecta y celosías de madera para controlar las visuales. El cliente había hecho un solo pedido: que el comedor tuviera un papel central en la remodelación. Aquí, la mesa, que se prolonga de manera  elegante, fue diseñada por Ricardo Rodríguez y traída desde México. Dos lámparas de techo terminan por vestir el ambiente, además de dialogar con los tonos del mueble y las obras de arte.

En uno de los extremos, una imponente puerta blanca con pivote permite el acceso a la cocina. La formalidad de este ambiente se rompe a través de la mesa de piedra, que tiene un quiebre natural al final. Una elección rústica para refrescar y sacudir un espacio pulcro.

Irvine Torres

Transparencias modernas

Si el cliente deseaba tener una terraza, al final obtuvo cinco. Tras abrir los espacios, a las cuatro existentes se sumó una más. Para lograr una transparencia que permitiera crear esa sensación de libertad, Irvine Torres eligió mamparas de piso a techo. Piezas de perfil más estilizado que ancho, con un mecanismo más artesanal para deslizarse. Esto posibilita tener un carril mínimo a fin de mantener la continuidad buscada.

Irvine Torres

Así, cuando se sale del ascensor de la terraza, lo primero que encuentra el visitante es una bocanada de aire fresco. “Como en Lima no hay un frío agresivo y no llueve, la terraza se vuelve una especie de recibidor. El aprovechamiento del espacio hace que se sienta como una casa que inspira confort”, dice Torres.

Irvine Torres

Así, el resultado es un penthouse rediseñado con una paleta de tonos austera, casi siempre en blanco y negro, donde el arte, distribuido en las paredes y nichos, siempre está iluminado. Un departamento para disfrutar el recorrido con el cambio de escenarios. Como si en cualquier momento y lugar se pudiera abrir o cerrar el telón.

Artículo publicado en la revista CASAS #287