La conservación de más de ochocientas especies de corales, amenazadas por el cambio climático, estará asegurada a perpetuidad con la construcción del Living Coral Biobank, cuyo diseño fue encargado al arquitecto peruano Rafael Contreras y su socia Monica Earl, de Contreras Earl Architecture. El escultórico edificio se levantará en la entrada de la Gran Barrera de Coral en Port Douglas, Australia, donde se halla el arrecife más importante del mundo.
Por Laura Gonzales Sánchez
Desde todo punto de vista, es un proyecto bastante complejo, porque se enfoca en preservar los corales y su biodiversidad. Pero, a su vez, debe cumplir los requisitos para ser un lugar de investigación, de enseñanza, de exhibición y de sensibilización acerca de la importancia del cambio climático. “Es por ello que, después de varios debates con el equipo, escogimos como material el concreto, un concreto con tecnología más amigable que fabrica una firma alemana”, explica Rafael Contreras, de Contreras Earl Architecture. La oficina viene trabajando con Arup y Werner Sobek para integrar una estrategia holística sostenible que reduzca el consumo de energía al dividir tácticamente el edificio en seis zonas climáticas compatibles en cuatro niveles.
La forma en que se yergue, imponente, el centro multifuncional de 6380 metros cuadrados está inspirada en un coral llamado “mushroom”, una especie que se distingue por sus aletas radiales protectoras. La fachada del edificio se ha concebido con una serie de extremidades de hormigón onduladas y orgánicas, agrupadas estrechamente al nivel del suelo, para ofrecer protección en caso de que las condiciones del clima sean adversas, como las inundaciones.
A medida que el colaborador del centro o visitante avanza hacia los niveles superiores, las aletas se “retuercen” y se despliegan para permitir el ingreso de la ventilación y de la luz natural. “El Living Coral Biobank nos da la oportunidad de establecer un punto de referencia global con respecto a los resultados sostenibles de cero emisiones de carbono. La ambición con este proyecto es que sea un foro de conciencia ambiental y un centro de esperanza y aprendizaje”, puntualiza Contreras. “Todo lo que se ha diseñado tiene una función específica: la forma, el color, la materialidad. Y responde a diferentes parámetros para lograr que el edificio, en su conjunto, sea tan inteligente como lo es la propia naturaleza”.
Arquitectura migrante
Rafael Contreras salió del Perú rumbo a Londres en 2007 para realizar una maestría en Design Research Laboratory de la Association Architecture, y se quedó. Tomó la decisión de migrar fascinado por los conocimientos, la sabiduría y la experiencia de Zaha Hadid, muy consciente de la increíble oportunidad de aprender de ella. Contreras comenzó a trabajar –lo hizo durante casi ocho años– en las oficinas de la arquitecta angloiraquí, y poco a poco fue ganando reconocimiento hasta llegar a formar parte de su equipo de proyectistas más cercano.
Entre los encargos más destacables de ese entonces, formó parte del equipo de diseñadores principales del Aeropuerto Internacional de Beijing Daxing, en 2011, y el Estadio Nacional de Tokio, en 2012, entre otros proyectos que han obtenido importantes premios. En 2016, tras la repentina desaparición de Hadid, decidió que era momento de plantearse su ejercicio profesional de manera independiente.
Como anécdota, cuenta que, instantes antes de recibir la noticia del fallecimiento de la arquitecta, había terminado de redactar un correo para contarle los entretelones del proceso de diseño, llevado a cabo por él, de una obra ganadora. Líneas que no llegó a enviar. A medida que Contreras nos va relatando este momento, su voz se torna más débil y no puede ocultar su nostalgia. Había que seguir, y tanto él como Monica Earl –por aquel entonces su novia, futura esposa y madre de su hija de apenas un mes de edad– renunciaron en domingo. Ella al estudio Foster & Partners.
Abrieron una pequeña oficina en Londres y, pocos meses después, se trasladaron a Australia, de donde ella es originaria, para realizar un proyecto residencial que actualmente está en construcción. Precisamente, la cercanía de Earl con la Gran Barrera de Coral –pasó su infancia en esa zona– influyó en su práctica. “Nuestra ambición es crear una arquitectura que interactúe con la naturaleza de manera simbiótica y complementaria, sin detrimento del medio ambiente”, sostiene Contreras. Y así lo están haciendo.
Imágenes: cortesía de Contreras Earl Architecture
Artículo publicado en la revista CASAS #287