En tándem creativo con su cliente, el arquitecto y diseñador Francisco Salinas construyó una casa de dimensiones y posibilidades inusuales. Su estilo nórdico, con un aventurado uso del color negro, logró entretejerse con la visión de un refugio cálido y sobrio, pensado para la familia.

Por Redacción COSAS

Para Francisco Salinas, se trató de un proyecto especial. No solo porque pudo guiar y acompañar el proceso desde el inicio, sino, sobre todo, porque la apertura del cliente le permitió plantear una casa fuera de lo común. En sus palabras, aquella flexibilidad “funcionó como una inyección de creatividad”, algo que en el campo de la arquitectura y el diseño suele ser una rara avis. El resultado –una vivienda campestre de doble altura que simula un enorme granero de paredes negras– es la cristalización del deseo concreto de los propietarios y, al mismo tiempo, un manifiesto de lo que puede lograrse cuando la libertad expresiva y la búsqueda de funcionalidad coinciden en un solo espacio.

“Una escalera puede hacer o deshacer un espacio, sobre todo, cuando es tan protagónica”, explica el arquitecto. “Por eso fueron tan importantes los detalles de su diseño”

Un ejercicio majestuoso

El atrevimiento de aquella inusual fachada terminó de germinar a partir de un evento imponderable: el atasco del buque Ever Given en el canal de Suez en marzo de 2021. Inicialmente, se había pensado trabajar el exterior con planchas de metal, a la manera de un gran container. No obstante, aquella crisis mundial en las importaciones y sus consecuentes incrementos de precio hicieron virar la idea hacia el trabajo en cemento, con apliques de madera de pino, todo masillado, empastado y, finalmente, cubierto con pintura gloss mate charcoal, a fin de lograr un brillo sutil que pudiera asemejarse al del metal.

Francisco Salinas

Una vez decidida la apariencia exterior, surgió la idea de incorporar dos elementos que acabarían de definir un estilo nórdico e industrial: las escaleras metálicas de cada ala de la casa y la chimenea del área social. En el primer caso, el diseño previo en 3D fue clave para trabajar cada detalle, como el calado de la baranda, que permite ver a través, y así integrar su estructura a los pisos superiores sin romper ni separar los espacios. La chimenea, en cambio, se planteó como un elemento que pudiera cruzar verticalmente toda la doble altura, de forma que contrastara con el ambiente de tonos claros, pero con mucha armonía, para que pudiera llamar la atención sin pedirla a gritos.

Franciso Salinas

La cocina es uno de los pocos ambientes donde se decidió colocar un sutil acento de color: el verde menta que solo se replica en los baños de la casa.

Paz cotidiana

A pesar de la importancia del color negro, el deseo del cliente para las áreas interiores era conseguir un estilo sutil, minimalista, de contados sobresaltos. Se planteó una paleta casi monocromática, donde algunos acentos de color  como el verde pastel de la cocina y los baños, o el detalle floreado del dormitorio principal– pudieran dar cuenta del hábitat silvestre donde se ubica la vivienda: campos agrícolas en el valle de Quilmaná, Cañete.

Francisco Salinas

El espíritu bucólico se reforzó con entradas de luz diseñadas para iluminar debidamente un ambiente central que, en su punto más alto, alcanza los ocho metros. Con ese propósito, además de las mamparas de casi cinco metros de longitud que hay a ambos extremos del área social, se instalaron pequeñas ventanas en la cima de cada escalera, y accesos de sol y viento que garantizan una temperatura idónea durante todo el año. Lo mismo en el dormitorio principal, cuya orientación hacia el noroeste le permite recibir la luz de la mañana a través de una mampara, que a su vez conecta con un jardín privado donde se puede disfrutar el desayuno.

Francisco Salinas

Siguiendo el interés del propietario por el arte impresionista, se eligió un papel tapiz de motivos florales para el dormitorio principal. Esto añade un acento de color y texturas único en la casa.

El toque final lo compone el paisajismo, trabajado junto a la propietaria, una reconocida florista que vio su sueño cumplirse cuando los jardines de la residencia fueron planteados como campos de experimentación para diversas especies botánicas que, simultáneamente, proporcionaran estímulo visual, sombra y privacidad. Próximamente, según cuenta Francisco, levantarán juntos un invernadero.

Francisco Salinas

Diseñada como granero o barnhouse, la enorme dimensión de la residencia y su osada fachada color negro se elevan sobre el paisaje campestre con imponencia.

En suma, se trata de una casa de campo familiar de grandes ambiciones estéticas que, con el tiempo, además, ha demostrado su alto grado de operatividad. Sea como refugio para vacaciones o como vivienda de uso diario, cada espacio ha sido construido con el objetivo de facilitar momentos de privacidad y también de propiciar ocasiones de integración. La sutil audacia de sus capas exteriores es reflejo de un diseño estructural inusual pero meticulosamente planificado. Como explica Francisco, “cuando hay espacio para la creatividad, para soltar ideas novedosas, basta un puñado de ellas para construir una buena base sobre la cual desarrollar el resto de detalles y, así, lograr una casa que no se confunda con ninguna otra y que cumpla perfectamente su función”.

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