Diseñadores de distintas disciplinas reinventan la cubertería contemporánea con piezas escultóricas y proporciones inesperadas. Entre lo utilitario y lo artístico, estos utensilios sirven arte sobre la mesa.
Por: María Sarca
La cubertería, ese conjunto cotidiano de utensilios destinados al acto más básico, atraviesa una metamorfosis silenciosa. Lejos de limitarse a la función, los nuevos diseñadores del metal convierten el gesto de servir en una declaración estética. Desde piezas que evocan reliquias ancestrales hasta otras con acabados casi arquitectónicos, las colecciones recientes proponen una lectura poética de lo doméstico.
La marca Hors-d’Oeuvre desdibuja los límites entre objeto utilitario y ornamento con su colección Artifact Tea. Sus tenedores en miniatura y cucharas de doble cazoleta parecen salidas de un gabinete de curiosidades: delicadas, casi conceptuales, pero concebidas para el uso diario. Las proporciones exageradas y las líneas tensas buscan provocar, invitando a repensar la ergonomía tradicional.

Cubertería de té Hors-d’Oeuvre Silver Artifact
En Nueva York, la artista joyera Jessi Burch llevó su sensibilidad al territorio del hogar. Inspirada en la Seven Ball Chair de Josef Hoffmann, reinterpretó las esferas flotantes del diseño modernista en mangos metálicos que recorren el utensilio como vértebras brillantes. El resultado: un juego de mesa que se comporta como escultura funcional.

Juego de cubiertos Seven Ball en latón bañado en plata de Jessi Burch.
Más racionales, aunque igual de expresivas, son las propuestas de Natalia Criado y Heath Wagoner. Criado diseña sus utensilios Artefacto a partir de una única línea de latón plateado, logrando una continuidad visual que roza lo gráfico.

Tenedor y cuchara de servir Artefacto en latón bañado en plata de Natalia Criado
Wagoner, en cambio, prefiere asas abiertas que descansan cómodamente en la mano. “Imagino estas piezas en una cocina rústica, colgadas en ganchos como pequeñas obras de arte”, comenta el diseñador, cuya colección de plata esterlina para platos de pescado recuerda la ligereza estructural de Alexander Calder.

Cubertería de plata de Heath Wagoner.
El escultor estadounidense también inspira al portugués Sebastião Lobo, autor de cubiertos de latón en espiral que rinden homenaje a los utensilios que Calder creó para su propia mesa. Cada pieza, forjada a mano, mantiene un equilibrio entre forma, gesto y materia.

Cubiertos Calder de Sebastião Lobo.
En un registro más lúdico, la diseñadora Matilda Goad propone Wave, un juego de contornos ondulantes y acabado lavado a la piedra que introduce movimiento visual sobre el mantel.

Cubertería de Matilda Goad.
La casa Maison Balzac, en cambio, recurre al recuerdo con su línea L’Escargot. “Mis mejores amigos eran los caracoles del jardín en el sur de Francia. Era natural invitarlos al mango de nuestros cubiertos”, cuenta su fundadora, Elise Pioch Balzac, quien busca recrear una mesa con aire onírico, cargada de nostalgia y humor.
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