Invitada a los desfiles del New York Fashion Week y a eventos sociales de la industria de la moda, la nieta de Ana María Álvarez Calderón de Olaechea acaba de regresar a Lima para continuar sus estudios de Psicología en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con 23 años, posee la confianza y soltura de quien escribe para “V Magazine”, colabora con COSAS y codirige una agencia creativa. Conversamos con Araceli, una influyente “chica de moda” que no se autodenomina influencer, y no necesita hacerlo.
Por Diego Ochoa Acosta
Los viajes familiares al Oriente y Europa despertaron en Araceli Olaechea una temprana curiosidad por las diversas texturas, colores y vestimentas, vitrinas y tiendas de lujo. Pero, en cuanto terminó sus estudios en el colegio Roosevelt, apostó por inscribirse en la Facultad de Psicología. En paralelo, su interés por la industria de la moda fue creciendo, y lejos de ignorarlo, fue desarrollándolo de forma autónoma, como una segunda carrera basada en la constancia y persistencia.

Codirige TTAG, una agencia global de talento creativo y artistas latinoamericanos.
El día del shooting nos recibió en su casa en San Isidro. Estaba pendiente de cada detalle, de las tomas, el ángulo, la luz. Frente a la cámara, se mueve con naturalidad, propone, se divierte. En un momento, entre toma y toma, nos confesó que si la vida le hubiera dado unos centímetros más, se habría lanzado al modelaje sin pensarlo.
Habla con calma, con ideas claras. No se vende como experta, más bien, como alguien con muchas ganas de aprender. Le gusta investigar, escribir, equivocarse y volver a intentar. Aunque no es muy activa en redes, tiene una mirada crítica sobre el rol del influencer en la industria. Le interesa la gente que aporta desde el conocimiento, no desde la cantidad de likes. También tiene claro que en el Perú todavía falta estructura para que la moda crezca en serio: más oportunidades, más visibilidad, más compromiso.
Es ambiciosa, pero mantiene los pies bien puestos en la tierra. Sabe que este camino es inestable, que no todo sale como uno lo planea, y por eso sigue estudiando. “No porque no confíe en esto”, dice, “sino porque quiero estar preparada. Tener una base”. Y así, entre clases, correos, shootings y mucha autogestión, Araceli va construyendo su lugar en la industria.

“¿Qué pierdo intentándolo? Nada”. Araceli logró abrirse camino en la industria de la moda desde el Perú gracias a correos, intuición y pura perseverancia.
Continúas trabajando en “V Magazine” luego de tu regreso al Perú. ¿Qué experiencias has obtenido desde que empezaste?
Lo más valioso que me llevé fue darme cuenta de que los medios de comunicación son bastante similares en todas partes. En algún momento pensé que en países con industrias más desarrolladas existía más organización o tranquilidad. Claro, hay diferencias en el alcance; en Nueva York hay mayor acceso a marcas de lujo, más oportunidades de entrevistar a grandes figuras, pero el periodismo continúa siendo el mismo. Eres estudiante, productora, directora y ahora redactora.
¿Cómo integras todas estas facetas en tu vida?
La verdad es que me encanta. Cuando algo te interesa de verdad, no se siente como una carga. Me entusiasma este proceso. Aunque no estudio formalmente Moda como una carrera, me parece muy enriquecedor recibir correcciones, proponer enfoques, y darme cuenta de qué funciona y qué no. A veces uno cree tener una gran idea, pero es necesario que alguien más te dé una perspectiva diferente. Eso te hace crecer. Definitivamente fue por mérito propio. Siempre fui muy dedicada cuando algo me interesaba. Desde que supe que quería trabajar en moda, me puse a investigar cómo lograrlo desde Perú. Usé LinkedIn, busqué correos de editores, agencias, adiviné direcciones de email. No podrías imaginar cuántos correos con mi CV y cartas de presentación envié. Hasta tenía una extensión en el navegador para saber si habían abierto mis mensajes. De todos, al final, alguien me respondió y se abrió una vacante en un equipo editorial. Mi mentalidad fue: “¿Qué pierdo intentándolo? Nada”. Y si no se daba, igual el mundo seguía.
“Uso mis redes como un LinkedIn visual. No tengo la intención de generar engagement ni de que funcione como una plataforma activa”.
La moda demanda mucho tiempo, pero has decidido terminar tu carrera de Psicología en la PUCP. ¿Por qué esa decisión?
Principalmente, porque ya estoy en una etapa donde no tendría sentido empezar otra cosa desde cero. Me falta poco, y para mí siempre fue importante acabar lo que empiezo. Además, tener un título es un respaldo. Uno nunca sabe si lo que te apasiona va a funcionar a largo plazo, y tener una base académica me da seguridad.

Desde las aulas de la PUCP hasta las páginas de V Magazine, su pasión no tiene fronteras.
¿Tus padres han mostrado preocupación frente a la idea de que abandones tus estudios por la moda?
Mi mamá, en ocasiones, me hacía preguntas como: “Pero sí vasa terminar la carrera, ¿no?”. Siempre desde el cariño, como recordándome la importancia de seguir adelante. Pero mis padres siempre me han respaldado en ambas cosas. Para ellos, lo importante es que yo esté feliz, comprometida, y que trabaje en algo que me apasione. Mientras eso esté claro, están tranquilos.
Actualmente también colaboras con la sección Moda en COSAS. ¿Cuál es tu visión sobre la industria peruana y qué crees que aún nos falta potenciar?
Me encantaría que en el Perú existiera algo similar a lo que ocurre en Colombia con Colombiamoda, quizá no una semana completa, pero sí unos días dedicados a desfiles. No se hace este tipo de eventos aquí, probablemente por una falta de demanda, pero sería interesante fomentar ese interés entre el público. También considero clave consolidar el nombre de los diseñadores peruanos en el extranjero. Muchas veces se destaca más la materia prima, como la alpaca, la vicuña o el algodón, que al propio creador.
No sueles emplear las redes sociales para generar o compartir contenido. ¿Qué opinas de la figura del “influencer de moda”?
Uso mis redes como un portafolio. No tengo la intención de generar engagement ni de que funcione como una plataforma activa. Para mí, es como un LinkedIn visual. Sobre los influencers, creo que hay de todo. Hay quienes realmente saben de moda, están informados y tienen una perspectiva valiosa. Y hay otros que no tienen ese conocimiento, pero igual son importantes porque atraen mucha atención al sector. Sin embargo, a veces me frustra ver que se prioriza a personas con muchos seguidores por encima de perfiles que tienen contenido más profundo. Sería genial que se valore más a quienes entienden la industria y pueden comunicar con más sustancia.
¿Qué diseñadores peruanos te entusiasman actualmente y por qué?
Me gusta mucho lo que está haciendo Mozhdeh. He conversado con ella algunas veces, y me parece fascinante su trabajo con la shiringa, un tipo de cuero vegetal que se extrae de un árbol. En general, su propuesta es muy auténtica. También admiro a Escvdo, que tuvo mucho éxito el año pasado en Milan Fashion Week; incluso ganaron un premio. Y, por supuesto, Kuna, que siempre ha sido una de las marcas peruanas más representativas y que sigue destacando por su propuesta sólida y bien ejecutada.
¿Por qué crees que las marcas peruanas aún no logran posicionarse en el mercado internacional?
Creo que sí se está avanzando, aunque lentamente. Como mencioné antes, muchas veces no se trabaja lo suficiente en construir una identidad sólida para la marca o el diseñador. Se prioriza lo que se usa, más que quién lo crea. También pienso que falta una estrategia más consistente en cuanto a imagen, redes sociales y marketing. Veo que algunas marcas lanzan una colección y piensan que con eso es suficiente, pero se necesita constancia para sostener una presencia fuerte.
¿Ves viable desarrollar tu carrera en el Perú o es necesario salir al extranjero?
Por ahora, mi objetivo es irme fuera. Tengo la meta personal de insertarme en el universo de las casas de moda tradicionales. Si logro despegar mi carrera, me encantaría volver y continuar trabajando desde el Perú. Estoy convencida de que la moda peruana va a seguir expandiéndose y ganando terreno internacionalmente.
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