Una bacanal de fiestas, inauguraciones y lanzamientos de productos de lujo amenaza con convertir a la famosa feria de arte contemporáneo en un megaevento comercial y de marketing. Es demasiado tarde para volver atrás, sugieren algunos. Su última versión parece darles la razón.
Por Manuel Santelices
De visita en Miami Beach durante la feria Art Basel, el diseñador y artista chileno radicado en Nueva York Sebastián Errázuriz llegó a la conclusión de que el énfasis de las galerías se encuentra actualmente puesta en el “prop art”, es decir, arte que, más que desafiar intelectual o estéticamente al espectador, sirve como perfecto fondo para una preciosa selfie. Las galerías, sugirió Errázuriz en su cuenta de Instagram, están conscientes de este fenómeno y por lo mismo presentan obras rápidamente reconocibles que sirvan como símbolo de estatus para cualquiera dispuesto a tomarse una foto junto a ellas.
La teoría sonará cierta para cualquiera que haya puesto un pie en Miami durante la feria, que aparte de Art Basel Miami Beach incluye una decena de ferias alternativas. Su reciente versión se convirtió en una gigantesca photo-op, la oportunidad ideal para mostrar al mundo a través de Facebook e Instagram que usted tiene no solo la sensibilidad artística y el interés para viajar hasta las doradas playas de Florida a observar el trabajo de algunos de los artistas contemporáneos más excitantes, famosos y comercialmente exitosos de la actualidad, sino también el dinero para ocupar una suite con vista al mar en The Raleigh, The One o el Faena, los contactos para estar incluido en la lista de invitados de decenas de fiestas y eventos, y el clóset y la energía para asistir a todos ellos.
Hace ya rato que la feria dejó de ser simplemente un evento de arte para coleccionistas, dealers y artistas. Hoy en día, todos, de Paris Hilton a Adriana Lima, sienten que deben estar presentes. ¿Y quién querría perdérselo? La ronda infinita de actividades incluye un “VIP preview” –realizado dos días antes de que la feria abra oficialmente sus puertas– donde los coleccionistas y galeristas se pasean, copa de champán en mano, admirando tal o cual trabajo mientras cierran millonarias transacciones.
Las cosas han cambiado desde la primera versión Art Basel Miami Beach en 2002, sin duda, al punto que “Women’s Wear Daily”, la Biblia fashion de Estados Unidos, se preguntó si ya estaba al borde del abismo, consumida por su propio tamaño y vanidad.
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