Los magos nunca revelan sus trucos, pero los artistas de Barranco sí quieren mostrar dónde y cómo ocurre la magia. Este fin de semana (el sábado 16 y el domingo 17), todos abrirán las puertas de sus talleres como parte del proyecto Barranco Open Studios, que busca acercarle al público una experiencia distinta con relación al arte. Elliot Túpac es una de las figuras que se ha comprometido con esta iniciativa y se muestra bastante entusiasmado con la idea de conversar con los asistentes y resolver todas las dudas que haya. Como para ensayar, nos juntamos con él y le hicimos algunas preguntas.

¿Cómo te contactaron para formar parte de Barranco Open Studios?

Yo vi la publicación y ellos no sabían que yo estaba en Barranco. Entonces les comenté que tenía el taller y que estaba haciendo serigrafías y les pregunté cuáles eran las pautas del evento como para ver si este espacio podría ser considerado como parte del circuito. Me comentaron cómo era la dinámica y les dije que para esas fechas ya tendría todo habilitado. La dinámica pasa por que la gente venga e interactúe con el artista y quizás tengan mil preguntas.

¿Crees que tendrás la paciencia necesaria para responder mil preguntas?

Sí, yo siempre tengo la paciencia. Es más, esto me da la oportunidad de interactuar con gente que probablemente pueda tener algún tipo de cuestionamiento. Por eso me parece importante que esta sea una cuestión muy libre. Cualquier persona está invitada. No hay restricciones de ningún tipo. Lo que quiero es mostrar la mecánica de cómo desarrollo mi trabajo en un taller y resolver las preguntas que tenga cada uno.

¿Qué te convenció tanto como para que seas tú quien busque a los directores del proyecto?

Sabemos la existencia de un círculo artístico muy marcado dentro de Lima, pero no sabemos exactamente cuántos talleres y artistas están alrededor de ellos.
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Lo interesante de esto es que, aunque no interactuemos en esas fechas, va a quedar una especie de mapa con el que sabremos cómo están ubicadas las distintas áreas artísticas. Esto además deja la posibilidad a futuro de que se genere una coordinación mucho más masiva y acciones que beneficien a los artistas de Barranco. Lo más inmediato es que los artistas sean reconocidos para poder trabajar sin ningún problema, porque muchos tienen que manipular algunos insumos que pueden ser tóxicos.

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¿Qué tanto tienen que ver las instituciones públicas en el fomento de actividades culturales como esta?

Las instituciones deberían tener un compromiso, pero Lima carece de eso. Siempre tiene un área cultural, pero no desarrollan una actividad en beneficio de la cultura en sí. Y Barranco es un distrito que respira arte, es inevitable. La municipalidad lo reconoce y sabe de la existencia de este círculo. Pero nunca es tarde. Y en el fondo uno necesita acciones como esta para visibilizar la situación y las condiciones en la que trabajan los artistas del distrito.

¿Cómo te las ingeniabas tú para relacionarte con el espacio público cuando hacías trabajos al aire libre?

Al hacer trabajos de cartelería al inicio mi trabajo se visibilizó, entonces antes de conocerme en el arte urbano yo hice como una suerte de apostolado del cartel. Me conocían aquí y afuera. Hice una portada para la revista inglesa Creative Review. Luego un grupo de Chile me convocó para una actividad allá. Era 2010 y yo sabía de la existencia del arte urbano, pero no tenía la intención de vincularme a ese ámbito, porque a nivel de estilo uno reconocía en los grafitis de Lima una reminiscencia americana,  muy hip hop. Pero cuando estuve en Santiago y luego en Valparaíso, vi que la pared servía no sólo para hablar de grafitis en ese sentido, sino también para hablar de murales y propuestas gráficas. Por eso cuando vi todo eso tuve las ganas de trasladar la estética de los carteles para la pared.
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Y al regreso, en noviembre, la Municipalidad de Lima me convocó para hacer unas intervenciones y ese fue el primer momento en el que trasladé lo del papel a la pared. Y desde ahí el ámbito del grafiti que ya existía en el Perú me acogió, entonces fue muy fácil incursionar en ese ambiente.

Tú estudiabas Comunicaciones, pero lo dejaste en 1999 para dedicarte de lleno al arte. ¿Crees que una experiencia como Barranco Open Studios te hubiera animado a tomar esta decisión antes?

Hubiera sido genial una experiencia así. Mi primera intención era estudiar arte pero mi papá negó esa posibilidad porque creía que el arte no me iba a levar a ningún lado. Pero yo dejé la universidad por circunstancias también. Porque en los noventas los medios estaban como capturados, entonces pensaba “¿qué va a pasar conmigo saliendo?”. Como egresado de comunicaciones y periodismo, ¿dónde iba a trabajar?

Entonces dijiste “en el arte nadie me va a tapar la boca”.

Exacto. Lo que yo quería en ese momento era hablar del cartel, darlo a conocer y explicar sus características artísticas. Y luego las cosas se fueron dando poco a poco.
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Por Omar Mejía Yóplac

Fotos de Jimena Gallarday