La Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo de París ha inaugurado su esperada exposición “Southern Geometrics, from Mexico to Patagonia”. COSAS conversó en exclusiva con el arquitecto Freddy Mamani y el marchante de arte Paul Hughes, integrantes del equipo de la muestra que va hasta el 24 de febrero del próximo año.

Por Fátima Poppe

Fundación Cartier

Espacio intervenido por el arquitecto Freddy Mamani.

La Fundación Cartier de París se ha establecido como una de las entidades más admiradas del mundo de las artes y la cultura, por sus excelentes muestras y curadurías. Esta vez, su icónico edificio de cristal, construido por Jean Nouvel, acoge una exhibición que celebra el color y la diversidad de los estilos geométricos de Latinoamérica.

Durante el recorrido se exhiben alrededor de doscientas cincuenta obras de arte, entre pinturas, cerámicas, tejidos y esculturas, así como espacios dedicados a la arquitectura de nuestro continente. Las obras seleccionadas se ven contrastadas con un entorno que permite ver la influencia que han recibido del arte precolombino, y por movimientos como el avant-garde europeo o las culturas indoamericanas. Su trayecto intenta recorrer los hilos y vínculos visuales de nuestras distintas culturas y regiones, desde los diversos patrones y diseños que se han ido plasmando en nuestra cotidianidad.

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Túnica inca.

La exposición da la bienvenida al público con un espacio intervenido por el arquitecto boliviano Freddy Mamani. Su ya conocida y colorida estética, que ha conquistado la ciudad de El Alto, en Bolivia, inspirada en textiles aymaras y referencias neoandinas, ahora se luce ante el público europeo. Además, la imagen de una de sus construcciones, también conocidas como ‘cholets’, ilustra la portada del catálogo de la muestra.

Fundación Cartier

Fotografía de Paolo Gasparini. “Caracas y su arquitectura”. Venezuela, 1967-1968. Collección Leticia y Stanislas Poniatowski. © Paolo Gasparini.

Al preguntarle por sus inicios en la arquitectura, Freddy nos cuenta: “Empecé hace veintinueve años como albañil. Fue una experiencia apasionante. Tuve mi primer cliente a los veintitrés años, era un señor aymara, igual que yo”. Sobre la elección de tonalidades y formas, explica que para él representan “un arte muy personal, una identidad que me interesa recuperar a partir de una arquitectura neoandina. El término ‘cholet’ nació de manera fortuita; une ‘chola’, o la mujer de pollera, y ‘chalet’”, añade.

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Fotografía de Anna Mariani. “Xique-Xique”, Bahía, Brasil, 1979. Serie Fachadas 1973-86. © Anna Mariani.

En cuanto a su participación en la exposición, Mamani subraya la vasta maestría que ha adquirido: “Ha sido una experiencia única, pese a las dificultades que se presentaron. Lo más complejo fue coordinar con los obreros por el idioma, o tener que aplicar otro tipo de materiales de construcción, pero en ningún caso significó una barrera para lograr nuestros objetivos”.

¿Qué fue lo más gratificante? “Creo que llegar al Primer Mundo con mi propio trabajo arquitectónico”, afirma. “Ha sido impactante ver la aceptación y admiración de tanta gente, sobre todo de estudiantes que llegaron de diferentes países para poder conocerme y felicitarme”.

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Piezografía de Martin Gusinde, “Tierra del Fuego”. Colección privada, París. © Martin Gusinde / Anthropos Institut / Éditions Xavier Barral.

La opinión delmarchante

A Paul Hughes y su equipo de especialistas en textiles y piezas precolombinas se les encargó la asesoría y dirección del periodo prehispánico. Nos cuenta que su acercamiento al arte textil nació cuando estudiaba Diseño de Moda, época en que conoció al coleccionista flamenco Jack Stevenfhofer y la colección privada de arte precolombino de Paul y Dora Janssen, que se exhibe actualmente en el Museo MAS de Amberes, en Bélgica.

De raíces irlandesas y londinense por elección, nos cuenta que su flechazo por los tejidos fue inmediato: “Desde la primera vez que los vi resonaron en mí profundamente. Sentí algo atemporal en ellos. Lo que más me llamó la atención fueron sus colores, diseños y figuras desconocidas que evocaban un sentido de misterio. Sentí la necesidad de conocer más, hasta que se convirtió en mi gran pasión y búsqueda”.

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Fotografía de Facundo de Zuviría, “Fray Bentos”, Uruguay, 1993. Tirage cibachrome ©Facundo de Zuviría.

Al preguntarle por lo que más admira en este tipo de abstracción, nos dice: “En los textiles del periodo Wari, por ejemplo, me parece increíble cómo se representa la vida de manera narrativa y abstracta, como si todo ocurriera al mismo tiempo. Esta descripción nos enseña el lado caótico de la vida, mientras que la abstracción nos acerca a las creencias y a una espiritualidad que está más allá del intelectualismo. Se trata de una conceptualización muy sofisticada, que luego se ha podido encontrar a comienzos del siglo XX en artistas que supieron absorber del lenguaje de los textiles su propia visión. Particularmente lo encuentro en Anni y Josef Albers, en Paul Klee, Cy Twombly o Hélio Oiticica. También lo podemos ver presente en La Escuela del Sur de Montevideo, con representantes como Torres García en la década del treinta.

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Pintura de Luiz Zerbini, “A Primeira Missa”, 2014. Colección Luis Zerbini. ©Foto Luiz Zerbini © Jaime Acioli .

A propósito del proceso de asesoría con la Fundación Cartier, comenta: “Fuimos los encargados de presentar a los artistas de Sudamérica. La tarea fue elegir a quienes consideramos tenían más relevancia en cuanto a sus referencias plásticas y geométricas, desde su vínculo con el arte precolombino. En cuanto a los textiles, elegimos las piezas que tenían más afinidad con el arte del siglo XX, porque siempre debimos tomar en cuenta que la Fundación Cartier es un espacio esencialmente para el arte contemporáneo. Es la primera vez que se exhibe arte precolombino o piezas arqueológicas en sus salas”.

Para Hugues, muestras como esta “dan una nueva luz al enfoque de antiguas temáticas de la humanidad. Si viéramos estas obras en un museo arqueológico sin los contrastes que aquí se presentan, quizás las piezas no nos conmoverían ni nos harían reflexionar”.