El pasado martes 3 de octubre, a raíz de un cuadro crítico de asma, falleció Jaime Liébana (Trujillo, 1947). El artista y coleccionista peruano deja un enorme legado en la historia del arte popular peruano. 

“El coleccionista nace, no se hace”, reveló Jaime Liébana en una entrevista que la revista Caretas le realizó en el 2012. En ese entonces, el artista recordó que en su infancia disfrutaba el recolectar objetos que para muchas personas eran inservibles: pedazos de metal, latas de leche, utensilios rotos y tornillos. Él les daba vida poniéndolos en las vías del tren y convirtiéndolos en objetos totalmente nuevos. 

Ya de grande, Liébana continuó con su pasión a través de su trabajo como coleccionista y restaurador de arte. Junto a su esposa, Vivian Evans -quien falleció hace cuatro años- y sus hijos, los artistas Joaquín y Mateo Liébana, recorrió casi todas las provincias del Perú en busca de arte popular y vestigios artísticos. 

Del cielo y la tierra

En el 2011, se editó Del cielo y la tierra. La colección de arte popular peruano de Vivian y Jaime Liébana, un libro con textos de Luis Freire Sarria, Ramón Mujica Pinilla, Billy Hare, y Alex Bryce que buscó recopilar el incansable trabajo de los Liébana. Y es que los objetos que coleccionó la pareja, que provienen de la costa, la sierra y la selva del Perú -y van desde el siglo XVI hasta el presente-, se convirtieron en la mejor radiografía para conocer el arte popular peruano. 

“…Los Liébana tienen el ojo infatigable y adiestrado del anticuario, la sensibilidad estética y liberadora del artista plástico contemporáneo, y la generosidad y calidez del coleccionista altamente especializado que goza compartiendo sus hallazgos con historiadores y amigos amantes del arte…”, señaló el historiador Ramón Mujica sobre la familia. 

El libro, además, puso sobre evidencia que el trabajo de los Liébana también se trató de rescatar elementos que reflejaban las particularidades artísticas de cada cultura del Perú: “máscaras antiguas utilizadas en danzas populares, coronas de bailarines andinos, bastones de alcalde (varayocs), pinturas rurales cusqueñas en yeso (Santos Juanes y Santiago protectores del ganado), retablos ayacuchanos, tablas narrativas de Sarhua, toros de Pucará, etc”, se lee en la descripción del libro. 

Juego artístico

A la par de una notable faceta como coleccionista y restaurador, Liébana desarrolló su trabajo como artista en paralelo: se especializó en el diseño de muebles con una influencia colonial y republicana. Fruto de su trabajo, presentó Juego, la primera muestra personal que exhibió en el 2011 en la Galería Lucía de la Puente. 

En la muestra se evidencia que el artista no tenía límites al momento de confeccionar un artículo: trabajó con fierro, piedra, granito, mármol, madera, bronce y pintura. Sin duda, un genio que nunca dejó de buscar distintas formas de expresar su arte y saber reconocer el que habita en el Perú.