La Municipalidad de Lima viene restaurando las 18 esculturas de mármol de Carrara ubicadas en la tradicional Alameda de los Descalzos, en el distrito del Rímac. Espacio es la futura sede de la recuperada Feria de Octubre. 

Por Redacción COSAS

Poco antes de que se cumplieran dos años de la aprobación del Plan Maestro para la recuperación del Centro Histórico de Lima (CHL), celebrada el pasado 5 de diciembre, los profesionales del equipo de restauración y conservación de Prolima iniciaron una de las intervenciones más ambiciosas del gran proyecto para la recuperación de esculturas públicas en este espacio de la urbe: las 18 piezas de mármol de Carrara distribuidas a lo largo y en el gran portal de ingreso de la Alameda de los Descalzos, uno de los espacios más representativos, y acaso el más conocido, del tradicional distrito del Rímac.

Los trabajos de recuperación consisten en la limpieza de cada una de las piezas escultóricas y en la recuperación de sus valores originarios, mediante un proceso especializado según el grado de deterioro de las esculturas, consecuencia de la contaminación ambiental, el paso del tiempo y las vandalizaciones (que no han sido pocas). Parte del procedimiento, por cierto, consiste en la restitución de elementos faltantes.

Alameda

Las esculturas en la portada de ingreso representan a las deidades de la mitología griega.

 La Alameda Grande 

Construida por encargo del virrey Juan de Mendoza y Luna, quien ordenó su creación en 1611, la originalmente llamada ‘Alameda Grande’ se hizo con el objetivo de embellecer el camino que conducía al Convento de los Descalzos (1595), otro de los espacios más emblemáticos del distrito. Su diseño primigenio se inspiró en la Alameda de Hércules (1574), ubicada en Sevilla, e hizo que fuera considerada como el primer espacio urbano de la Ciudad de los Reyes en tener una forma alargada y estar flanqueado por hileras de árboles. De hecho, su concepción original incluyó ocho hileras de árboles que formaban siete calles: tres eran tan anchas que podrían rodar seis carrozas en fila, y por las otra cuatro calles, una. 

Ubicada a poco menos de un kilómetro de la plaza Mayor de Lima, siguiendo la ruta que trazan el Puente de Piedra y el jirón Trujillo, la Alameda de los Descalzos tendría, con el paso de los años, dos remodelaciones clave para su configuración actual. En 1770, el virrey Manuel de Amat y Junyent la reconstruyó sembrando capulíes, aromos, ñorbos y jazmines.

Por aquel tiempo, la tradición oral limeña, dicha pero no necesariamente escrita, comenzó a describir el hermoso espacio como punto de encuentro para amores furtivos en la capital del virreinato. Eran los días del Virrey Amat, de Micaela Villegas y del también tradicional Paseo de Aguas, construido entre 1770 y 1776, y complementario a la alameda. 

Las esculturas que vienen siendo recuperadas por la Municipalidad de Lima fueron contempladas en la remodelación del espacio que hiciera el expresidente Ramón Castilla durante su segundo mandato, en 1856. A los costados y a lo largo de la alameda se instalaron doce estatuas de mármol de Carrara sobre pedestales de piedra. Aquellas cuentan con una dualidad en particular: representan los signos zodiacales a través de personajes de la mitología griega.

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La restauración incluye una limpieza superficial y la restitución de sus valores originarios

La primera hacia la izquierda, por ejemplo, personifica al signo de Escorpio mediante el dios Eros, quien lleva un ramo de flores en su mano derecha, obsequio para su amada Psique (según narra la mitología griega). La primera escultura hacia la derecha, por su parte, representa al signo zodiacal de Libra a través del dios Hermes. De esta manera, las doce esculturas se distribuyen a lo largo de todo el espacio. En el portal de ingreso, con un menor tamaño pero igual relevancia, se ubican las seis piezas que, también en mármol de Carrara,  representan a deidades de la cultura griega: Hebe, Demeter, Artemisa, Afrodita, Kronos y Hefestos. 

Durante la remodelación encomendada por el expresidente Castilla también se instalaron 100 bancas de mármol, maceteros con bases de hierro, una glorieta y 50 jarrones ornamentales de hierro, además de una verja inglesa de hierro, colocada alrededor de la alameda. 

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La alameda se construyó para embellecer el camino hacia el Convento de los Descalzos.

La restauración de las esculturas de la Alameda de los Descalzos se enmarca en un plan que también abarca la recuperación y puesta en valor del patrimonio inmaterial del CHL: este espacio en el corazón del Rímac será el futuro escenario de la Feria de Octubre, una festividad del Calendario de la Identidad que en octubre pasado volvió a celebrarse en la capital tras más de 70 años, aquella vez en los pasajes Santa Rosa y Nicolás de Ribera el Viejo. Su próximo traslado a la Alameda de los Descalzos y el Paseo de Aguas permitirá incrementar la celebración, incluyendo tradiciones como los caballos de paso, los recitales de décimas, los pregones de Rosa Mercedes y los certámenes musicales, entre otros. 

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