#NiUnaMenos. “Perú país de violadores”, tuiteó Indira Huilca y desencadenó la ira de muchos, así como la revelación de estadísticas escalofriantes. Según el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la OEA, Perú es el segundo país con más violaciones de la región, solo superado por Bolivia. El Ministerio de la Mujer indica que más del 70% de los casos denunciados involucraron a menores de edad. Ante los hechos, algunas autoridades han ahondado en la gravedad del problema con declaraciones inusitadas. El cardenal Juan Luis Cipriani, por ejemplo, relacionó las violaciones en menores con mujeres poniéndose en un escaparate.

Casos como el de Lady Guillén y Cindy Contreras son conocidos por el país entero. También lo son las reacciones de la justicia nacional. Medios, figuras públicas, políticos y empresas privadas hicieron la causa suya. Así empezó una de las campañas más multitudinarias de los últimos años. #NiUnaMenos logró una marcha de proporciones inauditas. Sin embargo, dos días después, otro caso de violencia e impunidad sacudió los medios desde Tumbes.

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La marcha ¿Para qué?

El 13 de agosto, llegar al Campo de Marte o al centro en general fue una tarea titánica. Desde horas antes de lo pactado, personas de toda la ciudad se dirigieron al punto de encuentro. Caminar hacia allá era sentirse ya parte del movimiento. Todos sabíamos hacia dónde estábamos yendo. Alrededor de 200 mil personas llegaron a Palacio de Justicia. Hubo cantos, batucada, llanto. Hubo gritos y silencios.

¿Para qué sirvió la marcha? No estamos escondidas ni tenemos miedo. Estamos dispuestas a exigir los derechos que nos corresponden. Marchamos para demostrarnos las unas a las otras que no estamos solas. Marchamos para darnos fuerza, y para demostrar que somos fuerza” – Lady Guillén.

La marcha no fue un fin en sí mismo, pero sí un espacio de esperanza. Si Tumbes nos recordó de inmediato que el problema continúa, la marcha lo hizo visible de una manera en la que no se había hecho antes. Prueba de esto son los diferentes actores presentes. Hablamos de empresas y medios, de algunos políticos y de figuras públicas que incluso se animaron a compartir sus historias. Emilia Drago, Juliana Oxenford, Mercedez Aráoz se unieron a las miles de mujeres que contaron sus casos en las redes. Nunca hubo forma más conmovedora de educar sobre un problema. 

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Encuentros/desencuentros

De la misma forma en la que la marcha fue un punto de encuentro, fue también un lugar de escape. «En un país donde la justicia nos da la espalda, esta es la mejor forma que tenemos de expresarnos. Indignación, rencor, miedo, pero también ganas de reír y apoyarnos. Fue catártico», comenta Maricarmen Gutiérrez, parte del Comité de Cultura de #NiUnaMenos. Ella organizó, junto a Leonor Estrada, una performance sobre la Virgen siendo maltratada por Cipriani.

«El humor es una herramienta interesante para llegar a las personas. Estamos tomando las calles contra la violencia y el machismo institucionalizado. Cipriani tiene una responsabilidad en esta lucha como cabeza de la Iglesia Católica», indica la activista.

La puesta despertó risas, pero también reflexiones y algunas escenas de dolor. Uno de los grupos condujo a una mujer que rompió en lágrimas hacia los medios, quienes tomaron una denuncia que la Policía se había negado a aceptar.#NiUnaMenos

Unidad

Para Lady Guillén, la cantidad de asistentes no fue una sorpresa. Esta ha sido la marcha más numerosa en la historia del Perú moderno, pero Lady explica que en su trabajo con mujeres que han sido agredidas, ve caso tras caso y conoce la inmensidad del número de agraviadas. «Lo que me llenó de esperanza fue que estuvieron presentes mujeres que no habían sido maltratadas. Mujeres con sus hijos, parejas, esposos. Mujeres con sus padres y hermanos«, afirmó. De esta marcha destaca la unidad no solo entre mujeres, sino entre familias.

 

¿Y ahora qué?

Días antes de la marcha, Diana Daf Collazos y otras dirigentes del Comité de Cultura de #NiUnaMenos organizaron una acción frente a Palacio de Justicia. Un grupo de parejas tomó las escaleras de la institución y recreó las desgarradoras imágenes de la agresión sufrida por Cindy Contreras. «Queríamos hacer una interpelación directa al Poder Judicial. Llevar la imagen que nos había indignado a tantos, y enseñarles lo que están dejando pasar«, explica Collazos al respecto. La acción ganó notoriedad al ser cubierta por medios locales y foráneos, y por ser uno de los reclamos más crudos de la campaña.

Víctor Ticona, presidente de la Corte Suprema, ya ha declarado sobre los cambios que se harán bajo su gestión: 24 nuevos juzgados de familia, y capacitación a los jueces sobre perspectiva de género. El día de la marcha, sin embargo, la indignación volvió a despertar. El Palacio de Justicia lucía dos banners indicando que apoyaba la igualdad de género. «Los carteles se sintieron  como una burla. Como si los representantes del Poder Judicial no supieran que estábamos ahí exigiendo justicia», declaró Lady Guillén.

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Siguientes pasos: Sociedad Civil y #NiUnaMenos

El tema legal se mantiene como el principal territorio de lucha. Desde los policías que no toman denuncias, hasta los jueces que las desestiman. Tanto Gutiérrez como Collazos coinciden en que el camino es largo y complejo. Como organización, Gutiérrez espera que #NiUnaMenos mantenga los grupos formados, para educar en sus comunidades y para presionar a los políticos a trabajar por hacer efectiva cada mejora lograda.

«Nuestro primer objetivo es que las autoridades cumplan su trabajo. Queremos una respuesta inmediata del Poder Judicial a la cantidad de casos abiertos. Lo segundo es que nos dejemos de apariencias. Educar a jueces y fiscales es esencial, pero también lo son las sanciones hacia agresores y hacia aquellos que permiten que salgan libres.» – Lady Guillén

Es en este segundo punto donde entran no solo activistas y políticos, sino cada miembro de la sociedad peruana. «Cada persona es responsable de informar sobre el machismo. El camino es dar a hombres y a mujeres un sistema que los eduque y los defienda«, explica Diana Daf Collazos. No es un cambio de un día, ni de un año. La meta es a largo plazo. Pero lo acontecido este 13 de agosto marca un antes y un después.

 

Por Alejandra Nieto

Fotos de Gabriela Pinto