Rafael Dumett, escritor reconocido internacionalmente por su novela “El Espía del Inca”, revela detalles de sus próximos proyectos literarios. Eudocio Ravines y la presencia e influencia de nazis retirados en nuestro país ocupan sus últimas investigaciones.

Por Lucas Cornejo Pasará  Fotos Hay Festival

Rafael Dumett estudió Lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Teatro en dicha universidad y en La Sorbona, París. Ha escrito las obras de teatro “AM/FM” (1985), “Números reales” (1991), “El juicio final” (1997) y “Camasca” (2019), ganadora del Premio del Teatro Británico Ponemos tu obra en escena. Escribió para el cine el largometraje “Both” (2005). “El Espía del Inca” es su primera novela, y ha recibido vastos elogios de la crítica internacional. Actualmente, vive alejado del mundanal ruido y trabaja en diversos proyectos literarios.

Nunca antes habías publicado narrativa. ¿Qué te llevó a hacerlo? ¿Siempre lo quisiste?

Cuento había escrito. Yo gané los juegos florales (en la PUCP) hace mucho tiempo.

Entonces, ¿por qué dejaste de escribir narrativa?

Porque en un momento determinado comencé a estudiar teatro y también me comenzaron a absorber mis estudios de Lingüística en la Universidad Católica. Curiosamente, yo comencé a escribir teatro de manera accidental, pero, cuando lo hice, me dediqué a cuerpo entero. Era un poquito raro pensar en volver a la prosa si yo ya estaba totalmente metido en ese universo. Tenía una interacción con actores y toda una comunidad ya establecida. Cuando en 1997 viajé a instalarme a Estados Unidos –antes en Francia ya había escrito obras de teatro–, escribir teatro ya no fue una posibilidad para mí, y estuve trabajando en cine por un tiempo. Una vez acabados mis compromisos con el cine, me dijeron: “Bueno, señor, usted está libre, puede hacer lo que quiera”, y en aquella época pensar en un grupo de teatro en el Perú no tenía sentido. No existía la globalización como ahora. Así fue que, literalmente, opté por este viejo amor que era la prosa.

¿Cómo se escribe una novela tan extensa sobre algo tan lejano como el Incario?

Porque no es tan lejano. No es lejano en absoluto. Cuando comencé la investigación, me fui topando con personajes interesantes  para mí: el traductor Felipillo, el traductor Martinillo, las mujeres que vinieron con los españoles, los negros que vinieron con los españoles, los indios guatemalas, los indios nicaraguas; los mismos conquistadores, que eran muy diferenciados entre sí. Unos venían de Andalucía, otros venían de Extremadura, la relación y el contrato que tenían con Pizarro eran distintos. Leyendo me fui enterando de personajes de nuestra historia. Por una parte, me fascinaba y, por otra parte, me horrorizó que no supiéramos nada sobre ellos.

Creo que, por ejemplo, si yo te digo Ricardo Corazón de León, tú inmediatamente sabes quién es; igual si te digo Calígula, el Khalifa Alibaba o el genio de la lámpara, y tú tienes una imagen de todo esto. Descubrí información sobre el general Chalcuchímac, el general Quizquiz, el general Rumiñahui. De pronto, que yo dijera esa palabra y que no creara una resonancia en la persona común y corriente me reveló que, teniendo un patrimonio tan fuerte, interesante y grande, no había trascendido. Eso fue un fuerte motivo.

Dumett estudió Lingüística y Teatro. Ha escrito obras teatrales y un largometraje. “El Espía del Inca” es su primera novela.

Pero ¿cuánto de ti o de tu vida pusiste en “El Espía del Inca”? Quizá encontraste algo personal en esos personajes.

Bueno, la gente no lo sabe, pero esto es realmente un trabajo de autoficción. Yo soy, en realidad, un espía que murió en 1600. Entonces, lo único que he estado haciendo con esta novela es hablar de la vida y mis experiencias en el periodo incaico.

Vives apartado del mundanal ruido en una casa de campo y crías alpacas. ¿Cómo tomaste esa decisión? ¿Crees que es el ambiente ideal para un escritor?

No fue una decisión que tomé yo. Es una casa de campo en medio del bosque en California. Mi esposa había comprado esta casa como un lugar para pasar un fin de semana cada dos meses. Podíamos apartarnos, ni siquiera teníamos internet allí. Realmente era desconectarse de todo. Llegó la pandemia y, por una parte, uno tenía que protegerse físicamente. Por otra parte, tenías que seguir trabajando. Yo soy profesor universitario, y las clases iban a comenzar a ser a distancia. Siendo así, pusimos internet en esa casa. Mi esposa acababa de comprar alpacas. Su interés por las alpacas presidía su relación conmigo. Cuando yo aparecí en su día, se dio la conjunción de elementos. Nos mudamos y llevamos una llama, incorporamos gallinas. De pronto, creamos esta cosa que estaba latente pero la pandemia posibilitó. No fue algo planificado, sino que las circunstancias nos llevaron a eso.

Pero ¿crees que es un ambiente ideal para escribir?

Es un ambiente ideal para escribir para mí. Me he dado cuenta de que soy una persona profundamente rural. Lo he notado inclusive a mi pesar, pero es la verdad. Puedo vivir sin cines, sin teatros, sin vida social, sin trabajar en cafés ni restaurantes. Ahí no hay delivery, no hay nada. Todo lo que he estado comiendo lo hemos hecho en mi casa. Honestamente, la concentración que puedes alcanzar en un sitio como este es impresionante. Sientes, cuando lees, que realmente estás conversando con alguien. Hay alguien que te está hablando a la oreja, pero que cuando estás en un entorno urbano… ahorita mismo tenemos ruidos detrás. Hay muchas interferencias que afectan tu concentración. Creo que, una vez que recuperas esa concentración y la calidad de comunicación que puedes tener con ella, te es difícil dejarla.

Te encuentras dentro de un género poco común en la literatura peruana, a pesar de que cada vez aparezcan más novelas históricas. ¿Piensas continuar en eso o, de pronto, planeas salir de lo histórico?

Yo no tengo la menor idea de lo que es la literatura histórica. Para mí es simplemente una historia más en la que tratas con personajes
del pasado. Punto. Yo haría el mismo tipo de investigación si tuviera que tocar un asunto del presente. Sí, da la casualidad que acabo de terminar el primer volumen de una saga, que trata sobre la vida de una figura muy importante pero completamente olvidada en el Perú: un intelectual, propagandista, político y escritor peruano llamado Eudocio Ravines. Estuvo a la par con Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui. De hecho, compartieron escenario. Haya de la Torre se comunicaba por carta con Mariátegui a través de él, de este personaje. Fue responsable de cinco golpes de Estado en el Perú. Además, estuvo en la Guerra Civil Española, en la Unión Soviética, en Estados Unidos, México, Argentina, creó el Partido Comunista de Chile… Este personaje extraordinario nos permite examinar el siglo XX desde los subterráneos de la historia. Que sea olvidado así me parece sintomático y es algo que quiero remediar.

¿Qué parte de la vida de este personaje exploras exactamente en este primer volumen?

El primer volumen está dedicado exclusivamente a su infancia, adolescencia y primera juventud. Este señor era de Cajamarca. Comencé con la intención de darle solo unas cuantas páginas a este momento inicial de su vida, pero, conforme fui avanzando en la investigación, me di cuenta de que este universo tenía autonomía. Muy posiblemente no iba a trabajar con esos primeros personajes en el resto de novelas, pero ese universo merecía que yo le diera su espacio. Aparecían personajes que incluso el mismo Ravines escondía, o eventos muy importantes en la historia del Perú que merecieron ser mencionados en otros libros, como “El mundo es ancho y ajeno”, de Ciro Alegría. Decidí darles su espacio a estos personajes cajamarquinos de inicios del siglo XX; además, haciendo un guiño sutil a esta realidad social que vivimos ahora, que está influenciada por gente de Cajamarca.

Rafael Dumett reflexionó sobre su novela “El Espía del Inca” en el Hay Festival Arequipa 2022. Foto: Dennis Mayhua.

Leí que también querías escribir sobre nazis en América.

No es el mismo proyecto, pero nació por el interés por Ravines. Cuando investigaba, me enteré de que él estaba involucrado en la Operación Cóndor, en la que las fuerzas militares de Paraguay, Chile, Argentina y Brasil se pusieron de acuerdo para intercambiar información y actividades sobre insurgencia. Todos los involucrados tenían asesores nazis o utilizaban técnicas probadas por nazis. A partir de la lectura de ciertos documentos, me di cuenta de que esta influencia, que pensábamos menor, no lo era. Era parte de una estrategia finamente creada de extracción de nazis de Europa para llevarlo a, sobre todo, Argentina y otros países de Latinoamérica. No estamos hablando de diez, de decenas o de centenas.

Estamos hablando de posiblemente entre cinco mil y diez mil nazis planificadamente traídos para crear una Argentina que pueda ser la nueva potencia mundial después de que las antiguas potencias se exterminen mutuamente. Perón tenía ese plan. Pasó que algunos de ellos llegaron también al Perú. Específicamente dos: Klaus Barbie y Friedrich Schwend. Este segundo señor tiene una larga injerencia, en colaboración con el Servicio de Inteligencia Nacional, la Policía de Investigaciones del Perú y el Servicio de Inteligencia Tributaria, desde su llegada en 1947 hasta su muerte en 1978. Además, es responsable de uno de los mayores asesinatos del Perú: un señor, un magnate, cuyo asesinato tuvo muchísima resonancia mediática, que se llama Luis Banchero Rossi. Ellos dos tienen una responsabilidad, no voy a decir probada, pero obvia y demostrada con los documentos que he podido conseguir.

¿Cuándo veremos esos libros?

No lo sé. Como te digo, tengo el plan para el segundo volumen de la saga. Además, tengo otro plan de una novela ubicada en el siglo XVIII, que recrea la segunda parte de la rebelión de Túpac Amaru II, con un protagonista que se llama Diego Cristóbal Condorcanqui. Eso también lo quiero hacer antes de morirme. También tengo diseñada una segunda parte de “El Espía del Inca”. El problema es –tienes razón– que me dicen que es muy difícil reencarnarse.

Agradecimientos

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