La barba de varios días que luce Adrián Saba no es casualidad. El director de cine es un hombre de cábalas. La última consiste en dejarse crecer el vello facial los días o semanas antes del estreno de una obra suya. El día de la presentación en público, coge crema, navajas y adiós barba.

Hace algunos años lo hizo con su ópera prima, el film El limpiador. Esta vez repite la superstición debido a su primera incursión teatral. Se trata de El amo Harold y los muchachos, obra escrita por el dramaturgo Athol Fugard y que Saba llevará a las tablas desde hoy hasta el 28 de febrero en el Teatro La Plaza.

La historia habla la relación lúdica y por momentos tensa entre Harold (Fernando Luque), un joven blanco, hijo de los dueños de un salón de té, y los empleados de raza negra (Lucho Sandoval y Alejandro Villagómez) que trabajan allí. La obra transcurre durante el Apartheid, alrededor de 1950, en Sudáfrica y trata el tema del racismo de la época.

Alejandro Villagómez, Lucho Sandoval y Fernando Luque (de izq. a der.) dan vida a los personajes de la obra.

¿Por qué elegiste la obra?
Porque la leí hace unos cuatros años y conecté rápidamente con el texto. Cuando uno piensa en esos tiempos en Sudáfrica, los consideramos aberrantes, pero la verdad no estamos tan lejos de ellos.

¿Por qué crees eso?
La obra sigue vigente. Tiene personajes que luchan por encontrar la esperanza en el mundo. La obra oscila entre la esperanza y la desesperanza. Y eso conectaba mucho conmigo.

¿Cómo?
Constantemente lucho por la esperanza en este mundo. No puedo perder la fe en la humanidad porque probablemente, el día que la pierda, deje de ser artista.

¿Se puede cambiar el mundo a través del arte?
Más allá de cambiar, que sería bastante pretencioso de mi parte, intento conectar con otros seres humanos. Siento que el poder del arte es muy fuerte para conectar con las personas.