Entre el cine y el teatro

Saba se sienta con las piernas cruzadas en un mueble de su apartamento en Barranco. Visto así, tiene la postura de un monje zen. Pero también la actitud. Este mes no solo estrenará la obra teatral, sino además su segunda película, El soñador. No obstante, su hablar distendido hace parecer que ambas presentaciones están a muchos años de hoy.

¿Hay nerviosismo por los estrenos?
En realidad, no. Estoy muy entusiasmado. La he tenido fácil con estos buenos actores y un gran equipo de producción. Es maravilloso cuando los proyectos fluyen en sintonía.

¿Cuáles son las diferencias entre dirigir cine y teatro?
Son muy distintos y a la vez muy parecidos. Ambas buscan lo mismo, que es contar una historia, pero utilizan herramientas distintas. Lo que me gusta del cine es que es un gran acto de magia. El equipo detrás de la película se encarga de hacer los trucos. Todo es falso y, al final, lo ves en la pantalla grande y te lo crees. También te hace viajar, conocer lugares.

¿Y el teatro?
También estás contando una historia, pero está vivo en el presente y se revela ante tus ojos. De pronto en alguna obra al actor se le cae el vaso y me muero de curiosidad por saber cómo va a resolverlo, qué hace. Eso es emocionante. Como director, solo puedo mirar el mundo que se ha creado.

Es más humano…
Exacto. Y eso es lo que estoy buscando en esta obra. Que sean tres personas paradas en un escenario y que vivan el momento.

¿Fue difícil encontrar a los actores?
Hice un casting bastante extenso. Los tres actores me sorprendieron muchísimo y ahora que hacemos la obra, no me la imagino con otros actores.

¿Por qué?
No hay sensación más gratificante para un director que saber que has tomado la decisión correcta. En este caso, estoy completamente seguro que estos personajes no podrían ser interpretados por otros actores. Son un grupo humano hermoso, me encanta verlos divertirse en escena.

¿Qué tan complicado fue abordar el tema del racismo?
Si bien la obra trata temas que son controvertidos, también tiene momentos de bastante risa, de mucha esperanza. Hay grandes analogías con el baile. Hay que saber bailar la vida como campeones y no estar tropezándonos unos contra otros.

¿Ya tienes en mente la próxima obra de teatro que te gustaría hacer?
Aún no. Mi misión en teatro es hacer una obra cada vez que encuentre un texto que me mueva tanto como este. Por eso solo me interesa realizar proyectos que tengan una transcendencia humana

¿Cuántas personas se espera que vayan?
El teatro tiene una capacidad de 217 butacas y son 41 funciones. En total, (hace la cuenta mentalmente)… Serán casi unas 9,000 personas.

¿Por qué tendrían que ir a ver la obra esas 9,000 personas?
Más allá de pasarla bien, creo que muchos se van a conmover. Mi objetivo es llegar a tocar las fibras del corazón de la misma manera que el autor tuvo una conexión indirecta conmigo cuando leí su obra. A pesar de que no las conozca en persona, voy a tener una conexión con esas 9,000 personas.

Por André Agurto