Hernando de Soto ya habla como candidato. En esta extensa conversación, el economista recuerda su enemistad con Mario Vargas Llosa, recapitula sus vínculos con varios expresidentes y revela algunas de sus principales propuestas para el futuro. “Ser presidente del Perú es un sacrificio”, asegura.
Entrevista Beto Ortiz Fotos Rafo Iparraguirre
Si la segunda vuelta fuera entre Keiko Fujimori y Hernando de Soto, ¿por quién votaría Vargas Llosa?
Yo creo que votaría por mí. Y después probablemente saldría a decir: “En este momento se volvió a joder el Perú”. Nosotros comenzamos a conspirar juntos para tener una alternativa liberal desde 1981, los dos somos fundadores del Instituto Libertad y Democracia y luego él fundó el Movimiento Libertad. Pero su resentimiento conmigo viene a raíz de que el ‘Chino’ Fujimori le ganó y eso no se lo perdona ni a él ni a ninguna de las personas que lo ayudaron, entre las cuales estoy yo.
Fuera de bromas, debería empezar a preocuparse, porque la bendición de Vargas Llosa ha resultado un amuleto infalible para todos los candidatos a los que apoyó públicamente: Toledo, Humala, PPK, Villarán…
Yo no creo que le vaya a funcionar esta vez. Yo creo que va a ser al contrario. Ese es el menor de mis problemas.
Recuerdo que, en 1993, Vargas Llosa publicó su libro de memorias “El pez en el agua” acusándolo de ser pomposo y afrancesado, de haberle añadido un coqueto “de” a su apellido y, prácticamente, de no ser peruano. Usted le lanzó una respuesta de muy grueso calibre en televisión nacional. A partir de allí se volvieron una dupla de archienemigos legendarios…
Bueno, yo no lo veo así. No veo nada cercano a eso. En primer lugar, porque son áreas distintas. El mundo en el cual él definitivamente prevalece es el mundo hispánico, el mundo que ama las novelas, ese es su campo. Lo entrevistan las mismas grandes revistas, en las que yo aparezco, a veces, integrando las listas de intelectuales públicos más influyentes del mundo entre el puesto trece y el veintitantos. En esos rankings, él no sale.
Todo lo relacionado con innovación, economía, política, ciencias sociales es mi cancha; ahí no hay ninguna rivalidad porque él nunca ha pretendido eso; si yo saco un libro, yo vendo millones en todo el mundo, él nunca ha llegado a eso. En el mundo hispánico es distinto, ahí él es mucho más conocido que yo. Desde el momento en que él escribe sobre mí y me acusa de que, en realidad, soy Hernando Soto, yo tengo que andar con mi partida de nacimiento y la de mi hermano en el bolsillo para probar que ambos fuimos bautizados así cuando teníamos dos días de edad.
Cuando el periodista Dennis Vargas le hizo aquella entrevista en “Panorama”, yo era reportero allí y siempre me pregunté: “¿Por qué no lo entrevistó Guido Lombardi, que era el conductor del programa?”.
Ah, no sé. Yo no escogí al entrevistador. A mí me invitó Manuel Delgado Parker.
Quizá prefirieron otro conductor porque Guido trabajaba para usted –en el ILD– y podría haberse interpretado como un conflicto de intereses. Quizá por eso entró a tallar Dennis, quien trabajaba en RPP y que se quedó con aquel gesto inolvidable de estupefacción. ¿Sabía él que iba usted a soltar tamaña frase?
Sí, claro, por eso me dieron dos bloques. El primer bloque lo usé para decir que Vargas Llosa estaba pidiendo que le cortaran el financiamiento al Perú y que yo lo retaba a debatir eso en España o en Estados Unidos. Y en el segundo bloque me preguntaron qué le contestaría a Vargas Llosa después de todo lo que había dicho en su libro sobre mí. Yo respondí: “Vargas Llosa es un hijo de puta”. ¡Y me costó muelas! Yo nunca en mi vida había hecho una cosa así, pero yo sabía que si tú le tocabas el ego a Mario cerrabas esa puerta: era su punto flaco. Yo he escuchado a Mario llamar a sus enemigos “cabrones, cacasenos, bribones”. Entonces no es, pues, un hombre que siempre pelee con florete. Y cuando me atacó fue con hacha, así que le di con hacha.
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