La mexicana, Juliana Velandia Santaella, logró escapar de la estampida en Itaewon, Seúl, pero sufre ahora de rabdomiólisis, que se produce cuando el oxígeno no llega a los músculos.
Por Gabriela Peña
Durante varios minutos Juliana Velandia Santaella, de 23 años, pensó que no saldría con vida del callejón donde el sábado murieron más de 150 personas durante las celebraciones de Halloween en Corea del Sur, y en el que ella estuvo al menos media hora completamente atrapada y “sin poder respirar”, según su testimonio para la agencia EFE.
Juliana enfrenta las secuelas de lo sucedido en Itaewon
Velandia recuerda tomar una foto en compañía de su compañera de cuarto en la calle de bares más concurrida del barrio, Itaewon ro 27 ga gil, a las 22.08 hora local del sábado (13.08 GMT), tal y como quedó registrado en su teléfono.
“Caminamos unos metros, doblamos a la izquierda y en el callejón ocurrió todo. Yo estaba en la parte de arriba de la pendiente. Y todos empezamos a caer hacia abajo. Nos empezaron a empujar, a empujar, a empujar y no paraban”.
“En un punto nos empezaron a empujar tanto que la perdí (a mi compañera) de vista. Ya no sabía donde estaba. Me empezaron a aplastar todo mi tórax y no podía expandir mis pulmones y no podía respirar”, añade.
Relato aterrador
“En un punto mis pies ya no estaban tocando el piso, ya había cuerpos debajo de mi. Había un muchacho que estaba inconsciente y me estaba aplastando y mis piernas estaban resultando tan aplastadas que dejé de sentirlas. Yo juré en un momento dado que iba a perder las piernas, que me las iban a romper… Que nunca más las iba a poder mover”, explica.
“Me di cuenta que la única manera de poder seguir respirando era por la boca. Estuve haciendo respiraciones muy cortas y rápidas por la boca”, rememora Velandia.
Una vez que levantaron al joven inconsciente que estaba encima de ella, pudo respirar mejor y un muchacho coreano le brindó ayuda.
“El problema es que mis piernas seguían atoradas entre todos los cuerpos. No podían levantarme. Este muchacho me ayudó a sacar mis piernas de entre los cuerpos. Cuando me liberaron miré el celular y eran las 22.58 de la noche. Quiero suponer que estuve ahí atrapada entre 30 y 40 minutos”, afirma.
Velandia tardó varios minutos en poder volver a caminar porque sus piernas seguían dormidas por la falta de circulación.
Buscó a su amiga y ambas pasaron el resto de la noche en casa de un amigo en Itaewon y acudieron al hospital al día siguiente.
Juliana sufre ahora un terrible dolor muscular y padeció fiebre a causa de la rabdomiólisis.
“Me duele respirar, me duele caminar. Básicamente no me puedo mover”, explica la mexicana, a la que le espera una dolorosa recuperación, tanto en lo físico como en lo psicológico.
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