La ausencia de accesos adecuados y conexiones eficientes amenaza con convertir al Nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en un monumento a la descoordinación estatal. Luego de que la inauguración se pospusiera por tercera vez, se prevé un escenario de congestión y caos para pasajeros y trabajadores.

Por: Rolling Thorne Davenport

El reciente aplazamiento de la inauguración del aeropuerto Jorge Chávez ha expuesto las graves deficiencias en la planificación y ejecución de la infraestructura en el Perú. A pesar de representar una inversión de US$2000 millones, el Estado no ha logrado concretar dos obras fundamentales para su adecuado funcionamiento: la construcción de un puente de acceso sobre el río Rímac y la adenda al contrato de la Línea 2 del Metro de Lima para incluir una estación dentro del aeropuerto. Estas omisiones no solo evidencian la desarticulación del sector público, sino que también generarán serios problemas de congestión, accesibilidad y seguridad para los viajeros que visiten el país.

Las operaciones del renovado aeropuerto empiezan el próximo 30 de marzo.

Sin un puente directo, los pasajeros y trabajadores del aeropuerto se verán obligados a utilizar rutas más congestionadas por medio de accesos temporales, lo que incrementará los tiempos y costos de traslado. A esto se suma la falta de una estación de metro que permita una conexión rápida y efectiva con el resto de la ciudad, dejando a los pasajeros con opciones limitadas y obligándolos a depender de taxis y vehículos privados, lo que agravará aun más el tráfico en la zona. En este sentido, el titular de la cartera de transportes, Raúl Pérez-Reyes, indicó que estaban evaluando la construcción de un monorriel como solución, pero que, lamentablemente, esta obra –si es que se llega a concretar– tomará varios años más.

Con el plan del MTC y LAP de inaugurar el nuevo aeropuerto a fines de marzo de este año, la situación se vuelve aun más crítica. Las consecuencias de esta falta de planificación van más allá del sector transporte. Un aeropuerto moderno y eficiente es una pieza clave para potenciar el turismo, el comercio y la inversión extranjera. Una deficiente accesibilidad puede desalentar a turistas y empresarios, afectando sectores estratégicos de la economía peruana. En un contexto global donde la conectividad y la infraestructura son factores determinantes para la competitividad de un país, estas fallas colocan al Perú en una posición de desventaja frente a otros destinos de la región.

“El nuevo aeropuerto debería ser un símbolo de modernidad y progreso, no un testimonio de las trabas que siguen frenando el desarrollo del Perú”.

El problema de fondo radica en la excesiva tramitología, la burocracia paralizante y la falta de coordinación entre las entidades del Estado. La imposibilidad de articular esfuerzos para ejecutar proyectos estratégicos demuestra que los principales obstáculos para el desarrollo no son la falta de inversión, oportunidades o recursos, sino la ineficiencia del aparato estatal. Mientras estos problemas persistan, el Perú seguirá perdiendo oportunidades.

Corregir este rumbo requiere una reforma profunda en la gestión pública, simplificando procesos administrativos, reduciendo barreras burocráticas y promoviendo una mayor articulación entre las entidades estatales en los tres niveles: local, regional y central. Si el país aspira a ser un destino atractivo para el turismo y la inversión privada, debe garantizar que las grandes obras de infraestructura no sean víctimas de la inacción estatal. El nuevo aeropuerto Jorge Chávez debería ser un símbolo de modernidad y progreso, no un testimonio de las trabas que siguen frenando el desarrollo del Perú.

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