Celebridades, magnates de la tecnología y socialités de todo el mundo han encontrado en la criogenia una promesa para prolongar su vida, incluso después de la muerte. Más allá del debate científico-teológico que abre este procedimiento, ¿puede el congelamiento del cuerpo asegurarnos una resurrección en un futuro próximo?
Por Edmir Espinoza
Casi siempre ligada a la ciencia ficción, la idea de congelar un cuerpo humano al morir para, en un futuro próximo, devolverlo a la vida ha estado presente en la mente de muchas de las personas más poderosas del mundo (y también de las no tan poderosas). Artistas y magnates se han dejado seducir por la tentación de prolongar su existencia, incluso después de su muerte, y han llegado a invertir millones de dólares en la promesa lejana de la vida eterna.
Aunque se antoje como un tema futurista, sacado de alguna novela de Isaac Asimov, la criogenia o crioconservación tiene su primera referencia en el lejano 1962, cuando el estadounidense Robert Ettinger publicó el libro “The Prospect of Immortality”.
A partir de entonces, la idea del congelamiento voluntario para tentar una nueva vida pasó a formar parte de la cultura popular, al punto de crearse la leyenda urbana (ya descartada) de que Walt Disney había sido congelado al momento de morir. Sin embargo, no fue hasta cinco años más tarde, en 1967, que el profesor de Psicología de Los Angeles, James Bedford, se convertiría en el primer hombre en ser sometido a la criogenia.
Hoy, 52 años después del congelamiento del doctor Bedford, la crioconservación parece haberse convertido en una gran tendencia para millonarios –y ateos–. Desde Londres hasta Suiza, pasando por Silicon Valley, son varias las empresas que ofrecen este tipo de tratamiento para la posteridad. Pero ¿realmente funciona?
Historia de un congelamiento
Antes que nada, conviene explicar en qué consiste el proceso de criogenia o crioconservación. Una vez que la persona ha sido declarada legalmente muerta, la empresa de preservación criogénica se encarga de mantener la sangre fluyendo por el cuerpo, el mismo que es envuelto en hielo e inyectado con varios químicos para reducir la formación de coágulos sanguíneos y daños al cerebro.
Luego, el procedimiento emula en gran parte al usado por los antiguos egipcios para embalsamar a sus momias. Se sustrae la sangre y reemplaza con una solución para preservar los órganos, para luego inyectar una solución crioprotectora que reduce la formación de cristales en órganos y tejidos cuando el cuerpo sea enfría a -130° C.
De acuerdo a Dennis Kowalski, presidente del Instituto Cryonics, una organización al frente del proceso de congelamiento humano, en la actualidad existen unos trescientos cincuenta cuerpos que se sometieron a este procedimiento, y otras dos mil personas ya han firmado y pagado para que las congelen cuando llegue su última hora.
De ricos y famosos
Tal es el entusiasmo que ha generado la posibilidad de “revivir”, que muchos ricos y famosos de Hollywood han mostrado su interés en este tipo de procedimiento.
El célebre presentador Larry King explicó que le gustaría ser congelado y que no tendría problemas en despertar dentro de 500 años. “Solo tendría que hacer nuevos amigos”, le dijo al cómico Conan O’Brien.
Por su parte, Simon Cowell, directivo de Sony Music y fundador de programas como “American Idol”, cree que la criogenia puede abrir la puerta a una segunda oportunidad. “Es una póliza de seguro. Si no funciona, no funciona. Si resulta, voy a ser feliz. Si es posible, y creo que lo va a ser, ¿por qué no tener una segunda oportunidad? Creo que es una buena idea. Tengo la sensación de que si no lo hacemos ahora, podríamos lamentarlo dentro de trescientos años”, comentó.
Pero existen magnates que han ido más allá e invertido sumas millonarias en la idea de prolongar su vida. Larry Ellison, el excéntrico fundador del gigante en desarrollo y comercialización de sistemas de computación Oracle, ha invertido buena parte de su fortuna en experimentos para detener el envejecimiento.
Inversión para el futuro
Por su parte, los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, han destinado más de 1.000 millones de dólares en su propia empresa bioquímica en Calico (abreviatura de California Life Company) para extender la juventud.
Como ha quedado demostrado, el camino para la vida eterna es sumamente caro. De acuerdo con la compañía Alcor Life Extension Foundation, especializada en la conservación de cuerpos criogenizados desde los años setenta y líder del mercado estadounidense en este sector, congelar tu cuerpo puede costar alrededor de 210 mil dólares, además de cuotas anuales durante toda tu “vida” de 500 dólares.
En Estados Unidos muchos pacientes han comenzado a incluir la criogenización en su seguro de vida, por lo que el coste final dependerá de la edad y el estado de salud del asegurado.
Pero más allá del precio de la vida eterna, y ya entrando en el terreno filosófico, conviene preguntarse hasta qué punto la criogenia podrá significar una verdadera segunda oportunidad para el puñado de privilegiados que logren someterse a este proceso.
Si en uno o dos siglos es posible regresar a la vida a las personas congeladas al morir, ¿cuál sería el interés de la empresa de conservación de cuerpos en “despertar” a un viejo cliente? ¿Qué futuro le deparará al “resucitado” sin familia, dinero ni conocimiento del nuevo contexto cultural de la época? Además, en tiempos de superpoblación y falta de recursos, ¿resucitar a los muertos es conveniente? Juzguen ustedes.