Ante esta cuarentena sin fecha cierta de caducidad, la posibilidad de estar juntos, de compartir y de celebrar queda en pausa. ¿Qué pasará con la industria del catering? ¿Qué pasará con los eventos corporativos, los cocteles de inauguración, las convenciones? ¿Cómo celebraremos las bodas, los aniversarios, los momentos entrañables? Felipe Ossio, el banquetero más importante de Lima, describe el panorama desde su propia experiencia.
Por: Redacción COSAS
Para Felipe Ossio, las empresas productoras serían las aliadas perfectas de las instituciones del Estado, los gobiernos regionales y distritales, para apoyar en la implementación de sus medidas de ayuda social. Por ejemplo, para “organizar eficientemente centros de toma de pruebas, reparto de víveres; organizar a los mercados para mantener las condiciones de sanidad y distancia necesarias”. Dice Ossio: “Una empresa productora sabe cómo organizar a grandes grupos de personas, calcular los tiempos, la seguridad necesaria, y cómo evitar los desbordamientos. Sin embargo, nadie ha recurrido a esa pericia y vemos que a ciertos niveles se actúa de manera improvisada, con resultados que atentan contra la propia salud de la población”.
Algunas empresas han dado giros muy interesantes a su actividad. El caso más notorio es el de Ángeles Eventos, empresa de estructuras metálicas, toldos y carpas que está diseñando y construyendo hospitales temporales para EsSalud y campamentos para personal en distintos sectores industriales.
“Muchas cosas van a cambiar y debemos redimensionar, corregir y adaptar nuestra oferta y a nuestras empresas a las nuevas formas o tamaños en que esa vida social se desarrolle”, continúa Felipe. “Yo creo firmemente que el ser humano es social y la necesidad de un espacio y momento de entretenimiento, de compartir en familia y con amigos, de tener experiencias, volverá a ser parte de nuestras vidas. Esperemos que pronto”.
¿Cómo celebrar?
Una vez que la cuarentena se levante, estacionalmente, y que se definan los parámetros del distanciamiento social, e incluso después de que estos se flexibilicen, es de suponer que nuestra forma de relacionarnos habrá quedado marcada por el tiempo de aislamiento social. Así, nuestras formas de reunirnos y de celebrar también se verán afectadas. No es arriesgado prever que las fiestas pasen de tener 500 invitados a tener 100, 80 o menos. Las fiestas en Lima ya se habían convertido en una competencia por el exceso… ¿Quizá ahora se reduzcan a formatos más europeos? Eso podría tener el lado positivo de que, con un presupuesto menor, para menos invitados, se podrían hacer cosas más finas y conceptos más elaborados.
“Creo que será un proceso paulatino”, opina al respecto Ossio. “Inicialmente, espero que la gente haga eventos chicos y que, poco a poco, en la medida que se encuentre la vacuna contra el COVID-19 se pueda volver a eventos de mayor tamaño. Aunque ya había una tendencia a que los eventos fueran en promedio de 400 personas. Las bodas han ido bajando el promedio de invitados: han pasado de 600 o 700 a 350 o 400 en los últimos diez años. Pero sí creo que, ahora, los grupos se irán haciendo más selectivos e íntimos”.
Algo que sucedía en las fiestas grandes, incluso en las bodas, es que solo en saludar a todo el mundo (incluso a quienes no conocen, invitados de los padres, de negocios, etcétera) pasaba toda la velada. Al reducirse los formatos, habrá mayor tiempo para hablar con calma, para compartir con todos, incluso para disfrutar más. “Es una observación interesante”, responde el experto. “Creo que las redes y los eventos solo sirven para un contacto social muy superfluo, es más un espacio donde representar tu papel para los demás. Las relaciones más reales se dan en espacios y grupos más íntimos”.
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