Adoro a mi grupo íntimo de amigos, a quienes conozco desde el colegio, sin embargo, a medida que ha ido pasando el tiempo, todos han empezado a ganar bastante más que yo. Los planes con ellos cada vez requieren de un mayor presupuesto y me encuentro luchando por seguirles el ritmo. Me muero de vergüenza cada vez que llega una cuenta y tengo que alzar la voz para no pagar de más y ya no sé qué excusa poner cada vez que tratan de organizar un viaje. No quiero dejar de ser su amiga, pero siento que me están dejando atrás. ¿Qué puedo hacer?

Por Cecilia de Orbegoso

Acabo de tener un déjà vu de un episodio de Friends en el que los seis amigos se ponen «incómodamente» sinceros sobre un tema en el que piensan todos los veinteañeros: el dinero. 

Rachel, Phoebe y Joey empiezan a sentir que Chandler, Monica y Ross no son conscientes de que ganan menos dinero que ellos. Y es que mientras unos podían gastar sin miedo 33 dólares en una cena y 50 en un concierto para ver a Hootie and the Blowfish, la cuenta bancaria de los otros temblaba. Esta situación, en la que una parte del grupo aumenta su poder adquisitivo y la otra no, tiene ya un nombre definido: friendship wealth gap. Lo primero que te recomiendo es un poco de calma, ya que la brecha de riqueza entre amigos no es nada fuera de lo común y no necesariamente es el principio del fin de muchas relaciones (mira nada más cómo sigue vigente la trama de ese capítulo ¡que se rodó hace más de 25 años!)

De dinero se habla poco (o casi nada) a pesar del rol tan importante que este juega. Y es que, al hablar de dinero, dejamos ver abiertamente de que este es una prioridad y, en algunos casos, una vulnerabilidad para nosotros. Nos guste o no, este define el tono de nuestra vida social y de refilón también influye en nuestras amistades. Y a medida que se amplía la brecha de ingresos entre amigos (la cual empieza a hacerse evidente a finales de los 20´s e inicios de los 30´s) las relaciones que parecían insumergibles, cual Titanic, ante el primer iceberg comienzan a llenarse de agua y hundirse bajo la presión de todo lo que se calla. Así que aquí viene mi segundo consejo: háblalo.

Algo que he aprendido con los años es que lo que no se dice es lo que causa angustia y la mejor manera de evitar confusiones o disgustos sobre el dinero es tener una conversación muy franca para no volver a hablar de ello. No solo es un tema espinoso, sino que puede llegar a ser un poco humillante tener que explicarle tus finanzas a alguien más que a ti mismo o a tu contador. Así que una forma bastante sútil de abordar el tema – sin que suene a especie de lamento – es discutir de manera casual las metas financieras de cada uno la próxima vez que veas a tus amigos. Me parece una forma genial y sin prejuicios de tocar el tema de los ingresos que además va a ayudar a todos los integrantes del grupo a tener un panorama más claro y objetivo sobre los comportamientos y motivaciones de los demás. 

Así, se podrá migrar de manera natural (y sin reproches) a los presupuestos para cenas, salidas nocturnas, viajes y demás «gustitos» que tanto cada uno, como en conjunto, se quieren dar. Es una excelente oportunidad para descubrir sus respectivos objetivos, como por ejemplo negociar un nuevo sueldo, cambiar de trabajo, ahorrar para la inicial de un depa o para la maestría y de paso aprovechar para compartir entre ustedes consejos y estrategias. Se aliviará gran parte de la presión sobre el tema del dinero, podrás darle a tus amigos una idea de tu situación y de paso afianzar un poco más la relación. ¡Bingo!

Gracias a esta nueva «claridad» va a ser mucho más fácil establecer presupuestos para saber cómo van a funcionar las actividades grupales a futuro, dejar de pensar en el elefante rosa en la habitación y simplemente seguir disfrutando sin presiones de la amistad. Los que disponen de más ingresos, probablemente dejen de sugerir planes más caros y empiecen a sugerir planes más relajados y ahorrativos que pueden ser igual de divertidos y adaptables a varios presupuestos.

Por otro lado, sé estratégica en lo que gastas, ya que si están planeando, por ejemplo, ir a un concierto, sugiere que se cancelen un par de salidas programadas para poder ahorrar e ir al evento. No te voy a negar, puede que te ofrezcan pagar tu parte con tal de incluirte en los planes que no puedes costear, y dependerá de ti que tan cómoda te sientas aceptándolo. No creo que tenga nada de malo, si es ocasional, ya que también le permite a tus amigos disfrutar contigo de sus sueldos sin sentirse culpables por ello, pero también debes estar preparada, por si no aceptas, a que sigan haciéndolo sin ti.

Que quede bien clara una cosa: no es una situación fácil de manejar. Para que funcione esta receta se necesita grandes dosis de comunicación marinadas en total sinceridad, pero también es imprescindible cortar radicalmente el juicio de esta dieta. Quizás esta es la parte más complicada ya que el amigo con más ingresos va a juzgar al que está más ajustado por no haber hecho los esfuerzos necesarios para ir a su viaje de despedida de soltero, y el que tiene menos va a juzgar al amigo con más recursos por haber elegido un plan tan caro al cual considera como un capricho innecesario. 

Paradójicamente será la verdadera demostración de generosidad, y no me refiero a la monetaria, la que haga sostenible la amistad, y a fin de cuentas es importante recordar, lo que hace al viaje memorable no es ni el recorrido ni el destino, es quienes vienen contigo.

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