Tengo 27 años y acabo de empezar una maestría en Madrid. Me mudé hace unas semanas y no sé si quiero seguir en mi relación a larga distancia con mi novio, quien está en Lima.  Creo que estoy experimentando la emoción de conocer gente nueva y disfrutando de la libertad que esto conlleva. No puedo evitar disfrutar de la atención masculina y conocer gente nueva tanto en mis clases como en la ciudad misma. Quiero mucho a mi novio y él es todo lo que buscaría en una persona, ya que nos llevamos muy bien, pero no puedo evitar pensar: ¿realmente funcionan las relaciones a distancia? ¿o será que esta relación no está destinada a ser?

Por Cecilia de Orbegoso

Mudarse a una nueva ciudad, plagada de gente, lugares, rutinas y planes nuevos es toda una experiencia (maravillosa según yo) y es totalmente comprensible que quien se mude quiera pasarla soltero, ya que imagino, querrá vivir la experiencia completa. Generalmente es quien se queda quien la pasa peor: se ve envuelto por una sensación de vulnerabilidad e inseguridad sobre todo por la posibilidad de que el otro termine agarrando el gusto al “producto extranjero” y hace que su experiencia sea un completo martirio. (En tu caso el destino no te lo pone nada fácil. No por nada tiene esa fama la noche madrileña).

Las relaciones a larga distancia son un territorio emocionalmente complicado, así como la mayor prueba de confianza en una pareja, pero no necesariamente estas, de facto, son una receta para la tragedia. Y que estés tan embelesada por el brillo resplandeciente de Madrid, no es una señal de que tu relación actual sea defectuosa, sino simplemente un reflejo del proceso de adaptación a tu nuevo entorno.

Son muchos los factores que complican una relación a distancia. La diferencia horaria es una de ellas. Imagínate, tú te estás levantando y él recién se acuesta, tú fuiste por drinks con tus amigas y él está en su lunch break, un viernes por la noche tú puedes estar de fiesta y él finalizando su día laboral, todo el tiempo viendo tus stories y buscando cosas ocultas a través del Instagram. Y ahí viene otro factor: los celos. Más aún cuando no le ponemos cara al nuevo entorno de nuestra pareja.  La mente es peligrosísima, y sobre todo muy buena engañando. Te hace creer que tienes un sexto sentido y que algo en tu interior te avisa cuando el otro está haciendo una fechoría, cuando generalmente es la ansiedad disfrazada de intuición. Otro factor son los recursos, y con ello me refiero tiempo y dinero. Tanto un presupuesto económico para visitarse mutuamente, como disponibilidad para mantener una rutina de comunicación, así sea virtual.

Seguramente hay muchísimos factores más, y no todos aplican por igual a todas las relaciones. Creo que lo más importante es que ambos estén dispuestos con compromisos, voluntad y convicción a mantener la relación. Finalmente, la distancia por sí sola no rompe las relaciones. Creo que la relación ya está rota y la distancia la deja ver. Y si tu relación puede sobrevivir, ten por seguro que luego no puede haber perro que te venga a quitar ese hueso.

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