La educación es una actividad que genera preocupación en todos los ámbitos de la sociedad, al menos en el discurso público, aunque muchas veces, como en el caso peruano, no se lleve a la práctica. En este contexto, dos palabras están revolucionando el mundo de la educación: innovación disruptiva. Introducido por Clayton Christensen en “The Innovator’s Dilemma”, usando como ejemplo la industria del acero a lo largo de cuarenta años, este concepto se refiere a cómo una nueva tecnología, producto o servicio, inicialmente simple y accesible, puede evolucionar hasta desplazar a los actores tradicionales de una industria. La pregunta es: ¿cómo está impactando esta tendencia en la educación superior?
Por Oscar Becerra, exministro de Educación
La innovación disruptiva empieza en los niveles más bajos del mercado, ofreciendo soluciones más simples y económicas, basadas en nueva tecnología que, por ser incipiente, no resuelve los problemas más complejos, pero que, con el tiempo, si se invierten de manera sensata las mayores ganancias que genera, mejora hasta dominar la industria. En el contexto educativo, esto significa que tecnologías y métodos de enseñanza, que antes parecían futuristas y podían ser tildados de dudosa calidad, han evolucionado hasta estar al alcance de la mayoría y en condiciones de competir de igual a igual, cambiando la forma en que aprendemos y enseñamos.
¿De qué formas aparece este tipo de innovación en la educación superior?
En primer lugar, tenemos los Cursos Online y MOOC (Massive Open Online Courses), caracterizados fundamentalmente por su accesibilidad y flexibilidad, al estar disponibles en plataformas que permiten a personas de todo el mundo acceder a educación de alta calidad sin importar su ubicación o situación económica, a su propio ritmo y horario. El célebre MIT menciona que algunos de sus MOOC han sido cursados por más de cien mil estudiantes de todos los rincones de la Tierra, a pesar de no ofrecer ninguna certificación oficial.
Personalmente, tuve la oportunidad de participar en el curso “Model Thinking: Una herramienta para pensar mejor”, dictado por el profesor Scott Page, de la Universidad de Michigan, junto con noventa y cinco mil participantes de todo el mundo. A pesar de lo astronómico del tamaño, durante las veintisiete horas de clase, siempre tuve la sensación de tener al profesor a mi lado, y para cualquier duda o consulta había siempre una respuesta o material dónde encontrarla. Fue, en definitiva, una experiencia memorable de aprendizaje, no solo del tema, sino del potencial de la tecnología para la construcción de conocimiento. Tal vez lo más sorprendente sea la personalización del aprendizaje lograda mediante algoritmos avanzados, que adaptan los contenidos y métodos de enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante.
El uso de la inteligencia artificial y otros modelos alternativos
Adicionalmente, con el avance tecnológico se ha hecho posible incorporar a la plataforma herramientas de Inteligencia Artificial y Aprendizaje Automático que hacen posible la tutoría inteligente y evaluación automatizada, ofreciendo una retroalimentación más rápida y precisa. Algo realmente sorprendente es que, gracias a la capacidad de manejar ingentes cantidades de datos (Big Data), es posible realizar análisis predictivo, determinar qué estudiantes podrían necesitar ayuda adicional y ofrecer intervenciones proactivas.
A todo lo anterior, es cada vez más factible utilizar herramientas de realidad virtual y aumentada para crear lo que se conoce como experiencias de aprendizaje inmersivo, facilitando la práctica sin riesgos. El centro de simulación médica instalado por la Universidad de San Martín de Porres es un ejemplo local de esta tecnología. Por otro lado, la tecnología permite que, en lugares donde el acceso a laboratorios físicos es limitado, o existen riesgos de manipulación de sustancias peligrosas o equipos demasiado costosos, los estudiantes realicen experimentos en un entorno virtual.
Tal vez nos preguntemos si estos enfoques reemplazarán a la educación tradicional, pero esta es la pregunta equivocada; lo que debemos pensar es de qué maneras complementan los vacíos existentes en la oferta educativa actual y qué modelos alternativos pueden surgir gracias a la nueva tecnología, para lograr objetivos que antes eran inalcanzables.
A propósito de modelos alternativos, no es nueva la idea de la educación basada en competencias, que se basa en el dominio de habilidades y conocimientos específicos, permitiendo avanzar una vez demostrada la competencia, independientemente del calendario académico, o el “Learning by Doing”, o aprendizaje basado en pro- yectos y experiencias prácticas cuya relevancia es cada vez mayor, fomentando una educación más aplicada y significativa.
La transformación del modelo tradicional
En otras palabras, las implicancias de la innovación disruptiva en la educación superior se refieren, en primer lugar, al acceso y la equidad, al permitir la democratización de la educación al hacerla accesible para poblaciones desatendidas, reduciendo las barreras geográficas y económicas. No solo eso, sino que también permite la reducción de costos al ofrecer alternativas más económicas a la educación tradicional, mejorando la estructura financiera de las instituciones y disminuyendo la carga económica para los estudiantes.
No menos importante es el impacto sobre la calidad y relevan- cia, pues hace factible la actualización continua de las estructuras curriculares, que de esta manera se pueden mantener al día con las necesidades del mercado laboral y desarrollar lo que se ha dado en llamar las habilidades del Siglo XXI, que no son otra cosa que capacidades críticas, tecnológicas y de resolución de problemas esenciales para el mundo moderno.
No podemos, sin embargo, dejar de lado los retos que plantea toda nueva tecnología, en especial, la resistencia al cambio, pues las instituciones tradicionales pueden ser lentas en adoptar nuevos modelos debido a estructuras burocráticas y culturales arraigadas. No es menos cierto que existe una razonable preocupación respecto a las garantías de calidad y reconocimiento, pues asegurar la calidad de la educación proporcionada a través de modelos disruptivos no siempre es fácil, sobre todo cuando existen prejuicios marcados que muchas veces se justifican por los fracasos iniciales de cualquier modelo disruptivo, pero que, en el caso que nos ocupa, ya han sido superados gracias a la existencia de entidades de gran prestigio que han adoptado el modelo; y por otro lado, la existencia de entidades acreditadoras a nivel internacional, que certifican y garantizan la calidad de la oferta académica virtual y su reconocimiento por empleadores, resulta más factible.
En conclusión, la innovación disruptiva en la educación superior ofrece una gran oportunidad para transformar el aprendizaje y hacerlo más accesible, flexible y relevante. Sin embargo, también presenta desafíos que deben ser abordados para garantizar que estas transformaciones beneficien a todos los estudiantes. Las instituciones educativas deben adoptar un enfoque proactivo para integrar estas tecnologías y métodos, asegurando así un futuro educativo más brillante y equitativo para todos.
La innovación disruptiva en educación superior: competencias sobre credenciales
La innovación disruptiva en la educación superior no solo depende de la implementación de nuevas tecnologías y métodos pedagó- gicos, sino también de un cambio significativo en la forma en que los empleadores valoran y seleccionan a sus empleados. Para que esta transformación sea efectiva y sostenible, es crucial que los empleadores comiencen a priorizar las competencias reales de los candidatos por encima de las credenciales tradicionales.
La limitación de las credenciales tradicionales
Históricamente, los títulos universitarios han sido la principal medida de la capacidad y la idoneidad de un candidato para un puesto de trabajo. Sin embargo, este enfoque tiene varias limitaciones:
Desconexión con el mercado laboral
Obsolescencia rápida de conocimientos; en un mundo donde las tecnologías y las prácticas laborales evolucionan rápidamente, los conocimientos adquiridos durante una carrera universitaria pueden quedar obsoletos en pocos años.
Enfoque teórico; muchos programas educativos tradicionales tienden a centrarse más en la teoría que en la aplicación práctica, lo que puede dejar a los graduados poco preparados para enfrentar los desafíos reales del trabajo.
Falta de personalización
Educación generalizada; los currículos estándar pueden no reflejar las habilidades específicas que un estudiante ha adquirido o las áreas en las que sobresale.
Escasa adaptabilidad; las credenciales tradicionales no siempre permiten la personalización del aprendizaje, limitando la capacidad de los estudiantes para desarrollar competencias específicas demandadas por ciertos sectores.
LA PRIORIDAD DE LAS COMPETENCIAS
Para que la innovación disruptiva tenga un impacto significativo en la educación superior, es esencial que los empleadores adopten un enfoque basado en competencias:
Evaluación real de habilidades
Pruebas prácticas; implementar evaluaciones que se centren en la aplicación práctica de habilidades específicas, más allá de lo que un título pueda indicar.
Portafolios de trabajo; fomentar la presentación de portafolios que demuestren la capacidad del candidato para realizar tareas relevantes para el puesto.
Formación continua
Aprendizaje a lo largo de la vida; reconocer la importancia de la formación continua y la adquisición de nuevas competencias a lo largo de la carrera profesional de un empleado.
Certificaciones y microcredenciales; aceptar y valorar las certificaciones y microcredenciales obtenidas a través de cursos online, talleres y otras formas de aprendizaje no tradicional.
Adaptabilidad y flexibilidad
Ajuste a las necesidades del mercado; permitir que los empleados adapten sus habilidades a medida que cambian las demandas del mercado laboral, fomentando una cultura de aprendizaje y adaptación constante.
Reconocimiento de la experiencia; valorar la experiencia práctica y el aprendizaje autodirigido tanto como las credenciales formales.
Beneficios de priorizar las competencias
Mejor adaptación al mercado laboral
Relevancia inmediata; los empleados que son con- tratados por sus competencias están mejor preparados para contribuir de inmediato, ya que poseen habilidades prácticas y actualizadas.
Reducción de la brecha de habilidades; este enfoque ayuda a cerrar la brecha entre la educación y las necesidades del mercado laboral, asegurando que los trabajadores estén equipados con las habilidades que realmente importan.
Impulso a la innovación educativa
Fomento de nuevos modelos educativos; la aceptación de un enfoque basado en competencias impulsa a las instituciones educativas a adoptar métodos más inno- vadores y personalizados, como el aprendizaje basado en proyectos y el uso de tecnologías emergentes.
Mejora de la calidad educativa; al centrarse en el desarrollo de competencias, las instituciones educativas pueden ofrecer una educación más relevante y de alta calidad que prepare mejor a los estudiantes para el éxito profesional.
Inclusión y accesibilidad:
Democratización del acceso a oportunidades; valorar las competencias permite que personas de diferentes orígenes y trayectorias educativas tengan acceso a oportunidades laborales basadas en sus habilidades reales, no solo en sus credenciales.
La verdadera innovación disruptiva en la educación superior requiere una reevaluación fundamental de cómo medimos y valoramos el talento y las habilidades. Al priorizar las competencias sobre las credenciales, los empleadores pueden desempeñar un papel crucial en la transformación del sistema educativo, impulsando una educación más flexible, relevante y accesible. Este cambio no solo beneficiará a los individuos al permitirles demostrar y desarrollar sus habilidades, sino que también fortalecerá la economía, al crear una fuerza laboral más adaptable y preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
La falta de integridad
En una sociedad donde la integridad es escasa, las descripciones detalladas de competencias adquiridas tienen poco valor si no se pueden demostrar en la práctica. Esta afirmación subraya la importancia crucial de la coherencia entre el conocimiento teórico y su aplicación práctica, especialmente en un entorno donde la honestidad y la transparencia están en cuestión.
La integridad, definida como la adhesión a principios éticos sólidos y la honestidad en las acciones, es la base sobre la cual se construye la confianza en cualquier ámbito profesional. Cuando los individuos carecen de integridad, las certificaciones, títulos y descripciones de competencias se convierten en meras formalidades sin sustancia real. Por ejemplo, en el ámbito académico y profesional, es común encontrar currículos llenos de habilidades y logros detallados. Sin embargo, si estos no se reflejan en el des- empeño diario y en la capacidad de resolver problemas reales, su valor se reduce significativamente.
Además, la falta de integridad puede conducir a un fenómeno conocido como “inflación de credenciales”, donde los títulos y certificados se distribuyen con demasiada facilidad, pero no necesariamente reflejan las verdaderas habilidades de los individuos. Este problema no solo afecta la reputación de las instituciones educativas y profesionales, sino que también debilita la confianza del público en el sistema. Un informe del Instituto Brookings señala que la desconexión entre las credenciales académicas y las habilidades laborales reales es una preocupación creciente en el mercado laboral actual.
¿Qué hacer ante la falta de integridad?
En un mundo ideal, la formación educativa y profesional debería centrarse en el desarrollo integral del individuo, enfatizando tanto la adquisición de conocimientos y competencias como la integridad y la ética. Los empleadores y las instituciones deben valorar no solo lo que los individuos saben, sino también cómo aplican ese conocimiento de manera ética y responsable.
Por lo tanto, en una sociedad donde la integridad falta, es fundamental promover una cultura de autenticidad y responsabilidad, donde las competencias adquiridas se demuestren a través dea cciones concretas y un comportamiento ético constante. Esta coherencia entre lo que se dice y lo que se hace no solo enriquece el valor de las competencias detalladas, sino que también fortalece la confianza y la credibilidad en todos los aspectos de la vida profesional y personal.
La educación internacional: una nueva meta para universidades y estudiantes peruanos
Ante un mercado laboral cuyas exigencias solo aumentan, muchos jóvenes han optado por la educación en el extranjero. Esta tendencia se marca sobre todo en los programas de posgrado, que en muchas universidades han sido diseñados de forma híbrida, para dar a los alumnos la formación internacional necesaria.
La consolidación de las herramientas digitales a raíz de la pandemia ha facilitado la participación de peruanos en programas de pregrado y posgrado de universidades extranjeras. Además, cada vez más alumnos egresan de sus colegios dominando un segundo idioma, por lo que las posibilidades migratorias no se reducen solo a países hispanohablantes. Un estudio de la organización Educación al Futuro concluyó que en algunos colegios la cantidad de alumnos que estudian en el extranjero han aumentado hasta en un 50% anual en algunos colegios internacionales, en comparación con los tiempos previos a la pandemia.
A pesar de este aumento, Perú es el más atrasado en cuanto a su globalización académica. Por ejemplo, “En el caso de Argentina, si bien salen, son solo más de 10.000 jóvenes; sin embargo, reciben 89.000 estudiantes al año, 60.000 de ellos vienen a estudiar carreras cortas, idiomas e intercambio estudiantil, 15.000 para estudiar una carrera y 3000 para posgrados. En cuanto a Chile, con menor población que Perú, salen unos 9500 al año a Estados Unidos, Europa y Australia, y reciben a cerca de 5000 estudiantes fundamentalmente para estudios de posgrado”, mencionan en su reporte de 2023.
Nuestro país, por su parte, es el menos globalizado de la región. “8500 estudiantes salen anualmente al extranjero a destinos como España, Estados Unidos, Brasil, Chile, México y Argentina. Últimamente, los destinos que más crecen son Canadá, Reino Unido, Alemania y Australia”.
Escuela de posgrado de la Universidad de Lima: excelencia académica y oportunidades globales
Desde hace más de veinticinco años, la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima es reconocida por formar líderes que destacan en un mercado laboral cada vez más competi- tivo, así como por potenciar perfiles profesionales. De esta forma, facilita el ascenso a mejores cargos, el desarrollo del emprendimiento o el diseño de la investigación.
Los doctorados y las maestrías están enfocados en refor- zar las habilidades directivas y en la formación de personas competentes, innovadoras y socialmente responsables, capaces de plantear soluciones eficaces y creativas, así como de gestionar con éxito los desafíos de la transformación digital y del nuevo entorno económico mundial, tan complejo como lleno de oportunidades. Además, cuentan con mallas curriculares que se actualizan permanentemente, lo que ha facilitado la incorporación de tópicos variados relacionados con innovación y sostenibilidad.
Actualmente, la Escuela de Posgrado Ulima ofrece las maestrías en Administración y Dirección de Negocios (MBA Ulima), Banca y Finanzas, Comunicación y Gestión de Contenidos, Derecho Empresarial, Dirección de Operaciones y Proyectos, Gestión de la Innovación, Gestión de las Ciudades, Marketing y Gestión Comercial, y Tributación y Política Fiscal. Adicionalmente, tiene dos programas de doctorado: Administración y Comunicación.
La casa de estudios también prioriza competencias que garantizan un desempeño solvente en un escenario global, pues la internacionalización es una necesidad para el desarrollo de profesionales exitosos. Este enfoque incluye la realización de cursos y actividades en el extranjero, llevados a cabo en prestigiosas instituciones de México, Estados Unidos y España. En este viaje académico, los estudiantes tienen la oportunidad de conocer prácticas y procesos implementados en diferentes sectores, interactuar con líderes en sus rubros y establecer una sólida red de contactos.
Asimismo, dependiendo de la maestría o el doctorado, los alumnos pueden acceder a la opción de un segundo grado académico gracias a los convenios suscritos con la Universidad de Queensland, la Universidad de Navarra y la IQS School of Management.
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