La inteligencia artificial ha irrumpido en nuestras vidas transformando profundamente la manera en que trabajamos, nos comunicamos e interactuamos. La educación no es ajena a este contexto, y nos plantea múltiples retos que exigen reflexión y discernimiento. En los colegios Villa Caritas y San Pedro, hemos asumido este desafío con una mirada humanista y venimos teniendo una reflexión valiosa que compartir.
Por Redacción COSAS
Lejos de ser una moda pasajera, esta tecnología se perfila como una herramienta que puede transformar profundamente la forma en que aprenden los estudiantes y enseñan los profesores. Pero, como advierte Roberto Treverton, Subdirector General y de Formación Académica de ambas instituciones, el entusiasmo debe ir acompañado de cautela, discernimiento y, sobre todo, una visión clara de lo que significa educar en el siglo XXI.
DE LA MODA A LA REFLEXIÓN
En el mundo digital, las innovaciones suelen presentarse como olas irresistibles: primero fueron las redes sociales, luego el chatbox, y ahora la inteligencia artificial. En educación, sin embargo, no basta con seguir tendencias. “El peligro es incorporarlas sin análisis riguroso, solo porque culturalmente están de moda”, afirma Treverton.
El caso de los celulares es ilustrativo. Durante años fueron aceptados en las aulas hasta que, con estudios en mano, muchos países comenzaron a prohibirlos por sus efectos negativos en la concentración y el aprendizaje. Con la inteligencia artificial podría suceder lo mismo si no se gestiona con responsabilidad.
En Villa Caritas y San Pedro, la apuesta es clara: apertura sí, pero con prudencia. Los colegios han iniciado un camino gradual para conocer y probar estas herramientas, siempre priorizando el bienestar de los estudiantes y la esencia de la educación: la relación humana entre maestro y alumno.

Un imponente campus con moderna infraestructura.
COMPETENCIAS PARA UN NUEVO TIPO DE ENSEÑANZA
Si la inteligencia artificial está destinada a convivir con nosotros, ¿qué significa esto para los docentes? Según Treverton, los profesores del futuro –y del presente– deben ser profundamente creativos y flexibles. “Se trata de cultivar lo que se conoce como competencias digitales y ciudadanía digital: tener la capacidad para usar herramientas tecnológicas como apoyo pedagógico, comprensión de los códigos éticos en los entornos virtuales y habilidad para guiar a los estudiantes en interacciones seguras y respetuosas en el mundo digital.”
En esa línea, las plataformas como ChatGPT o Gemini pueden ser aliados útiles, pero siempre bajo el criterio de que aporten valor real al proceso educativo.
LA IA EN LA CURRÍCULA
En Villa Caritas y San Pedro, la inteligencia artificial ya está presente en la formación académica, aunque de manera transversal y progresiva.
En los últimos grados de primaria y a lo largo de secundaria, los alumnos reciben clases que integran conceptos clave como el manejo de procesadores de texto, presentaciones, Excel y, más recientemente, nociones de IA. Más que enseñar a usar una herramienta específica, el enfoque es comprender qué es la inteligencia artificial, cómo funciona, cuáles son sus limitaciones y qué riesgos conlleva, desde los sesgos hasta los errores de información.
Uno de los puntos centrales es la honestidad intelectual. Cuando un alumno utiliza IA para realizar una consulta o apoyar un trabajo, se le enseña a citar la fuente tal como lo haría con un libro o un artículo. “La idea no es prohibir, porque sabemos que la usarán en casa. Lo importante es enseñar a hacerlo de manera transparente y responsable, para que la herramienta no suplante el aprendizaje”, detalla Treverton.

“La ciencia nos ayuda a conocer el mundo que nos rodea y a cuidarlo haciendo un uso responsable de la tecnología”, asegura Roberto Treverton, Subdirector General y de Formación Académica de ambas instituciones.
RETOS ÉTICOS INELUDIBLES
El entusiasmo por la IA no debe eclipsar los retos éticos que plantea. Treverton menciona algunos de los más urgentes:
Originalidad y autoría: diferenciar entre una idea propia y una generada por la IA.
Sesgos sociales: los algoritmos reproducen prejuicios de las sociedades que los crean.
Consumo responsable: la IA requiere enormes recursos energéticos y medioambientales para funcionar.
Uso evasivo: algunos estudiantes podrían recurrir a estas plataformas como sustituto de relaciones sociales o para escapar de realidades personales difíciles.
Para enfrentar estos retos, el colegio promueve en paralelo una educación en contacto con la realidad: deportes, naturaleza, actividades culturales y familiares. “Lo que hoy parece un lujo –estar desconectados, conversar en familia, leer un libro físico– en verdad es esencial para formar personas equilibradas y plenas”, reflexiona el subdirector.
EL PAPEL DE LOS PADRES
La formación digital no es tarea exclusiva de los colegios. Villa Caritas y San Pedro ofrecen talleres para padres donde se abordan temas de interacción en redes sociales y uso responsable de la inteligencia artificial.
“Casi cualquier charla educativa hoy en día incluye el tema de la IA. Es parte de la vida de los estudiantes, y los padres también deben aprender a guiar en este nuevo escenario”, comenta Treverton.

Creatividad y tecnología se unen en los proyectos de robótica escolar.
MIRANDO AL FUTURO
¿Qué nos espera en los próximos cinco o diez años? Aunque las predicciones tecnológicas suelen ser inciertas, Treverton observa algunas tendencias: “La IA seguirá creciendo y tendrá mayor presencia en la educación. Quizás exista un choque cultural: al igual que con los celulares, puede que aparezca evidencia contundente de efectos negativos y surja una corriente de retroceso.”
En Europa ya existen debates fuertes en contra del exceso de pantallas, lo que podría marcar un precedente para otras regiones. “Lo seguro es que nunca perderá vigencia la educación que prioriza la relación personal entre docente y alumno. Eso es lo esencial y lo irreemplazable”, concluye.
ENTRE LA TRADICIÓN Y LA INNOVACIÓN
El caso de Villa Caritas y San Pedro revela una lección que trasciende sus aulas: la verdadera innovación educativa no consiste en adoptar la última herramienta tecnológica, sino en integrarla de manera consciente, prudente y con propósito.
La inteligencia artificial puede ser un aliado valioso para personalizar el aprendizaje, ampliar horizontes y preparar a los estudiantes para un futuro que ya llegó. Pero, como recuerda Roberto Treverton, también debe servir como una oportunidad para replantear lo que entendemos por educación: un encuentro humano, formativo y transformador.
En ese delicado equilibrio entre tradición y modernidad se juega el presente –y el futuro– de la educación escolar en el Perú.
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