_MG_1450

Buscando estímulos, Mozhdeh Matin le dijo a su madre que quería viajar a Irán para aprender a tejer alfombras. Por seguridad, ella se lo prohibió. Hoy, en la sala de quince metros cuadrados de su showroom hay dispuestas sobre el piso por lo menos tres. Su interés por los tapices no resulta extraño: sus padres son iraníes, y llegaron al Perú hace 35 años; más precisamente a Cajamarca para promover la Fe Bahá’í. Desde entonces, han tenido cuatro hijas: a todas ellas les han hablado siempre en su idioma y les han inculcado la cultura iraní.

La vocación artística de Mozhdeh, como los vitrales que hace su padre, se ha ido componiendo por escenarios de distintos colores. Así ha alimentado un paisaje interno singular, que enriquece creativamente a cada una de sus colecciones.

Después de nacer en Cajamarca, y vivir un tiempo allí, Mozhdeh se fue a estudiar a Trujillo. Una vez graduada del colegio decidió migrar durante un año para enseñar inglés en Puerto Tejada, un pueblo de Colombia. El siguiente paso fue estudiar Artes Plásticas en Santa Cruz, Bolivia. No acabó, pero mientras estuvo allí, todo lo que hizo fueron textiles. De vuelta en el Perú, se decidió por el diseño de modas e ingresó en Mod’Art International Perú. La confirmación de que iba por buen camino llegó con el primer puesto en el concurso de Jóvenes Creadores de Perú Moda, en 2008.

Mozhdeh colaboró recientemente con los alojamientos Rainforest Expedition, de Tambopata, para Casa Cor.

Mozhdeh colaboró recientemente con los alojamientos Rainforest Expedition, de Tambopata, para Casa Cor.

—¿Cómo llegó la moda a tu vida?

—Yo me hago ropa desde chiquita. En mi casa tenemos la costumbre de confeccionarnos nuestra propia ropa. Mi mamá, antes de vivir en el Perú, se fue a la India; tengo una tía que vive allá. Gran parte de mi familia salió de Irán en la época de la revolución islámica. En mi casa toda la vida hubo telas indias y de Medio Oriente sobre los muebles.

—¿Cuándo decidiste enfocarte en los tejidos?

—Trabajé por primera vez con tejidos cuando gané el concurso de Perú Moda. Eso permitió que mi carrera se impulsara porque PromPerú me dio apoyo y estuve trabajando con organizaciones, viajando a diferentes comunidades, y laborando con artesanos y textiles.

—¿Cómo recuerdas tu paso por COSAS?

—Fue divertido. Siempre he sido una persona que necesita hacer varias cosas a la vez. Nunca he tenido un trabajo fijo, no podría, y COSAS fue interesante porque estudiaba y tenía sesiones de fotos. Empecé como ilustradora, quería ser eso en esa época. Hicimos la primera portada de la revista Padres, fue bonito. Luego, hice producción, y después styling. Me quedé haciendo eso durante más de un año.

—Hiciste también una pasantía en Nueva York.

—Hace dos años sentí el impulso de salir de Lima, y descubrí a una artista textil que captaba mucho mi atención. Se llama Liz Collins y tiene un proyecto muy lindo, Knitting Nation. Ha sido profesora de todos los diseñadores pro de Nueva York. Le escribí diciéndole que quería trabajar con ella. Su proyecto es superchévere y terminé haciendo la pasantía.

—Al regresar ingresaste en el LIFWeek.

—Efraín Salas me llamó, y dije que sí porque tenía ganas de hacer ropa, pero aún no había pensado en el concepto de la marca. Tenía un mes para prepararme. Y en ese momento dije: “No voy a hacer tejidos, quiero hacer una marca comercial, bien hecha, que sirva en Lima, pero que sea asequible”. Como estaba muy metida en el desierto, obsesionada con los textiles Paracas, ese fue mi concepto.

—¿Cuál es tu análisis de esa experiencia?

—Fue un piloto. No fue la colección que todo el mundo esperaba. A mí me sirvió combinar un montón de cosas: hice jeans, tejidos, vestidos. Estuvo bueno, pero me di cuenta de que tampoco iba por allí. Entonces, después me pregunté qué quería hacer, por dónde iba a ir la marca, cuál era mi objetivo, y así nació Mozh Mozh.

—¿El styling del desfile lo hiciste tú?

—Lo trabajé con Juan Tragant. Él hizo la dirección de arte en varias de mis colecciones anteriores.

—¿Cómo describes tu nueva colección?

—Es la versión corregida, propicia, de lo que debía lanzarse antes. Estamos utilizando materiales peruanos, pero con la idea de que la marca se vea como que pudo haber sido hecha en cualquier lugar del mundo. Tiene un lenguaje moderno, es ropa usable. La mayoría es tejido de algodón, o alpaca y oveja. Hay croché, telar, telas planas y plisados. El diseño es mucho más lineal, básico. Los cortes son muy simples. Lo que sí nos interesa es preservar textiles, pues vengo con todo este background. Y cuando hablo de textiles, me refiero al arte popular de hoy día; lo que están haciendo los artesanos ahorita.

—¿Cómo te enteras de ellos?

—Voy a ferias de artesanos. Había visto algo parecido a uno de estos telares en una feria de Ruraq Maki, la feria más interesante que tenemos. Ahí siempre he hecho mis conexiones. Para esta colección fui tanto a Tacabamba como a San Miguel.

Fotografías de Phoss