Alejandra Labra lleva tres años en Lima. Nueva ciudad significó mil cambios, entre ellos convertir su interés por la joyería en una marca. Alga es resultado de años de aprendizaje e inquietudes, ganas de lograr cosas nuevas y la bienvenida a un espacio. El nombre tiene sus iniciales, pero no fue elegido por algo concreto. Un alga sobrevive en cualquier lado, es pensar en vegetación en nuestra ciudad-desierto, es necesaria para el oxígeno en el agua, y es la aventura del poder de adaptación de la naturaleza. De la misma forma, estas joyas nos piden ver la capacidad de adaptación en funcionamiento, cuando se deja a la naturaleza del material dictar la pauta.
¿Cómo surge Alga y cuál es su relación con Lima?
Soy chilena y llegué acá por dos cosas: por un viaje, y por amor. Aprendí a hacer joyas hace unos 10 años, con un artista en Santiago. Siempre tuve un taller en algún rinconcito de mi casa, sin importar en qué lugar estuviera. Producía porque me gustaba, para regalar a las amigas, pero nada más. Tenía el sueño de dedicarme a esto, y Lima fue el momento de dar el salto.
No es el tipo habitual de joyería.
No me gusta la joyería clásica, ni hacerla, ni usarla. Experimento con materiales, me gusta probar. Soy diseñadora industrial, entonces tengo una formación en investigación. La joyería empieza como un interés personal en un medio artístico, pero me doy cuenta de que la desarrollo bajo una metodología de diseñadora.
¿Cómo pasas del diseño industrial a especializarte en joyas?
Cuando salí de estudiar entré a trabajar de inmediato en una oficina. Entonces quería encontrar una manera de seguirme relacionando con herramientas y máquinas, así que decidí encontrar un diseño a menor escala que me permitiera continuar con el trabajo manual desde casa.
¿Influyó el trabajo de oficina en las joyas?
Trabajé mucho tiempo en marketing. Siento que de ahí sale querer buscarle un sentido más allá de los comercial. Quiero que la plata con la que trabaje sea plata justa, certificada, saber que no vino de la minería ilegal. También que el trabajo artesano sea valorado. Me abruma mucho ver cómo la mano de obra acá es tan barata. Yo trabajo con las manos y sé lo que cuesta hacer ciertas cosas.
Rari
¿Cómo llegas al pelo de caballo como material?
El crin es parte de la tradición artesana de Chile. El lugar de origen está a unas cuatro horas de Santiago, en una zona del interior de Linares que se llama Panimávida, en un pueblo llamado Rari. En ese pueblito, que es una calle, se vive de la tierra. Las mujeres trabajan como temporeras sacando fruta, y en la época en la que no hay cosecha se dedican a la artesanía. En un inicio se trabajaba con las raíces de los sauces. Luego empezaron a experimentar con la crin. Ahora incluso la tiñen, le dan colores.
¿Cómo fue el contacto?
Fui a aprender. Me contacté con Ana María Contreras, una artesana que ha ganado el Premio de Excelencia del Gobierno de Chile por su trabajo. Fue muy bonito porque viajé a su casa en Rari. Es lo acogedor y hermoso que también existe al viajar a provincia acá. Ella sabe que yo no voy a terminar tejiendo en crin, porque es una técnica que toma años dominar a la perfección. Se la enseña a diseñadores y a toda la gente que quiera aprender porque quiere fomentar el trabajo en su zona. Quiere que salga el trabajo de Rari, y ahora es una meta en la que espero participar.
¿Qué es lo que te atrajo de la artesanía de Rari?
Lo extraordinario del trabajo. Luego su efecto en la vida de las personas. Ana me contaba que cuando le dieron el premio lo sentía como un reconocimiento a su madre y a su abuela. Que se recordaba de niña, saliendo a vender cinco piezas que eran la comida de la familia.
Materia atípica
Tu trabajo se centra en los materiales poco convencionales.
La joyería contemporánea se está moviendo hacia la exploración de materiales nuevos. Como una joyería que quiere desligarse de sus materiales.
¿Cómo encuentras nuevos materiales?
Sinceramente, todo lo que veo me parece potencial.
¿Te has quedado pegada con alguno en especial?
Con el concreto. Es una relación de 10 años. Una amiga que regresaba de Nueva York me contó que había visto unas joyas así. Entonces empecé a experimentar. Primero fue probar una fórmula tras otra, agregar arena, quitarla, observar el cemento.
¿Cómo se trabaja?
El concreto es una mezcla de materiales. Yo misma la hago porque tiene que ser fino. Hay diferentes tipos, en construcciones usan hasta piedras, yo por la escala debo utilizar arena, que es la piedra más fina. Esta mezcla se trabaja en base a un molde, y a una estructura que lo pueda afirmar. Como en las edificios cuando ves esos fierros. Teniendo esa estructura puedes hacer que el concreto se amarre a la pieza principal, que podría ser el circulo del anillo, o el arete.
¿Fue difícil lograr manejar el concreto?
Creo que el proceso fue al revés. Es destacar las propiedades del material. Estas joyas son super geométricas, pero el concreto es eso, el concreto es rígido. Me gusta que el resultado esté definido de lo que está hecho. Quiero al material en su máxima y propia expresión.
Por Alejandra Nieto
Fotos cortesía de Alga