A los veintiséis años, Daniella ya es dueña de su propia marca de vestidos de alta costura y socia de una popular marca de bikinis, junto a su mejor amiga de toda la vida. Hacer las cosas con pasión y disciplina, y ganar experiencia previa son sus claves para lograr el éxito como emprendedora en el mundo de la moda.
Fotos de Gonzalo Miñano
Daniella es una amante de los animales. En casa tiene cinco perros y un gato, incluida una pomerania llamada Emma. También le apasiona el deporte. “Es algo con lo que he crecido y me representa; toda mi vida he sido deportista, pese a que nunca me ha gustado competir”, comenta. Fernando Rodríguez, su padre, representó al Perú en las Olimpiadas de Los Ángeles 1984 como nadador. “Tengo el deporte en las venas”, agrega Daniella.
Fue en quinto de media cuando decidió estudiar Diseño de Moda. Siempre le gustó la ropa. Solía navegar en Internet, buscando outfits, viendo desfiles… Siempre fue un mundo que le llamó la atención. Por eso, pese a las dudas iniciales de sus padres, estudió en Mod’Art, y luego siguió un diplomado en Fashion & Merchandising en la Universidad del Pacífico.
Al salir, supo que debía ganar experiencia antes de emprender una iniciativa propia. Primero trabajó algunos años para una conocida marca de ropa peruana y, después, en el área de marketing de un hotel muy vinculado al rubro de la moda, lo que, además, la ayudó a expandir su red de contactos. “La experiencia que gané allí no me la quita nadie”, dice.
Al poco tiempo, su hermana mayor se casó y, con motivo de la ocasión, Daniella puso en práctica sus habilidades como diseñadora. Ideó el vestido de novia de su hermana, el de su madre y el de su abuela, y, a raíz de eso, empezó a recibir llamadas de gente interesada en saber si hacía vestidos de alta costura. Entonces, llegó el punto de quiebre: renunció a su trabajo, creó su propia marca (DRN, por sus iniciales) y comenzó a diseñar vestidos.
El primer año hizo veinte; el segundo, sesenta, y el año pasado hizo ochenta, y tuvo más pedidos. “Los hago a medida para galas, matrimonios, fiestas, y el año pasado también empecé a hacer vestidos de novia”, cuenta. Este 2017 tiene un proyecto en alianza con una conocida tienda para diseñar una colección de vestidos de alquiler. “Trabajo bastantes bordados a mano, con telas procesadas”, añade. Dice que su estilo es romántico, medio vintage, pero no muy recargado.
“Mi familia esta superorgullosa de que haya logrado todo esto sola”, confiesa Daniella, que, a la par, hace año y medio ingresó al mercado limeño con la marca de bikinis Half Naked, junto a su socia Micaela Salazar. “Me siento feliz del éxito de mis dos marcas; de que me esté yendo tan bien. Este año tengo un montón de viajes en los que aprendo, compro materiales, traigo un montón de ideas para las marcas y, obviamente, me divierto”, afirma. “Trabajo desde los diecinueve años y me encanta mi independencia. Cuando haces algo que te apasiona, le pones todas las ganas”.