El abogado chiclayano fue uno de los baluartes en la sustentación jurídica que la defensa del capitán de nuestro seleccionado de fútbol presentó ante el Tribunal Federal Suizo y que terminó con el final feliz que todos conocemos. Lo que pocos saben es que, mucho antes de aparecer en los medios como el abogado y portavoz de Guerrero, García Torres ya había formado parte del equipo de todos.
Por Mariano Olivera La Rosa Foto de Josip Curich
Es curioso –por no decir lamentable– cómo la figura de un periodista deportivo local fue enaltecida a raíz de una supuesta primicia. Un día antes de que se divulgara el fallo del Tribunal Federal Suizo, Carlos Alberto ‘El Tigrillo’ Navarro anunció que Paolo Guerrero jugaría el Mundial. “Ese fue el peor momento de todo el proceso, porque lo puso realmente en riesgo”, afirma, categórico, el abogado Julio García Torres. “Fue el propio Tribunal Federal Suizo el que tuvo que salir a aclarar el tema; estaba en proceso de toma de decisión, no había cómo enterarse”, agrega. “No he escuchado los audios –se refiere a la “primicia” que ‘El Tigrillo’ dio a través de Radio Exitosa–, no conozco el detalle, estábamos fuera –en Suiza–. Lo que sí puedo decir es que en ese momento no había decisión, y a Suiza, de pronto, llegó hasta los oídos del propio tribunal: ‘Oye, ya resolvieron y ya dieron favorable’. El que dijera que ya había una decisión no estaba ajustándose a la verdad. La decisión se tomó después y, gracias a Dios, a pesar de esta fea insinuación, fue favorable”.
García Torres quiere dejar en claro que el fallo del tribunal no respondió a ninguna clase de “ayuda”. “No es una solución que no se ajuste al derecho; al contrario, se ajusta estrictamente, se trabajó para conseguir en derecho esa solución”, precisa. “Siempre teníamos un riesgo, el estadístico. El Tribunal Federal es la Corte Suprema de Suiza, es un órgano autónomo e independiente, pero, además, la justicia suiza protege mucho los procesos de arbitraje suizo, y el TAS es un órgano de arbitraje suizo. El problema era vencer esa resistencia natural que se refleja en una estadística bajísima de casos, menores al 0,5% del total de laudos. Sabíamos que hay un espíritu de defensa a la justicia arbitral que lo hacía más difícil, pero también sabíamos que estábamos muy sólidos en nuestra posición jurídica”, precisa. “El que estamos siguiendo es un proceso de nulidad. El Tribunal Federal Suizo no se va a pronunciar sobre el fondo, sino sobre la forma. En ese marco se da el proceso. Ellos se han pronunciado diciendo que Paolo no tiene los fundamentos de su resolución, que esta situación le puede generar un daño irreparable y pone en riesgo la carrera de un futbolista que está en su etapa final”.
¿Qué significa exactamente la medida cautelar que ha permitido a Paolo Guerrero jugar el Mundial? Julio García lo explica: “En este momento, la sanción a Paolo está suspendida. Se va a revisar el caso apenas lleguen los fundamentos de la sanción que impuso el TAS. Una vez que lleguen, habrá que argumentar nuevamente, presentar el sustento de la apelación de cara a esos fundamentos, y, una vez que se argumente, el tribunal tomará una decisión. Termina el Mundial y, si la suspensión sigue, Paolo puede jugar por su club, no hay impedimento. Nosotros seguimos coordinando; seguimos con la estrategia legal. No hemos parado. Este proceso apenas ha empezado”.
En paralelo a la parte legal, se tuvo que manejar el aspecto comunicacional. Fue entonces que se tomó la decisión de convocar a una reunión con líderes de opinión locales. “Era claro que el tema había saltado de la parte deportiva. Venía escalando, no había forma de manejar la reacción de la gente, que iba in crescendo. Había un problema con el hotel, un problema con el supuesto mozo, empezaban a salir memes, luego fotos… Queríamos que los líderes de opinión conocieran la versión de Paolo”, dice Julio. ¿Quién seleccionó a los periodistas que convocaron a esa reunión? “No hubo propiamente una lista”, aclara el abogado. “De hecho, hubo personas a las que se intentó contactar, sin éxito”.
Muchos se han quedado picones –le digo.
Puede ser… A todos hemos pedido disculpas. La verdad es que se hizo muy rápido, de un día para otro.
Antes de Suiza
Julio conocía a Paolo de mucho antes. “Estuve trabajando en la federación, en la selección específicamente, cerca de cinco años”, comenta. Formó parte del grupo entre 2010 y 2014, durante los procesos de Sergio Markarián y Pablo Bengoechea. “El profesor Markarián estaba buscando a una persona ajena al mundo del fútbol, para que trabajara con él; quería alguien que lo ayudara a vincularse con el país, a manejar las relaciones con todo lo externo”, detalla Julio. “Le pasaron una serie de currículums; le gusto el mío. Me llamó; hicimos química. Empezamos a trabajar y, poco a poco, se fue puliendo lo que se podía hacer con él”, añade. “Esos años hice algo que, para mi perfil, muy poca gente debe haber hecho: estuve metido en el comando técnico como coordinador. Eso hizo que tuviera la misma experiencia que los jugadores: concentré, viajé… Hice exactamente la misma vida que ellos, lo que fue generando una confianza interesante. Conversaba mucho con ellos; de alguna manera, se me fue percibiendo como una persona de un perfil diferente que estaba ahí. Pude ver cómo era cada uno. Siempre me mantuve cerca”.
Julio es hijo del también abogado Gustavo García Mundaca, ex alcalde de Ferreñafe, ex diputado y ex constituyente del Perú. “Me sentía muy cercano a la profesión; quería tener la posibilidad de estudiar algo que me diera la oportunidad de servir. De mi padre, heredé la vocación de servicio”, dice, en relación a los motivos que lo decantaron por el Derecho. “Cotidianamente uno litiga con problemas que parecen imposibles de resolver, y hay que enfrentarlos”.
Al salir de la universidad, Julio hizo servicio civil para el Estado; trabajó varios años en Indecopi, donde llegó a ser secretario técnico de la Comisión de Protección al Consumidor. Después, trabajó en la Presidencia del Consejo de Ministros –con Alberto Pandolfi como primer ministro–, y como secretario general en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Además, fue designado coordinador de la Comisión Especial Fenómeno de El Niño, y trabajó como viceministro de Comunicaciones en el año 2000.
Resulta inevitable preguntarle por su filiación política, teniendo en cuenta que, además, lleva un reloj de pulsera con la correa naranja. “Más allá del tema político, lo que quiero es lo mejor para el Perú”, afirma. “No tengo filiación política; nunca la he tenido. Es más, me siento muy decepcionado de las prácticas políticas… Me voy a cambiar la correa del reloj” –suelta una carcajada.
Durante la década pasada, Julio pasó varios años radicando en Ecuador, donde conoció a su esposa. “Ella enviudó a los pocos meses de tener a David, su hijo”, cuenta. “Un día David me llamó por teléfono; yo estaba saliendo con su mamá. Me dijo: ‘¿Te puedo hacer una pregunta?’. Sí, claro, le dije. ‘¿Te puedo decir papá?’ –Julio se emociona–… Qué pregunta más difícil; me tomó un tiempo contestarle. David tenía diez años. Es mi único hijo hasta el día de hoy. Se casó el año pasado, a los veinticinco. Vive en Quito, trabaja allá”.
Al cierre de esta edición, Julio García Torres aún no sabía si viajaría a Rusia para ver el Mundial. Aunque su candidato a llevarse la copa es Brasil, para él, “Perú no tiene ningún límite”. Con Guerrero en la delantera, es claro que los límites se difuminan.