Inmediatamente después del desfile de Michael Kors en la reciente New York Fashion Week, un grupo de bonitas y elegantes mujeres hizo fila para saludar al diseñador en el backstage. Harley Viera-Newton, Alexandra Richards, Hanna Mustaparta y Olympia de Grecia estaban entre ellas, y todas forman parte de un grupo que podría denominarse como la nueva generación de Ladies Who Lunch.

El concepto no es nuestro. Lo creó el legendario editor de “Women’s Wear Daily”, James Fairchild, en la década del  sesenta, para referirse a un tipo especial de socialités. Uno que, en su arquetipo más extremo, no comenzaba su rutina antes del mediodía, y cuya única actividad giraba alrededor de un largo almuerzo en La Grenouille, The Colony Club o La Côte Basque, los restaurantes más exclusivos de la ciudad en esa época. Un espacio donde se hablaba principalmente de moda y vida social con la frialdad de un general y, si los rumores son ciertos, con un vocabulario digno de burdel.

Fairchild convirtió a estas mujeres de Park Avenue en estrellas y, desde entonces, sus movimientos comenzaron a ser seguidos por las revistas de moda y sociedad. La atención que recibieron fue tal que, cuando Babe Paley decidió amarrar su bufanda de seda en la correa de su cartera Hermès, la “noticia” corrió por todo el país y millones de estadounidenses siguieron su ejemplo.

¿Qué almorzó Lee Radziwill en su encuentro con Truman Capote? ¿Es verdad que Nan Kempner se sacó los pantalones en público cuando el maître de un restaurante le dijo que no se aceptaban mujeres con pantalones en ese establecimiento? ¿Cuánto gastó Gloria Guinness en su último paseo por Madison Avenue? ¿Y Jackie? Así fue durante, al menos, dos décadas. Eran admiradas, envidiadas y destrozadas por la prensa. Para 1970, cuando el músico y dramaturgo Stephen Sondheim las hizo célebres en el musical “Company”, su reputación ya estaba manchada. Ya nadie quería ser identificada como una de ellas.

Tatiana Santo Domingo, Charlotte Casiraghi, Mario Testino, Elle Fanning

Tatiana Santo Domingo, Charlotte Casiraghi, Mario Testino y Elle Fanning en el desfile de Chanel Haute Couture.

LA NUEVA GENERACIÓN

Las socialités que hoy encarnan este espíritu parecen tener algunas similitudes con aquellas mujeres, pero también enormes diferencias. Para empezar: no son tan chic, no están tan bien conectadas y, en muchos casos, no son tan ricas como sus antecesoras. Pero hay que admitir que son mujeres ocupadas, y pocas pueden tomarse un almuerzo de cuatro horas –encuentros que comienzan con champagne y ensalada de langosta y acaban con coñac y crème brûlée–. No tienen necesidad de trabajar, pero eso no significa que no lo hagan.

Lauren Santo Domingo es un ejemplo claro. Tiene un dúplex en Nueva York, un hotel de ville en París y viaja constantemente junto a su marido –el multimillonario colombiano Andrés Santo Domingo– y sus dos niños, pero también es una empresaria exitosa. Según “Forbes”, Moda Operandi –su sitio web de venta de moda de lujo– obtuvo ingresos superiores a los 68 millones de dólares durante el año que pasó. Su sobrina política, Tatiana Santo Domingo, tampoco necesita hacer esfuerzos por sobrevivir.  Pero la nieta del magnate colombiano Julio Mario Santo Domingo y esposa de Andrea Casiraghi también posee Mozungu Sisters, una marca de “moda consciente”, que creó junto a Dana Alikhani.

PARIS, FRANCE - JANUARY 27: (L-R) Anna Wintour, Dasha Zhukova, Lauren Santo Domingo attend the party for Dasha Zhukova' cover for Wall Street Journal on January 27, 2015 in Paris, France. (Photo by Victor Boyko/Getty Images Wall Street Journal)

Anna Wintour, Dasha Zhukov y, Lauren Santo Domingo.

No nos atreveríamos a apostar, sin embargo, que Nicky Hilton comparta estas preocupaciones. La menos famosa de las hermanas Hilton consiguió un verdadero “coup” social al casarse con James Rothschild –heredero de la fortuna banquera del mismo apellido– en una romántica ceremonia en los jardines de Kensington Palace, el hogar de los duques de Cambridge, el año pasado. Aunque estudió diseño en el Fashion Institute of Technology de Nueva York, y durante un tiempo tuvo su propia línea de accesorios y otra de maquillaje, sus iniciativas comerciales han entrado en un paréntesis. Toda su atención parece estar en su embarazo y sus compromisos sociales. Poppy Delevingne también es menos célebre que su hermana –la modelo Cara Delevingne–, pero se las ha arreglado para convertirse en una de las figuras sociales más brillantes de las front rows a ambos lados del Atlántico.

Dasha Zhukova y Miroslava Duma, por otro lado, son la versión rusa de las Ladies Who Lunch: impecablemente vestidas, socialmente activas y decididamente ambiciosas. Se han abierto paso en este ámbito social con un talento y una tenacidad que habría puesto orgullosa a Catalina la Grande. Dasha –con el apoyo de su marido, el millonario Roman Abramovich– es la fundadora del Garage Museum of Contemporary Art en Moscú, forma parte del directorio del Museo del Condado de Los Ángeles y es editora de la revista de arte “Garage”. Una mujer que, sin duda, ha logrado combinar el trabajo con el placer, y viaja por el mundo detrás de las ferias internacionales de arte y los desfiles de moda. Miroslava, por su parte, es una joven escritora, excolaboradora de “Vogue” y “Harper’s Bazaar”, y fundadora del popular blog de moda y belleza Buro247.

Una nueva generación de las Ladies Who Lunch que es, decididamente, cosmopolita y se completa con las supermodelos Bianca Brandolini D’adda y Harley Viera Newton.

Por Manuel Santelices