En Raúl Diez Canseco sobresalen tres facetas: la política, la empresarial y la familiar. A propósito del lanzamiento de sus memorias –publicadas en enero y reeditadas por Planeta en julio–, hacemos un repaso por los hitos de su vida.

Por Ricardo Sánchez

RAUL DIEZ CANSECO

Raúl Diez Canseco Terry siempre fue un tipo inquieto. Por eso resulta natural que, a los setenta años, haya decidido publicar su autobiografía titulada “Siempre adelante”. Según cuenta, lo motivó la idea de que “otros no cometan los mismos errores que yo, o, en todo caso, aprendan de los aciertos que pude haber tenido”.

Además de contar su historia, su libro puede leerse como una narración de los últimos treinta y cinco años del Perú. De los grandes cambios sociales, políticos y económicos que hemos vivido o, más bien, sobrevivido. Como empresario y político, Raúl Diez Canseco ha jugado un rol relevante en muchos de ellos. Entre otras cosas, importó franquicias internacionales durante los años del terrorismo y la hiperinflación, fue diputado del Congreso que cerró Fujimori y vicepresidente del primer gobierno electo tras la recuperación de la democracia.

RAÚL DIEZ CANSECO

Esta foto es de cuando iniciaba sus estudios universitarios, en 1967. Ingresó a la carrera de Economía en la Universidad del Pacífico, luego de viajar por la Amazonía como asistente de topografía.

Y al leer sobre su familia, bien podríamos remitirnos a los últimos sesenta años de nuestra historia. Por el lado materno, Raúl es sobrino de Fernando Belaunde Terry, ex presidente de la República y fundador de Acción Popular (AP). Sus primeros recuerdos del “tío Fernando” giran en torno a cómo era mencionado en el círculo familiar: como el hombre que, a los cincuenta años, postuló a la presidencia y, sin mayores recursos, “conquistó el corazón de la gente, recorrió el Perú y se involucró en él”. Las sobremesas de los almuerzos familiares fueron para Raúl un espacio privilegiado para aprender “sobre el poder y el arte de gobernar”. “He escuchado de los labios del presidente Belaunde cómo conquistar el país”, dice haciendo un guiño a “La conquista del Perú por los peruanos’”, libro escrito por Belaunde que aún sirve como ideario de AP.

RAUL DIEZ CANSECO

“Él fue un poeta de la historia, porque dijo la palabra adecuada en el momento oportuno”, dice sobre su tío, el ex presidente Fernando Belaunde. En la foto también aparece la entonces primera dama Violeta Correa.

Es debido a esa carga ideológica que Raúl no esquivó el servicio militar y se integró a la Marina de Guerra, con la que recorrió varios puertos del país; y luego, cuando no consiguió ingresar a la Universidad del Pacífico en el primer int ento, cruzó nuestra Amazonía como asistente de topografía en la construcción de la Carretera Marginal de la Selva.

Necesidad y oportunidad

Tras estas experiencias volvió a Lima y consiguió ingresar a la carrera de Economía en la Universidad del Pacífico. Sin embargo, su familia comenzó a sufrir dificultades económicas. Su padre, Julio Raúl, quien trabajaba como gerente general de Galletas Fénix, perdió el puesto. Entonces, a los veinte años, Raúl empezó a dictar clases vacacionales de matemáticas en el garaje de su casa; y al año siguiente, en 1969, decidió fundar la Academia San Ignacio de Loyola. La bautizó con ese nombre como agradecimiento a los padres jesuitas que lo educaron, le abrieron las puertas de sus colegios para reclutar alumnos y le cedieron gratuitamente salas de retiro para dar clases. “Has sido alumno jesuita, también tu papá y tu abuelo, de modo que aquí nadie te va a cobrar”, le dijeron.

RAUL DIEZ CANSECO

Con el mítico Coronel Harland Sanders, fundador de KFC, en 1979. Diez Canseco trajo esta franquicia al Perú en 1981.

Al negocio le fue tan bien que en poco más de un año el apoyo de los jesuitas no alcanzaba para alojar a todos sus alumnos inscritos, así que tuvieron que mudarse a su primer local. “Esto es algo que nunca he contado, pero para alquilarlo necesitábamos una garantía”, nos cuenta Diez Canseco. “¡Y no tenía de dónde sacarla! Nadie me iba a dar un préstamo así nomás, ¡era un mocoso de veintiún años!”. Fue así que buscó a un pariente con recursos para pedirle el dinero que necesitaba. “¿Dónde tengo que firmar?”, le dijo este. “Le pregunté si no iba a leer el cheque y me dijo que no. ¡Me dio la confianza!”, recuerda Raúl.

Ese pequeño emprendimiento se transformó con el tiempo en la Corporación Educativa Universidad San Ignacio de Loyola (USIL). Desde ella, Diez Canseco dirige actualmente cuatro instituciones educativas que cubren desde la formación preescolar hasta los estudios de posgrado, y que cuentan con sedes en varias ciudades del Perú. “El emprendedor nace por necesidad y se hace por oportunidad. Y eso es lo que me pasó a mí. Hay que tener claro qué se quiere hacer y meterle fuerza y pasión. Y eso no es plata, eso es actitud”, sostiene convencido.

Con el capital obtenido en ese rubro, Diez Canseco trajo al Perú el entonces innovador modelo de negocio de las franquicias. En 1981 abrió el primer KFC en Lima, y luego trajo también las franquicias de Burger King y Pizza Hut. Actualmente, se ha alejado de los fast food, pero, en su momento, sus conocimientos sobre este nicho lo llevaron a iniciar su carrera política. “Violeta Correa –segunda esposa del presidente Belaunde– me invitó a trabajar en los comedores populares. En esa época yo estaba inscrito en AP, pero no era una persona políticamente activa”, comenta.

Luego de esa experiencia, Belaunde lo convocó para ser miembro de la comisión que renovaría el partido, en 1985. Desde entonces, Diez Canseco ha sido diputado (por el Fredemo, desde 1990 hasta la disolución del Congreso, en abril de 1992), secretario general de AP (entre 1993 y 1995), candidato a la Alcaldía de Lima (por AP, en 1993), y a la presidencia de la República (en 1995, también por AP); además, ha sido ministro de Estado (en dos oportunidades durante el gobierno de Alejandro Toledo) y vicepresidente de la República (también durante el gobierno de Toledo).

RAUL DIEZ CANSECO

Raúl Diez Canseco Terry tiene seis hijos y siete nietos. “Una familia numerosa y unida”, afirma.

Diez años de litigio

Luego de renunciar al cargo de vicepresidente de la República, para el que Toledo lo convocó debido a su “arraigo con los jóvenes”, Diez Canseco se alejó de la política para concentrarse en su faceta como empresario en el rubro educativo. “Me demoró diez años limpiar mi nombre de esas acusaciones falsas. Fue todo un proceso, que subió y bajó de instancias. No fue una cosa de un día para otro, una conversada… nada”, recalca al recordar el episodio por el que decidió dejar su cargo.

Según Diez Canseco, años después de que el problema se resolviera judicialmente, un agente del Servicio de Inteligencia lo buscó y le reveló arrepentido que, por órdenes superiores, lo había seguido y espiado. “Me dijo que fue una misión oficial”, cuenta Diez Canseco en sus memorias. “Me di cuenta de que tenía adversarios dentro del gobierno que me querían alejar del entorno del presidente para debilitarlo”.

Durante nuestra conversación menciona cómo Alejandro Toledo fue “alejándose del camino”. “Esas cosas que hizo nos sorprendieron a todos”, agrega Diez Canseco. “Y ahora él (Toledo) debe ir preso, sin duda”.

De vuelta a la agenda

Poco a poco, Raúl Diez Canseco ha reaparecido en el día a día de Acción Popular. “No podemos quedarnos de brazos cruzados con lo que estamos viviendo ahora y dejar que la gente piense que la política es sinónimo de corrupción”, dice. “No es posible que Belaunde me haya preparado para algo y no cumplirle”. De momento, el exvicepresidente no ocupa ningún cargo oficial dentro de AP. “Tengo la suerte de ser invitado a algunas reuniones”, explica. “Estuve muy vinculado a la candidatura de Alfredo Barnechea. No solo en la elección interna, sino en toda la campaña. Y ahora lo estoy, con mucha esperanza y fervor, con Jorge Muñoz para la Alcaldía de Lima”.

Como buen emprendedor, Diez Canseco ve la crisis en la que estamos metidos debido a la corrupción como una oportunidad. “Hemos caído tan bajo que solo nos queda levantarnos”, señala. “Tal vez peco de optimista, pero siento que tenemos un presidente, ahora sí, que ha tomado al toro por las astas y tratará de reformar el sistema judicial, que es la esencia de la democracia”.

Para Diez Canseco, que Martín Vizcarra no haya sido elegido es una ventaja, pues llega “sin ninguna componenda o acuerdo con nadie”. Tiene confianza en el presidente de la República por el trato que tuvo con Vizcarra cuando este era presidente regional de Moquegua. “Un día me lo encontré cuando él ya era vicepresidente y le dije que no se alejara de la agenda, pero él me decía que no había cómo estar cerca. Parece que sentía que nadie lo escuchaba, que no podía avanzar. Creo que por eso decidió pedir que se le mandara a Canadá”.

En familia

Pese a las múltiples tareas que realiza, Raúl padre siempre busca compartir un tiempo con su hijo Raúl. “Ahora estamos juntos, y eso me pone feliz y orgulloso”, reveló Diez Canseco en su más reciente cumpleaños, el 23 de enero. “Él estuvo ayudándonos mucho al traernos ideas con mirada a futuro. Pero ahora está involucrado en otros temas”, me explica. El hecho de que Raúl hijo haya realizado un documental en honor a la trayectoria de su padre, y que de nombre le haya puesto Raúl al tercer hijo que tiene con su esposa Ximena Miró Quesada, son cosas que lo llenan de orgullo.

RAUL DIEZ CANSECO

Con su esposa Luciana de la Fuente. “Ella estuvo a mi lado en mis años más dramáticos”, asegura Raúl.

Por su parte, hoy Luciana de la Fuente está involucrada en la creación de un grupo de carreras para la USIL en los rubros de la nutrición y la medicina funcional. “Ella es un pilar de fortaleza, un aliciente en todo lo que hacemos, porque nos ha dado el aire de la esperanza de la juventud”, confiesa Raúl. “Personalmente, ella estuvo en mis años más dramáticos… Con ella aprendí que no hay que detenerse en los agravios. Que hay que saber perdonar, pero no olvidar”, cuenta en su autobiografía.

RAUL DIEZ CANSECO

Con Raúl, su hijo mayor, y los dos más pequeños, Ignacio y Cristóbal.

Raúl es padre de seis hijos: con Luciana tuvo a Ignacio y Cristóbal (los más pequeños, de ocho y diez años, respectivamente), y con su exesposa, Jana María Hartinger, tuvo a los mayores, Raúl, Jana, Pamela y Milagros. Además, es abuelo de siete nietos. “Los más chiquitos dentro de mi familia son los alicientes permanentes en mi vida”, reflexiona. “Es el nuevo combustible en esta etapa, en la que pienso que aún hay mucho por hacer.