Han pasado más de tres años desde que se confirmó que Isabel Preysler había encontrado en el Nobel de Literatura el nuevo amor de su vida. Ahora, tras recibir la noticia que por mucho tiempo esperaron, estarían más cerca que nunca de sellar su romance.

“Podríamos casarnos en cualquier momento. Mario ya es soltero. Todos los papeles están en regla, incluso el último que faltaba de Perú, pero estamos maravillosamente bien como estamos”, reveló Isabel Preysler sobre la situación de su pareja a la revista Hola! 

La exclusiva ha tenido como marco la fiesta por el setenta cumpleaños del príncipe Carlos, celebrada en el palacio de Buckingham, y a la que Isabel asistió como embajadora de la firma Porcelanosa, acompañada del escritor. Pese a lo dicho, nadie descarta un próximo enlace nupcial, dado que la propia Preysler ha señalado en más de una ocasión que el Nobel le ha pedido matrimonio muchas veces y lo reafirma: “Mario nunca tira la toalla en nada”. 

La pareja en el Festival de Pascua de Salzburgo, Austria.

A sus 67 años, la celebridad de origen filipino que anteriormente estuvo casada en tres oportunidades —con el cantante Julio Iglesias; con Carlos Falcó, marqués de Griñón; y con el exministro Miguel Boyer— afirma que los años cambian la forma de enamorarse. “La única diferencia es que te dan más experiencia para disfrutarlo mejor y para apreciar muchas cosas a las que de joven no les das la importancia que tienen y las recibes como si las merecieras”, afirma.

Durante la entrevista, la madre de Enrique Iglesias colmó de halagos a su pareja: “Es una persona muy romántica que me sigue sorprendiendo y emocionando con sus cartas”. Deja de lado al connotado literato para referirse a la persona. “Convivir con Mario es vivir con una persona muy inteligente, muy culta y con mucho mundo. Tiene un enorme sentido del humor y con él aprendo cosas nuevas cada día. Es como estar en una maravillosa universidad”.

Por otro lado, brindó detalles de la polémica herencia de su último marido, Miguel Boyer. “No he sido la gran beneficiada del reparto. He recibido lo que dice la ley para cualquier viuda”, precisó. 

Isabel Preysler junto a su último esposo, el exministro Miguel Boyer.

¿Quién ganó más con el divorcio?

Hace tres años, el autor de Conversación en la Catedral se separó de hecho de su exesposa, Patricia Llosa Urquidi, con quien tiene tres hijos: Álvaro, Morgana y Gonzalo. Debido a su doble nacionalidad, el trámite de divorcio se enfrascó en una interminable discusión legal y la disolución tardó más tiempo del esperado.  

En mayo de 2016, un juzgado madrileño emitió la sentencia de divorcio que declaraba la nueva condición civil del escritor. No obstante, esta tuvo que remitirse a Perú para su validación y solo ahora podemos decir con certeza que la pareja ha puesto fin a 50 años de matrimonio. 

Cabe precisar que cuando Vargas Llosa y su prima Patricia se casaron, en 1965, lo hicieron sin separación de bienes. En aquel entonces, él solo había publicado una novela. Su patrimonio prácticamente era nulo y, por lo tanto, no había mucho más que compartir, además del sueño de una vida en común. 

Lujosos inmuebles en Madrid, París, Lima, Nueva York y República Dominicana; la propiedad intelectual de las obras del literato y una biblioteca con más de 30 mil libros son las piezas más valiosas que se disputaron durante el proceso judicial. Concluido el trámite, el acuerdo al que llegaron situó a Patricia en la parte ganadora. 

En 1990, Patricia acompañando a su entonces esposo en la campaña electoral.

Según informa el diario español El Mundo, ella se habría quedado con el departamento de Nueva York valorizado en más de un millón de dólares—, el domicilio familiar en Limadonde se encuentra una valiosa colección de pinturas— y la impresionante colección de libros. Aunque Mario prometió dejarla en herencia a la biblioteca que lleva su nombre en Arequipa, hasta que él muera permanecerá en custodia de Patricia.

Podría considerarse compensación económica justa para la mujer que por cinco décadas dejó relegada su carrera como licenciada en Letras por la Sorbona, para dedicarse a administrar el éxito literario de su marido y la gestión de su vida familiar.