Artista, actor y maquillador profesional. Osmar Rodríguez es reconocido por ser el creador de Go Diva, una de las drag queens más importantes de la escena local. Conversamos con él sobre los prejuicios alrededor de su trabajo, y por qué ama convertirse en una extravagante mujer que sacude las noches de Lima.
Por María Alejandra López Foto de Yume Farfan
Osmar Rodríguez nunca olvidará este consejo de su padre: si te concentras en solo una cosa, no te faltará éxito. Quizás por eso no lo dudó dos veces cuando dejó su trabajo en una mina, en el que no estuvo por más de un mes vestido con saco y camisa.
Lo siguiente que recuerda es que estaba en el centro de Lima con el dinero que había recibido de su liquidación. “¡Fue como ganarme la Tinka. Compré todo el maquillaje que pude, unas botas y unas cuantas telas para armar mis vestuarios!”. De esta forma, Osmar le hizo caso a su padre y solo se dedicó a labrar su carrera como artista.
Desde hace 13 años, trabaja a tiempo completo en la piel de Go Diva. Aunque podría parecer que entrar y salir de su personaje es difícil, él hace que su trabajo parezca sencillo. «Para que Go Diva esté bien, Osmar también debe estar bien», explica.
Antes de cada presentación, necesita tres horas para transformarse: un trabajo que requiere de grandes cantidades de maquillaje y un extravagante vestuario elaborado a su medida. «Los drags son artistas completos: maquilladores, bailarines y actores… Es un arte que tiene miles de años, y no pasa de moda hasta el día de hoy», agrega.
La rutina de cada noche, que normalmente finaliza a las 4 de la mañana al terminar un show, no podría resultarle más satisfactoria. Tiempo antes de trabajar como drag, estudió actuación en el Club de Teatro de Lima y llevó algunos cursos maquillaje profesional. Ser Go Diva no solo le ha permitido unir todas sus pasiones, sino también conocerse. «No sé muy bien cómo explicarlo, pero cuando me pongo la peluca y me pinto la boca, me siento más empoderado», confiesa.
¿Recuerdas la primera vez que tuviste contacto con lo drag?
Lo descubrí por mi amigo Coco, que había trabajado como drag queen por mucho tiempo. Recuerdo que él tenía unas botas gigantes que no le prestaba a nadie y que cuidaba como oro. ¡No sé cómo me las prestó para disfrazarme! La primera vez que me vestí de draq fue para una reunión íntima en mi casa y solo para mis amigos. Ese fue mi primer acercamiento con Go Diva.
Existe mucha desinformación sobre lo que realmente es ser drag queen. ¿Cómo lo definirías?
Para mí es un arte en el que exacerbamos lo femenino dentro de lo masculino. Es el arte de la transformación. Somos artistas de la ilusión. Si yo me quito la ropa y me saco el esmalte, sigo siendo Osmar. El drag es un oficio y el travestismo es un estilo de vida.
¿Por qué Go Diva?
Cuando era niño, mi tío siempre ponía la música de Queen en casa. Cuando empecé a buscar un nombre, mi prima sugirió que me pusiera Go Diva por Lady Godiva, la fijación de Freddie Mercury. Ella fue una mujer revolucionaria.
¿Cuándo te diste cuenta de que ser drag queen podía ser un trabajo?
Mis padres nunca me pusieron un pero y ambos son muy open mind. Nunca se molestaron con que saliera del closet, ni cuando les conté que quería ser drag. Pero sí me exigían que ‘chambee’. Cuando terminé de estudiar actuación, no tenía trabajo y dije: «si me voy a dedicar al espectáculo, tengo que hacerlo de forma profesional».
Actualmente, ¿vives de eso?
Sí, pero recién desde hace dos años. Después de una década, ya puedo decir que Go Diva me da estabilidad económica. A veces hago dirección de arte o maquillaje social, pero recién desde hace dos años, con el boom de las drag queens en Perú, ha subido el mercado y la gente solicita más shows.
Es un trabajo que se realiza de noche y normalmente termina de madrugada. ¿Qué es lo más difícil?
¡Lo más incómodo es la ropa! Normalmente, el vestuario te saca cintura, por la faja y el corset. Siempre estamos en tacos y nos echamos como un cemento de maquillaje en la cara. También la peluca nos jala la cabeza… Personalmente, eso es lo que más me cuesta de ser drag. Si bien a veces estamos cansadas, no podemos sentarnos porque es peor. Ir en taxi es un suplicio (ríe).
Imagino que también lo disfrutas mucho… ¿Qué es lo que sientes cuando eres Go Diva?
Transformarme en Go Diva es mi felicidad. No gano una millonada, pero me gusta y me nace. Ese es el truco de la vida y de amar tu trabajo. Es muy loco… Llevo años draggeando y a veces pienso «¿por qué solo me atrevo a hacer más cosas cuando soy Go Diva?». No es un disfraz, pero es un escudo que me ayuda a salir de mi zona de confort.
¿Qué es lo mejor de tu trabajo?
A mí me encanta estar calata y exploro más mi sensualidad como Go Diva. Si estás cansado de ti, te desligas para encarnar el personaje. Y te abre muchas puertas: siempre conozco gente nueva. Además, con la presencia de una drag ya estás transmitiendo un discurso político y ayudando a que se abra la mente de otras personas.
Yo viviré
Aunque puede sonar exagerado, gran parte del éxito de las drag queens en el Perú se debe al programa de televisión «RuPaul’s Drag Race»: actualmente, más de 20 mil personas siguen la comunidad de Facebook RuPaul’s Drag Race Perú, y varios concursantes del show han vendido cientos de entradas a su paso por Lima.
Si bien Osmar Rodríguez era cercano al mundo del drag antes de que se desatara el fenómeno en la ciudad, sí agradece el impacto que este concurso ha tenido en su trabajo. «Cuando empecé a trabajar como drag solo me pedían canciones de discoteca. La llegada de ‘RuPaul’s Drag Race’ le enseñó al público que en el arte drag existen varias ramas», explica.
Gracias a la acogida del programa, ha podido enfocarse en hacer un show fiel a su esencia: el burlesque. A través de Go Diva, puso en práctica sus conocimientos en la industria del teatro con un show provocador, sensual y a la vez elegante. De hecho, sueña con fundar su propio cabaret, como los que abren sus puertas en París. «Si algún día ya no puedo draggear, tampoco me quiero desligar del espectáculo. Me veo con un cabaret a los 60 años».
¿Recuerdas dónde fue tu primera presentación?
¡Fue en Bobo Bar! Un bar que ya no existe. Mi amigo Coco me ayudó a hacer un book y, con ese portafolio, empecé a tocar las puertas de las discotecas que conocía. Empecé por 60 soles la noche.
¿De qué trata «Yo viviré», tu primer espectáculo en Microteatro?
La obra trata sobre mi vida. El guion ha nacido conversando con Gabriel (de la Cruz), el director. Él me dijo “si te dirijo, debo hacer teatro testimonial”.
Dices que tus padres siempre te han apoyado, incluso tu abuela. ¿Han existido personas que te han dado la espalda por ser drag?
No todas las miradas son de agrado. Una vez que eres drag, también te expones a cosas que te hacen cuestionarte como ser humano. Cuando estaba como drag en discotecas, varias personas que sí me saludaban como Osmar volteaban para otro lado. Sé que nadie quiere ser rechazado, pero ser drag me ha permitido conocerme. Primero estoy yo antes que las personas que no me saludan o rechazan. Debo dedicarme a lo que me gusta, sin pensar en los demás. Felizmente, Go Diva me baja a tierra.
En base a lo que has vivido, ¿qué es lo más difícil de ser drag en el Perú?
Los prejuicios y encasillar este trabajo solo a discotecas de ambiente. En Argentina pude hacer varios desfiles de moda como drag y también vi que había drags en inauguraciones de locales o estrenos de varias películas. Aquí ni siquiera hay matrimonio igualitario, ni se respeta la identidad de género en la curricular escolar. Además, difícilmente vas a ver un drag queen desfilando en el LIF Week, a pesar de que la gran mayoría de público que va es gay. Pero te dicen “mi ropa no va contigo” o “va dar de qué hablar”. Eso es parte de la mentalidad pacata de Lima.
¿Consideras que la comunidad de gays y lesbianas es discriminatoria con los drags?
Sí, hay lugares de ambiente que prohíben el ingreso de drags. Incluso, he escuchado a amigos gays que dicen: «qué asco, el ambiente está lleno de tracas».
Tienes varios seguidores en Facebook e Instagram. ¿Has recibido comentarios ofensivos?
Nunca en mi vida, gracias a Dios. Ahora las redes te catapultan en un segundo. Creo que no los he recibido porque me he podido mover en varios ámbitos. He conocido todas las discotecas de ambiente del Perú; de chibolo me críe en un barrio humilde, y después me mudé con mi mamá a Miraflores. He pasado por varias cosas… Entonces, para mí es fácil ponerme en los pies de otras personas. Con mis redes, he tratado de abarcar a todos los que en algún momento han gustado de mi arte. De hecho mi personaje es una diva, pero no soy alzado ni alucinado. Soy una persona amable.
¿Dónde te ves a futuro?, ¿seguirás siendo drag?
De acá a diez años, sí. A mis cuarenta, sí. A mis cincuenta, espero tener mi cabaret. Ahí me alucino y lo vengo pensando desde hace años. Me gustaría darle a Lima y al Perú un buen espacio para ver espectáculo; y quiero dar a los artistas una vitrina para ser reconocidos por su trabajo. Me solidarizo bastante con ellos y quiero hacer un cabaret para que puedan vivir de su arte. Desde chiquito, mi papá me dijo: «si te centras en una cosa, vas a tener más éxito». Pero para los artistas no es tan fácil, ya que siempre deben tener varios trabajos.
Video: Johana Cabañas Asistentes de video: Laura Gil, Sofía Rodríguez Larraín