El superintendente da luces acerca de los estándares mínimos que las universidades deben cumplir para operar en nuestro país. Además, realiza un balance sobre la primera etapa de la reforma universitaria y pide a la ciudadanía que defienda los avances que se han logrado hasta la fecha.
Por Juan Carlos Gambirazio Foto de Elías Alfageme
La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) tiene la complicada tarea de conseguir que la educación universitaria en el Perú se reforme. Su líder, Martín Benavides, ve con optimismo el panorama, pero reconoce que en el camino de la reorganización ha encontrado más de un obstáculo.
Se tiene previsto terminar a fin de año con los licenciamientos de las universidades. ¿Ese sería el final de la primera fase de la Reforma Universitaria?
Formalmente, no existen fases; lo que siempre se dijo era que había una primera etapa, que consistía en ordenar el sistema universitario buscando, por un lado, universidades que garanticen a la ciudadanía condiciones esenciales de calidad y, por otra parte, que cumplan con los distintos artículos vinculados a la Ley Universitaria. Entonces, se busca legitimizar académicamente y cumplir con la legalidad. Ese primer ordenamiento es el que estimamos acabar a fines de 2019.
Una vez logrado eso, la idea es pasar a resolver otro conjunto de temas, como la evaluación de programas específicos, sobre todo aquellos que ponen en riesgo la vida de las personas. Estamos empezando con Medicina. Entramos a mirar un poco más a detalle la forma como se ofrecen determinadas carreras en el Perú, y también la forma en que este conjunto de universidades, ya licenciadas, pueden empezar a tener una ruta hacia una condición que no sea solamente esencial, sino de excelencia.
¿Qué deberíamos entender por condiciones básicas de calidad?
Responden a las siguientes ideas: primero, tiene que ser una universidad con los contenidos de sus mallas curriculares claramente definidos, al igual que los de sus cronogramas; debe gestionarse adecuadamente en lo académico y tener claras las condiciones para el desarrollo de la investigación. Debe tener docentes calificados, con los grados académicos requeridos por la Ley Universitaria, que sean seleccionados meritocráticamente, y que al menos un 25% de ellos esté a tiempo completo en la universidad para poder vincularse con los estudiantes, desarrollar investigación y cumplir con todas las tareas vinculadas al sostenimiento de una comunidad universitaria.
Debe tener servicios al estudiante claramente establecidos, en salud e información sobre mecanismos de empleabilidad, convenios con instituciones, bolsas de trabajo establecidas… Tendría que haber, por lo menos, tres actividades deportivas importantes para que los estudiantes no solo estén dedicados a la actividad académica. Debe ser una universidad transparente, que informe de manera adecuada a la comunidada sobre sus distintos procedimientos, que tenga procesos claramente establecidos en el manejo financiero, con sostenibilidad financiera en el tiempo. Finalmente, debe tener una infraestructura adecuada para las tareas académicas que realiza.
¿Cuántos programas desistidos se han dado hasta la fecha?
En algunos casos, las universidades tienen que decidir cerrar algunos establecimientos, o filiales que no tienen condiciones básicas de calidad, o programas que no pueden garantizar que sean brindados por docentes calificados. Son aproximadamente 1100 programas y alrededor de 100 establecimientos los que se han cerrado. La preocupación de la Sunedu es que la universidad tiene que garantizarnos que cuenta con una alternativa para esos estudiantes. Nosotros les damos la oportunidad mediante nuestro reglamento de cese para que puedan quedarse dos años más, pero se debe tener una idea clara de cómo va operar la universidad para no afectar a esos estudiantes en términos de la continuidad de sus estudios.
¿Cómo se asesora a un alumno que se encuentra en esta situación?
Nosotros hemos sido siempre muy claros con relación a la denegatoria de la licencia de funcionamiento a una universidad; lo principal es que no se convoquen a nuevos procesos de admisión, tanto en la universidad como en las filiales. No queremos que este problema aumente. Hemos querido también plantear a los estudiantes alternativas para que sus autoridades puedan ayudarlos a reorientarlos hacia un contexto de mejor calidad.
¿Qué nivel de responsabilidad existe por parte del propio estudiante al momento de optar por una casa de estudios sin haberse informado lo suficiente?
Ahí la responsabilidad es compartida; por un lado, has tenido autoridades de estas universidades que han hecho una publicidad que no está vinculada con aquello que efectivamente ofrecían. En un contexto en el cual todavía en el país, lamentablemente, está la idea de que si terminas la educación secundaria lo mejor es ir a la universidad. Había mucha presión hacia estos estudiantes de buscar involucrarse en alguna oferta universitaria.
Entonces, hubo un enganche entre universidades que lo que en realidad querían hacer era ofrecer un servicio de mala calidad, no invertir en lo que deberían y beneficiarse económicamente, enganchado con una expectativa muy grande de jóvenes sin saber qué hacer. Y hay un modelo cultural institucionalizado que dice que la ruta más clara es la universidad, porque te da los retornos económicos más importantes. Lo que no te dice esa historia es que ese retorno depende de la calidad de tu formación.
¿Cómo se estimula a una universidad para que opte por el camino de la excelencia?
Buena parte de la presentación de una universidad en la comunidad es ver cómo se ubica no solo nacionalmente, sino también internacionalmente con relación a la calidad de sus investigación, de sus profesionales, la forma como los empleadores opinan de esa universidad, su contribución con el desarrollo económico y la innovación del país.
Por el lado del Estado, hay algunas señales claras, el fomento de la investigación, a través de concursos que incentiva el Concytec, la idea de que las universidades públicas tengan un porcentaje de docentes investigadores, que reciban un bono por esa capacidad, alinear todos esos méritos hacia resultados que deben cumplir los docentes para beneficiarse con ese tipo de incentivos…
¿Cuál ha sido el principal obstáculo con el que se ha visto enfrentada la Sunedu para ejercer su labor?
Siempre hubo una preocupación por aquello que podría decidirse en el Congreso con relación a la continuidad de la Sunedu, pero nosotros estamos más en la línea de que nos miren por nuestros resultados, más allá de que, efectivamente, han existido obstáculos y más allá de que nos han querido responsabilizar de los problemas que nosotros estamos solucionando.
Creemos que la Sunedu está tratando de dar un mensaje vinculado a que lo que se busca con todo esto no es ningún proyecto ideológico ni político. No se busca proteger ningún interés empresarial ni ideológico, sino únicamente tratar de garantizar a la ciudadanía, al país, mejores universidades. Es un mensaje que, creemos, está siendo bien recibido.
Siempre existe la posibilidad de que el país ingrese a una coyuntura en la que todo lo avanzado hasta ahora se interrumpa. ¿Qué medidas se pueden tomar para evitar retroceder?
Todo esto es dinámico y depende finalmente de cómo se den las circunstancias políticas y sociales. Nosotros queremos seguir dando el mensaje de que las universidades tienen una finalidad, y eso hay que protegerlo; hay que seguir fortaleciendo la autonomía orientada al conocimiento, a la formación de buenos profesionales, hacia la decencia que no hemos tenido en muchas universidades.
Si en algún momento sobrevienen fuerzas contrarias, espero que la ciudadanía esté alerta para poder exigir que las cosas no vuelvan a una etapa superada y no tengamos profesionales de muy mala calidad involucrados en casos de corrupción y relacionados con las universidades. Sería una tragedia para el país. Confiamos en que la ciudadanía, que es cada vez más consciente de sus derechos, sepa defender los avances de esta reforma, no por la Sunedu, sino porque son importantes para construir un país mucho más desarrollado, donde haya confianza en las instituciones