Stan Lee, creador de Marvel, murió el 12 de noviembre de 2018. A pesar de las últimas películas inspiradas en su universo, dejó un vacío irreemplazable en la cultura popular contemporánea. A un año de su partida, hacemos un repaso de los hitos de su vida que lo llevaron a convertirse en una leyenda contemporánea.
Por Manuel Coral González
La heroicidad es una virtud escasa entre los humanos. Los héroes son una esperanza de luz en la oscuridad que infunde el miedo de nuestras limitaciones. Por eso, cuando la muerte irrumpe en el curso de sus vidas, la comprenden solo como una transición más de su destino. Saben que morir suele ser más fácil que vivir, pero han demostrado que estar vivo vale largamente la pena; y en eso, quizá, resida la fuerza de su valentía: en su incondicional amor a la vida.
Stanley Martin Lieber creció durante la Gran Depresión estadounidense, en las calles del Bronx, comprando boletos para el cine, buscando libros y revistas para alimentar y educar su imaginación, y esperando valerse de ella para convertirse en el escritor que tanto soñaba ser. En unas imágenes obtenidas de un programa piloto de 1968, un Stan Lee en sus cuarenta –de cabello oscuro, sin anteojos negros y sin bigote– dijo: “Llevo treinta años escribiendo historias para la nueva generación y, durante este tiempo, creo que he aprendido mucho sobre lo que la gente joven piensa. Pero mucho más importante que ello, creo que aprendí lo que la gente joven realmente es”.
Desde sus primeras publicaciones, sus historias y personajes tenían una única misión: alimentar la imaginación de sus lectores y mostrarles que en ella reside el poder para luchar contra sus miedos.
Escribir para sobrevivir
Durante su adolescencia, Stanley soñaba con escribir la “gran novela americana” de su tiempo, luego de leer con entusiasmo los libros de Charles Dickens o Arthur Conan Doyle. Pero su futura carrera como escritor no sería reconocida por las grandes novelas, sino por la versatilidad de las historietas. “Me postulé al trabajo por puro accidente”, reveló años más tarde, cuando le preguntaron sobre sus inicios como escritor. En 1939, entró a trabajar a la editorial Timely Publications, que publicaba revistas de actualidad y cómics.
Su idea era laborar en las revistas de actualidad, pero cuando le dieron el puesto de trabajo le informaron que estaría en la sección de cómics. En ese momento decidió: “Bueno, estaré ahí unos meses, cogeré un poco de experiencia y luego pasaré al mundo real”. Después comprendió que las historietas también podían ser obras de arte y contar las historias que le interesaban. Así, en mayo de 1941, debutó con un relato titulado “Captain America Foils the Traitor’s Revenge”. Sin embargo, no firmó con su verdadero nombre –que guardaba secretamente para su carrera como escritor de novelas–, y fue así como, sin saberlo, surgió el nombre que ya es leyenda: Stan Lee.
Su talento era notable –a los diecinueve años asumió el cargo de editor en jefe de la división de cómics–, pero comenzó a escribir sobre temas que no lo motivaban, desde historias de amor hasta relatos del Lejano Oeste. Por eso, a principios de los sesenta, tomó una resolución. “Llegué a casa y le dije a mi esposa: ‘Creo que quiero renunciar. Creo que este trabajo no me llevará a nada, debería irme ahora y buscar algo más’”. Ella, tras escucharlo, comprendió su situación al instante, y le mostró el camino más sencillo. “Joannie [Joan Boocock Lee, su esposa, con quien estuvo casado más de setenta años] me dijo: ‘¿Por qué no haces un cómic como tú quisieras hacerlo? Lo peor que te puede pasar es que te despidan, pero de todos modos ibas a renunciar. Por lo menos tendrás la oportunidad de hacer algo diferente’”.
Stan Lee, éxito mundial
La historia ya es conocida: gracias al trabajo en equipo con ilustradores como Jack Kirby y Steve Ditko, aparecieron “Los Cuatro Fantásticos”, “Spider-man”, “Iron Man”, y más de quinientos personajes, entre héroes y villanos, que reflejaban sus conflictos personales y sociales, los cuales eran compartidos por los millones de lectores que se sentían identificados con sus aventuras. El éxito inesperado hizo que Timely Publications fuera rebautizada como Marvel Comics –por sugerencia de Lee–, y así llegaron las películas, el reconocimiento y la admiración mundial.
Es difícil encontrar una palabra que pueda definir a una persona, pero con Stan Lee podría ser ‘excelsior’, palabra con la que firmaba al final de sus historias, y que significa –según lo reveló a sus seguidores–: “¡Hacia arriba y adelante para mayor gloria!”.
Gloria que alcanzó con su muerte, pero que fue labrada con su constancia y coherencia a lo largo de su vida. Tal vez ese sea el verdadero significado del heroísmo: vencer los miedos que nos oprimen. Aunque él lo expresó de otro modo: “Solía avergonzarme porque solo era un escritor de cómics, mientras que otras personas construían puentes o cursaban carreras médicas. Pero luego comencé a darme cuenta: el entretenimiento es una de las cosas más importantes en la vida de las personas. Sin él, podrían irse a un abismo profundo. Creo que si eres capaz de entretener a la gente, estás haciendo algo bueno”. Basta repasar su vida para creerlo.